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Crítica de La casa de papel temporada 4, con mucha más acción

La casa de papel 4
Crítica de la temporada 4 de La casa de papel, la serie creada por Álex Pina en la que se narra el atraco a la reserva de oro del Banco de España. Ya disponible en Netflix.

No ha debido ser fácil el reto de crear el túnel que va de la tercera a la quinta temporada de La casa de papel. En primer lugar, por el simple hecho de que se trata de un thriller adrenalínico que hay que ir alimentando de forma constante con nuevas amenazas internas y externas a lo que se cuece en el Banco de España y, sobre todo, porque hay que medir hasta dónde se puede estirar el chicle para que no se rompa.

En suma, poner en la balanza los elementos justos de acción, romance, fraternidad, drama y denuncia social para mantener un delicado equilibrio en el que la narración tiene que estar jalonada de pequeñas y grandes derrotas tanto o más que de pequeños y grandes éxitos para la banda de la careta de Dalí.

Como bien recordaréis los fans irredentos que estuvierais contando las horas para el estreno de esta temporada 4 de La casa de papel, la serie se quedó en un momento muy emocionante: con Nairobi recibiendo un tiro. Ya era trending topic 24 horas antes del estreno en Twitter y ha sido objeto de las más variadas conjeturas y ahí sigue, en lo más alto junto a Arturito, Danver, Palermo y cía... Y con el Profesor fuera de juego al ser víctima de un engaño según el cual Raquel (alias Lisboa) habría sido ejecutada con tal de no delatar su posición.

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Esta nueva tanda de episodios acusa el alargamiento del atraco con varios episodios que son puro relleno en el arranque para dar vueltas en círculo y llevarnos a los tres últimos, que son los que tienen toda la enjundia.

Y es que el secreto de la fórmula es sin lugar a dudas su estructura de "misión imposible", para lo cual necesitamos a un Profesor en plena forma, adelantándose a la policía y quedando al margen solo para recuperarse y volver a plantar batalla con su inteligencia y capacidad de sobreponerse a los golpes.

La cuestión es que, como decíamos, queda fuera de combate durante demasiado tiempo que hay que rellenar con subtramas más o menos interesantes: Arturito haciendo de las suyas, Río enfrentándose a un fuerte shock por estrés postraumático, Tokio asumiendo el liderazgo del grupo y hasta haciendo gala de habilidades sanitarias desconocidas hasta la fecha, las idas y venidas de Denver y Estocolmo y, sobre todo, un Palermo impredecible, capaz de desatar el caos para volver luego a la banda en un giro de guión que se suma a tantos otros que ya nada es ni siquiera mínimamente creíble.

Los grandes antagonistas son Gandía dentro del Banco de España y Alicia Sierra tratando de desmontar el atraco desde fuera, personajes interpretados respectivamente por los motivados José Manuel Poga y Nawja Nimri a la que veremos en breve también retomando su rol de Zulema en Vis a vis: Oasis.

En esta ocasión, encontramos más músculo que cerebro, más adrenalina y tiros que lógica y decisiones meditadas y nuestro querido Profesor parece más un prestidigitador capaz de sacarse cualquier truco de la manga que un calculador intelectual enamorado de un plan magistral.

Ya era difícil hacerle tragar al público que el grupo se reuniera para un nuevo y más arriesgado atraco, pero esa papeleta se salvó razonablemente bien en la temporada anterior. El desarrollo empieza a complicarlo todo, de modo que se le ven las costuras a un guión menos pulido y meditado y con más tendencia a tomar prestadas ideas del arranque de la serie y/o a saltarse la lógica de los personajes. El caso arquetípico es el de Nairobi, uno de los personajes más queridos gracias a la excelente interpretación de Alba Flores y a la garra y el salero con el que se han escrito siempre sus líneas pero que, en esta ocasión parece perdida en las decisiones que la vemos tomar en los saltos temporales al pasado.

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Hay que reconocerlo: los flashbacks en los que se explican los preliminares del atraco son el talón de Aquiles de esta cuarta temporada. En ellos se le ha querido dar una importancia radical a la música (un buen ejemplo de tratar de repetir lo que mejor funcionó del arranque de la serie). Lejos de funcionar como lo hiciera en su día la popular canción "Bella Ciao" acudimos a ciertos eventos del pasado aderezados por coros de monjes que son surrealistas y no se salvan ni con los grandes hits de Umberto Tozzi y Franco Battiato "Ti amo" y "Centro de gravedad".

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Cualquier cosa cabe en La casa de papel, así que quienes busquen sorpresas, las van a tener. A veces da la sensación de que hasta se han unido tramas por medio de una tormenta de ideas de la que no se ha descartado nada. Un poco en plan... "¿Que no saco yo un toro? Sujétame el cubata....".

Son abundantes hasta rozar la locura total y nos llevan a un cliffhanger de manual con un cara a cara fantástico para esperar comiéndonos las uñas hasta el regreso de la serie, a saber cuándo, a juzgar por la situación de parálisis actual de la industria audiovisual. ¡Cómo le gusta a Álex Pina hacernos sufrir!

En cualquier caso, ésta serie sigue siendo un placer culpable maravilloso como pura evasión: por delante casi ocho horas de entretenimiento que quizás no deje mucho poso, pero sí una curiosidad enorme por conocer el futuro desenlace y sobre todo a lo largo de las cuales no hay tregua para pensar en nada más. Y hay que ver lo que se agradece...

VALORACIÓN:

No esperéis una resolución para el atraco del Banco de España: La casa de papel vuelve con un juego de espejos y con algunos flashbacks que funcionan peor de lo que es costumbre para volver a dejarnos in albis de cara a la quinta temporada.

LO MEJOR:

Como placer culpable sigue funcionando: sabe valerse de un ritmo endemoniado para mantener el interés de la audiencia a pesar de sus incongruencias.

LO PEOR:

Mucha más adrenalina y mucho menos seso... El guión está cogido con pinzas, como se pone de manifiesto con los bandazos del personaje de Nairobi.
Hobby

78

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