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Crítica de Todo el mundo odia a Johan y el recordatorio de que la vida necesita momentos explosivos

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Todo el mundo odia a Johan

Crítica de la extraña comedia noruega Todo el mundo odia a Johan (Alle hater Johan), de estreno en los cines españoles este 18 de agosto de 2022.

 

Si para Forrest Gump la vida era como una caja de bombones, para Johan es como una caja de bombonas... de butano, porque lo suyo son las explosiones. Todo el mundo odia a Johan es una comedia inusual con ese particularmente torpe sentido del humor nórdico que por estas latitudes funciona a medias, pero que esconde un par de reflexiones interesantes sobre la vida.

La primera de ellas es que, en efecto, no tiene mucho sentido vivir si no es para disfrutarla al máximo, para lo cual nuestro protagonista va a tener que conseguir reponerse de una serie de desgracias que lo marcarán para siempre y buscar un alma afín con quien compartir su pasión: hacer que las cosas vuelen por los aires.

Nos desplazamos a un remoto pueblo noruego para conocer a la familia Grande cuya función es la de volar puentes para frenar la invasión alemana. Un buen día, los dinamiteros destruyen por error un puente de gran valor estratégico para el bloque de los aliados y, desde ese momento, se convierten en el objetivo del odio local.

Johan apenas es un niño cuando el cartero empieza a boicotearle y echar abajo su buzón. Cuando poco después sus padres fallecen en un accidente, no tiene más remedio que hacer frente a la situación y buscar el amor que sus padres ya no pueden darle.

Su afición por la dinamita lo llevará a desencadenar otro inesperado accidente que destrozará sus pretensiones amorosas y tendrá que buscar un futuro en la más absoluta soledad, trabajando como farero. Cuando regresa al pueblo mucho tiempo después, descubrirá que el rencor vecinal que todo el mundo le profesa sigue intacto.

 

Una tragicomedia más aguda de lo que aparenta

Todo el mundo odia a Johan es en el fondo una reivindicación del derecho a ser diferente y a equivocarse y no avergonzarse por ello. Vamos, una de las primeras lecciones de vida que todos tenemos que aprender para salir adelante: reírnos de nosotros mismos, superar las adversidades y levantarnos después de tropezar... por gordo que sea el tropiezo.

Johan, nuestro protagonista, es un resiliente con objetivos claros que permanece inasequible al desaliento durante toda su aventura: quiere amar y ser amado y está dispuesto a ser libre, a pesar de que otros traten de colgarle el yugo de la culpa y le pongan palos en las ruedas.

Es bastante probable que la película pase inadvertida entre los estrenos de la semana al tratarse de una producción modesta, pero seguramente es en su falta de pretensiones y de artificios donde radica su mayor encanto.

De alguna manera, Pål Sverre Hagen (Kon-Tiki) se las apaña para que nos despierte ternura su personaje, a pesar de que es a menudo infantil, tosco y bobalicón. Es como un niño grande (¡Grande!) que nunca tiene claro la proporción de sus actos ni la onda expansiva de las explosiones que provoca.

Pero que sin embargo queda cautivado por la belleza de la destrucción. Y no es difícil reconocerse en esa capacidad de maravillarse que otros sentimos con estímulos más mundanos.

También hay una denuncia del lastre que suponen las etiquetas que los demás nos imponen.y nos encasillan injustamente. Las buenas personas a veces cometen errores e imprudencias que causan dolor sin que sea su intención.

Todo el mundo odia a Johan
Avalon

Como todo lo dicho, ya se puede esbozar la idea principal: Todo el mundo odia a Johan no es ni mucho menos una comedia descacharrante, que tire de agilidad para encadenar sketches cómicos, sino que roza el surrealismo para hablar de temas universales.

Entre las señas de identidad propias que la hacen interesante, está el hecho de abarcar un largo periodo de tiempo y dar una perspectiva amplia de los sucesos y su resonancia en el tiempo, algo que comparte con otras obras con las que tiene similitudes, como Un hombre llamado Ove o El abuelo que saltó por la ventana y se largó

Yendo al cine con las expectativas claras, Todo el mundo odia a Johan es una película que cumple de sobra y, por lo tanto, un interesante debut para el director Hallvar Witzø, que basa su narración en los personajes y en el entorno en el que se desarrolla su historia.

VALORACIÓN:

Más fuerte en su premisa trágica que en su vertiente cómica, Todo el mundo odia a Johan aborda temas potentes y consigue despertar una gran simpatía hacia su protagonista, a quien vemos evolucionar durante toda su vida. ¡Se pueden aprender muchas cosas de su explosivo periplo vital!

LO MEJOR:

La complejidad inusitada del personaje principal y el trabajo del actor Pål Sverre Hagen para hacernos empatizar con él. Las reflexiones sobre la vida

LO PEOR:

Su particular sentido del humor no funciona demasiado: le falta ritmo y contundencia.
Hobby

70

Bueno

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