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Crítica de The Disaster Artist, dirigida y protagonizada por James Franco

The Disaster Artist
Crítica de The Disaster Artist, dirigida y protagonizada por James Franco junto a su hermano Dave Franco, Steh Rogen, Allison Brie y Josh Hutcherson. Ya en cines.

¿Alguna vez habéis salido de una sala de cine completamente decepcionados y sin entender por qué todo el mundo pone por las nubes una película? ¿Desconcertante, verdad? Pues es justo lo que me ha sucedido con The Disaster Artist.

Os doy un poco de contexto: en el año 2003, Tommy Wiseau, un excéntrico aspirante a actor que no encontraba su lugar en la industria escribió, dirigió y protagonizó una película muy mala. Pero no solo era mala: era memorablemente mala, ridícula en su grandilocuente concepción, basada en un guión sin pies ni cabeza en el que algunos personajes aparecían porque sí, con exceso de dramatismo, sexo gratuito, chromas espantosos y decorados prefabricados que alargaron de forma innecesaria el rodaje e inflaron los costes.

The Room recaudó cuatro duros aunque su producción fue carísima: más de 6 millones de dólares. Un fiasco en toda regla... O no, ya que, como bien nos recuerdan al comienzo, hay películas que han ganado un Oscar que no han sido tan comentadas ni han generado la mitad del interés que esta rareza.

De hecho, ha terminado convirtiéndose en una película de culto: a día de hoy siguen haciéndose sesiones golfas y pases en los que los asistentes conocen los diálogos de memoria y le arrojan cucharillas a la pantalla, una tradición que hace alusión a uno de los elementos del atrezzo de la cinta. 

The Disaster Artist

Así que el hecho de que Tommy Wiseau, sus motivaciones para "perpetrar" esta película y su accidentada producción hayan despertado el interés de James Franco no me extraña en absoluto. Pero quizás esta historia se merecía más un documental que un biopic... En primer lugar porque ha quedado constancia de la ambición de Franco zampándose el caramelito del personaje (una vez más demuestra necesitar a toda costa conseguir su lucimiento personal) y en segundo lugar porque al final su película no tiene más valor que el de la recreación de otra de ínfima calidad. Como broma en un bar es divertido pero como ejercicio cinematográfico es una tomadura de pelo al cuadrado. 

Es como el fenómeno Sharknado: puedo entenderlo. Asumo que a veces nos divierte la mediocridad y que hay películas que se conciben para hacer gracia precisamente jugando con eso, buscando la cutrez más absoluta y sin miedo alguno al qué dirán. Pero es que de primeras esa no era la idea de Wiseau. Que ahora haya otra película, The Disaster Artist, que busque lo mismo calcando la anterior en la que no había nada que salvar... me parece rizar el rizo demasiado y también tiene un puntito de crueldad. La base es el libro homónimo que escribió el actor Greg Sestero junto al periodista Tom Bissell.

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The Disaster Artist

Dicho esto, entiendo cuál es el chiste, aunque no me haga gracia. Vaya por delante que para comprender el trabajo interpretativo del actor es imprescindible verla en versión original. Franco hace algo muy complicado: consigue mostrar las luces y sombras de un personaje ignoto, incomprensible, una verdadera rareza a la que no caricaturiza ni ensalza. Muestra sus ínfulas, su egoísmo, pero también su lado humano, su voluntad de trascender a través de su obra, aunque tuviera que digerirla como una comedia en vista de la recepción del público. Y supo adaptarse a esa vicisitud.

Este punto de la cinta es quizás el más cruel y a la par interesante: en él vemos a Wiseau derrumbarse y reconstruirse. Y si sabemos leerlo bien es un final alentador: el fracaso puede convertirse en un (relativo) éxito en la medida en la que nos ajustamos a las circunstancias y encajamos el golpe. Finalizar en plan americanada total con aplausos y vítores ya es un salto de doble tirabuzón que no puedo comprar. En el fondo me preocupa que se glorifique la ausencia de calidad y talento y que la broma se nos vaya de madre además de que no tiene nada de rompedor adoptar los convencionalismos del cine más comercialote y facilón.

The Disaster Artist

Entre las mayores virtudes que tiene The Disaster Artist, están los cameos: pasan por la pantalla Bob Odenkirk, Bryan Cranston, Sharon Stone, Melanie Griffith, Zac Efron... Así que sí, el ejercicio metalingüístico sí funciona, aunque las relaciones entre los personajes no tanto. El humor es algo tremendamente personal, pero yo he de reconocer que no he conseguido reírme con esta película. 

Creo que la reflexión más importante a la que nos debería llevar es a la de qué tipo de espectadores somos, qué buscamos en una película, hasta qué punto somos nosotros quienes creamos los mitos o nos dejamos arrastrar por la marea... y en este punto el guión de Scott Neustadter y Michael H. Weber es de lo más perezoso: pretenden que nos quedemos con la anécdota y su superficialidad. Un verdadero desperdicio.

VALORACIÓN:

Gran interpretación de James Franco en The Disaster Artist, una película cuya dirección asume como menos tino. Su carta de amor al cine de serie B y en concreto a Tommy Wiseau, el artífice de The Room, rezuma cierto oportunismo que no se molesta en ocultar.

LO MEJOR:

La entrega en la interpretación de Franco: se metamorfosea por completo en Wiseau sin caer ni en la caricatura ni en la hagiografía. Y los cameos.

LO PEOR:

El concepto de la película está envenenado: no deja de ser un monumento a la falta de talento, lo cual es estremecedor. Visionado OBLIGATORIO en VO.
Hobby

65

Aceptable

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