Crítica de Black is Beltza, la película de animación sobre revoluciones sociales

En un momento en el que cada mes parece surgir un nuevo servicio de streaming, las plataformas establecidas continúan buscando la manera de diferenciarse de sus competidores. Desde Netflix, la estrategia es apostar por contenido animado variado para todo tipo de público. La plataforma de streaming no solo produce su propio contenido animado, si no que después de producir La leyenda de Klaus o el anime de Memorias de Idhún, también está expandiendo su catálogo animado con contenido español al añadir Black is Beltza, la película de Fermín Muguruza de 2018. 

Black is Beltza es un proyecto transmedia que saltó de la novela gráfica de Fermín Muguruza, Harkaitz Cano y Jorge Alderete a un largometraje animado escrito y dirigido por el propio Muguruza junto al equipo creativo de la historia original y Eduard Sola. Esta película de animación nos traslada a 1965, donde la comparsa de gigantes de Pamplona es invitada a desfilar en Nueva York. Sin embargo y debido al racismo institucional, las autoridades prohíben que los dos gigantes negros del grupo se unan al desfile. 

Partiendo de este hecho histórico real, entramos de lleno en la historia de Manex, un joven vasco encargado de portar a uno de los gigantes y que tras decidir quedarse en Nueva York, termina envuelto en varios acontecimientos históricos clave. A partir de aquí, Manex acaba participando en diferentes revoluciones y luchas sociales por todo el mundo durante la década de los 60, desde los disturbios por los derechos de los afroamericanos, hasta la alianza de los servicios secretos cubanos y los Black Panthers. 

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Darse de alta

Como os decíamos más arriba, Black is Beltza parte originalmente de una novela gráfica, y la hora de trasladar el proyecto a un medio animado han sabido mantener muy bien un estilo visual que nos recuerda a un cómic, con manchas de tinta y una línea muy marcada. No esperéis ver una animación muy fluida al estilo de los dibujos animados convencionales, ya que este acabado más detallado hace que el movimiento sea más limitado, pero aún así es más que efectivo y es fácil acostumbrarse al estilo de animación.

Para continuar con este acabado tan comiquero, también se recurre al uso de 3D y de fotografías para ciertos elementos y escenarios, cambiando en ocasiones de estilo dependiendo del momento narrativo. Aunque toda esta mezcla puede resultar extraña, el resultado es un estilo visual muy característico que se convierte en una de las señas de identidad de Black is Beltza. Además, es un acierto haber usado la animación como medio para narrar esta historia, ya que precisamente este estilo visual se convierte en uno de sus puntos fuertes frente a otros thrillers de espionaje del palo e igual la envergadura del viaje de Manex no se habría podido reflejar bien en una película de acción real.

La trama de Black is Beltza tarda en arrancar, y en algunos momentos llega a resultar confusa con tanto va y ven y viaje, ya que en poco más de 80 minutos, tenemos un recorrido por gran parte del globo mostrándonos las diferentes revoluciones que estaban ocurriendo en diferentes países. Todo ello a través de los ojos de Manex, quien siente que no puede hacer mucho en su tierra contra el franquismo y decide unirse a otras luchas armadas. Por supuesto, con esta base, podéis intuir que es una película con un fuerte componente político e ideológico que puede no ser para todo el mundo, ya que los realizadores dejan muy clara su posición política respecto a ciertos eventos y personajes y el tono en ocasiones se puede hacer demasiado didáctico.

Para mostrarnos toda esta mezcla de culturas y países, la trama de esta película de Netflix se desarrolla en diferentes idiomas, incluyendo el euskera, inglés, francés y castellano, por lo que os recomendamos verla subtitulada en todo momento. El reparto cuenta con Unax Ugalde como Manex e incluye las voces de Ramón Agirre, Sergio Arau, Ramón Barea, Isaach de Bankolé, Maria de Medeiros, Iseo, Willy Toledo, Sergi López y Angelo Moore.

Hay que decir que aunque Ugalde hace muy buen trabajo de doblaje, en muchas ocasiones se echa de menos que se hubiera contado con más actores de doblaje especializados y menos voces conocidas, especialmente cuando los personajes no son españoles y algunos acentos no terminan de ser creíbles. del todo.

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A medio caballo entre thriller de espías y cierta psicodelia sesentera, Black is Beltza consigue introducirnos al panorama revolucionario de la década de 1960 y a muchos de sus protagonistas, ofreciendo un interesante vistazo a las tensiones políticas del momento y convirtiéndose en una pieza muy interesante dentro de la industria de animación española.