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Crítica de Los ángeles de Charlie, la nueva versión de Elisabeth Banks

Los ángeles de Charlie
¿Enviamos nuestro amor? Crítica de Los ángeles de Charlie, la nueva versión dirigida por Elisabeth Banks y protagonizada por Kristen Stewart, Naomi Scott, Ella Balinska y Patrick Stewart. En cines a partir del 5 de diciembre de 2019.

Los ángeles de Charlie lo tiene muy difícil en carteleras: por una parte porque esta nueva versión va a estar lejos de contentar a los fans de la saga por su enfoque excesivamente maniqueo que apenas exonera a un par de personajes masculinos y por otra parte porque al resto de la audiencia tampoco le va a procurar un entretenimiento de calidad.

Uno de los principales atractivos de esta propuesta, nacida para la televisión a mediados los años 70, era precisamente su carácter ligero y divertido, que tuvo otra floja reinterpretación en el año 2000 con Cameron Díaz, Drew Barrymore y Lucy Liu al frente del equipo femenino de espías sexys que incluso consiguió una secuela en 2003. 

Si la serie original consiguió mantenerse durante cinco temporadas de 16 episodios, lanzando en total 110, el remake de 2011 apenas contó con ocho que no salieron de la ABC estadounidense. Resumiendo mucho: no es fácil actualizar el concepto, que se antoja a estas alturas bastante obsoleto, como punto de partida.

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Vayamos por partes: primero, unas nociones sobre cómo se configura este nuevo equipo de ángeles al servicio de la Agencia Townsend y en última instancia no solo para su Bosley sino para mayor y mejor salvaguardada identidad del organismo: Charlie.

En Los ángeles de Charlie, Sabina y Jane son dos ángeles que ya se han conocido en una misión y que se llevan regular: la primera es la más alocada e impredecible y a la segunda le gusta ir por libre. Sin embargo recibirán el encargo de trabajar juntas para reclutar a Elena Houghlin, que trabaja para una empresa que está a punto de revolucionar el mercado de la energía.

Ella, siempre a la sombra de su jefe, intenta alertar sobre la peligrosidad de su última invención, que está a punto de salir al mercado. Se trata de una fuente de energía inalámbrica extremadamente potente, cuyo poder puede revertirse para generar una explosión y un pulso electromagnético. Es decir, que puede ser un arma letal en malas manos. De la noche a la mañana y justo después de que se dé un relevo generacional en la agencia pasando así el liderazgo de John a Edgar Bosley, estas tres mujeres tendrán de cubrirse las espaldas para evitar un mal mayor.

Como decíamos, esta nueva versión de Los ángeles de Charlie tiene cierta tendencia a tomarse demasiado en serio a sí misma, restándole diversión a la propuesta. En muchas ocasiones (demasiadas) tenemos a hombres en pantalla exhibiendo sus dotes de misoginia, mansplaining o acoso sexual e incluso el guión le lanza una buena pulla al espectador por los prejuicios que da por hecho que le han llevado a resolver la trama antes de tiempo.

Independientemente de pertenecer a una saga cinematográfica, aunque sea como remake, estamos ante la evolución de una mujer que pasa de salir de debajo del zapato de sus jefes a convertirse en una pieza clave y autónoma de un sistema. Es decir que, evidentemente, es una película sobre el empoderamiento femenino, en la que, además, la protagonista es Naomi Scott, que viene de interpretar a la princesa Jasmine en la versión live-action de Aladdín de Guy Ritchie. Vamos, que su personaje, se marca su momento "Spechless" aunque no sea en clave musical.

Pero, ¿van los espectadores a una película como Los ángeles de Charlie a ver esto? ¿Son compatibles las lentejuelas, el brilli-brilli y esa concepción ligera de entretenimiento pasajero con todos estos mensajes? A duras penas, la verdad. La película no es indefendible, pero algunos diálogos causan algo de sonrojo y vergüenza ajena y la búsqueda de esa "elegancia" extrema y pomposa en la que se unen colores chillones, plumas o looks más desenfadados con grandes sentencias reivindicativas chafa bastante la diversión.

Aunque, de largo, lo más doloroso es que se haya puesto tan poco cuidado a la hora de delimitar a los personajes. Partimos de la base de que todos son estereotipos, pero en el caso de los masculinos, prácticamente todos han salido de un mismo molde, demonizando al género hasta límite ridículos.

En lo que se refiere a la realización, Elisabeth Banks, que venía de dirigir películas como Dando la nota o uno de los segmentos de la escatológica Movie 43, no consigue casar demasiado bien los planos. Es cierto que las coreografías son imaginativas y están bien realizadas (aplauso para los extras, esos héroes y heroínas generalmente invisibles pero que aquí por desgracia sí se ven), pero en la sala de montaje hay obvias dificultades para mantener el raccord.

Respecto a las interpretaciones, Kristen Stewart se mueve al filo de la navaja protagonizando los momentos más cómicos, pero también consolidando su perfil outsider que tan poco tiene que ver con este tipo de propuestas comerciales. Y sorprende Ella Balinska por su versatilidad: es muy creíble en un rol físico y a la vez parece una supermodelo. Mucho peor trabajan Elisabeth Banks, Patrick Stewart y Sam Claffin mientras que Jonathan Tucker en el rol del matón Hodak recuerda sobremanera al T-1000 de Terminator 2... Mola, pero está como fuera de contexto.

Los ángeles de Charlie es carne de cañón para las nominaciones a los Razzie... y es una verdadera lástima porque con un guión más autoconsciente podría haber conjugado el sentido del humor con los mensajes que quiere transmitir la película, sin necesidad de caer en el ridículo ni en tan zafio maniqueísmo.

VALORACIÓN:

Los ángeles de Charlie es la película de empoderamiento femenino más ridícula, maniquea y kitsch del año.

LO MEJOR:

Tiene algún que otro mensaje que es muy válido, aunque se disuelve en una cinta que se toma demasiado en serio a sí misma. El cameo de Jaclyn Smith.

LO PEOR:

A pesar de contar con medios de más y de sobra para hacer algo decente, la película no sirve ni como parodia desprejuiciada. Es un desastre.
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