Crítica de Crónica de una tormenta, con Ernesto Alterio y Clara Lago

Presentada en el Festival de Cine de Málaga, esta coproducción hispano-argentina supone el primer largo de su directora, Mariana Barassi. 

El guión de Crónica de una tormenta está basado en la muy exitosa obra de teatro titulada "Testosterona" de Sabina Berman con algunas diferencias obvias como la actualización de la trama para acercarla a los espectadores. Barassi recibió la propuesta del productor Gerardo Herrero.

Lo que se mantiene en su esencia, es el lance dialéctico entre los dos personajes principales, cada cual con sus propios intereses a defender en un momento de impás en el que se pone el juego la ética periodística, sus sentimientos personales y las relaciones laborales de un periódico llamado Nuevo Imparcial.

En la víspera de Navidad, Antonio, el director del mencionado diario, se ve obligado a elegir a su sucesor: Maca, una mujer que apuesta por la cooperación entre los miembros de la empresa y no por la verticalidad en el trabajo, competirá contra el otro subdirector, Vargas, un periodista manipulador que se las sabe todas y parece ir siempre varios pasos por delante.

Tras despedirse de los empleados, Antonio, Maca y Vargas se quedan encerrados en el edificio, una vez que una impresionante tormenta azota el edificio que alberga las rotativas y la redacción del periódico. 

Maca ha sido la alumna predilecta de Antonio desde la universidad y también les une una relación de respeto y compromiso pero también un amor platónico latente que ambos han decidido obviar por el bien de su trabajo. A pesar de que parece inevitable su elección, considera que le falta un elemento imprescindible para ocupar su puesto: suficiente testosterona y agresividad para hacerse con el mando.

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Crónica de una tormenta tiene muchas lecturas y no es una cinta especialmente fácil. Por su naturaleza teatral los diálogos son arrolladores, con un subtexto importante: esto conlleva que el espectador tiene que estar muy concentrado y pendiente de los detalles, algo a veces complicado en las larguísimas secuencias que rondan los quince minutos de duración. La película sí que sabe aprovechar el plus que le ofrece el lenguaje cinematográfico para explorar los espacios mientras se producen las largas charlas entre ambos protagonistas.

A priori se podría decir que es todo un juego de poder, pero se conjugan muchos otros componentes como la adicción al trabajo, la renuncia a ciertos aspectos personales para alcanzar logros laborales y una red de relaciones marcadas por cierto grado de insatisfacción (ya sea por el matrimonio fallido de Antonio o por la incapacidad de Maca para comprometerse). Antonio es, por una parte, el mentor de Maca, pero también existe entre ellos un deseo soterrado al que ambos parecen haber renunciado de forma consciente.

Pero... hay mucho más. Crónica de una tormenta también es una especie de canto del cisne del periodismo valiente y de la profesionalidad en el sector. Así, seremos testigos de chantajes, conspiraciones, tramas de corrupción y de un debate profundo sobre el daño de las fake news y los largos tentáculos del poder.

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Puede que una de las cosas que más chirrían de esta adaptación es que Ernesto Alterio (Orígenes secretos) y Clara Lago (El vecino), a pesar de tener química y estar ambos sensacionales sosteniendo con pasión sus papeles (sobre todo él, cuyo trabajo está lleno de matices y pequeños gestos que dan muchísima información), no están distanciados en edad tanto como requerían sus personajes. Parecen demasiado jóvenes y Clara Lago, en especial, para ser una persona que ha vivido tanto tiempo a su sombra.

En cualquier caso, hay un esfuerzo interpretativo importante por parte de ambos, que consiguen sostener bien una película claustrofóbica en la que quedan claras las renuncias personales (a veces ni pagadas ni agradecidas) para poder acceder a la toma de decisiones además de la reflexión en torno a la forma en la que el género condiciona los estereotipos y las expectativas en el trabajo. Crónica de una tormenta merece el tiempo (y el esfuerzo, ya decimos que no es fácil) de la audiencia y generará debates intensos tras el visionado en torno a la película y al mundo en el que vivimos, algo muy valioso.

Los curiosos que estén interesados en saber dónde se rodó, encontrarán curioso el dato de que el ficticio Nuevo Imparcial ha cobrado vida en la sede del Diario de Navarra.