Crítica de Estación Rocafort: terror en una parada de metro de Barcelona

El verano de 2024 está siendo muy interesante para los amantes del terror gracias a una serie de películas más que notables. Un género que promete seguir dándonos títulos lo que resta de año, tanto internacionales como nacionales, y Estación Rocafort es uno de ellos.

La película dirigida por Luis Prieto se estrena el próximo viernes 6 de septiembre y narra lo que ocurre en la estación de Metro de Rocafort, en Barcelona, que a pesar de su aparente normalidad es un lugar que atrae a los suicidas.

Pero lo primero de todo, aquí está el trailer que sirve para hacerse una idea de la historia y el tono del largometraje.

La película está protagonizada por Laura, una joven que ha empezado a trabajar en el metro y a la que le toca la estación que da título a la historia. Esta chica, interpretada por Natalia Azahara (A través de tu ventana), observa un suicidio y su vida empieza a cambiar por culpa de unas visiones cada vez más fuertes e indistinguibles de la realidad.

Con la ayuda de una compañera de trabajo interpretada por Valèria Sorolla (La consagración de la primavera) empieza a investigar la historia del lugar. Siente atracción por ella desde el primer momento y le sirve de soporte emocional. Es alguien con una personalidad magnética, que despierta curiosidad.

Para averiguar qué ocurre contactan con Roman. Este es un expolicía que presenció unos asesinatos ocurridos en las vías, junto a la estación, y que tras el suceso se ha dedicado a llevar una mala vida en la que el alcohol es su mejor compañía.

Los tres personajes se enfrentarán al descubrimiento de entender qué ocurre en realidad con la estación mientras se va desintegrando la vida de Laura, todo en una trama con sustos y muchos giros de guion.

Buena propuesta, pero no convence

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Estacion Rocafort (6 imágenes)

Como se puede ver, Estación Rocafort parte de elementos clásicos para contar una historia que va del shock al conocimiento: la última víctima de la estación trata de entender qué le ocurrió a la primera para escapar así de la maldición, si es que la hay. Un camino que se recorre con puntos fuertes y otros más flojos.

Lo más interesante está en la realización muy funcional que sabe aprovechar el presupuesto para crear tensión y numerosos momentos impactantes en distintos entornos. Además, son notables las interpretaciones de Natalia Azahara y Valèria Sorolla, tanto en el plano del terror como en la duda y las perspectivas tan diferentes que tienen respecto a lo que ocurre, tal como se verá en el tramo final.

El caso de Javier Gutiérrez es distinto. No se puede decir nada malo del trabajo del conocido actor, pero el papel que interpreta es un cúmulo de tópicos poco agradecido. Un expolicía despechado, alcohólico, desagradable pero de buen corazón... Da la sensación de ser algo visto mil veces.

Esto último es un problema en varias partes de la trama que buscan impactar al espectador y que también exigen dejarse llevar y no valorar si es realista lo que se está haciendo, o los giros de guion. 

No entraré a describir lo que realmente ocurre en la estación más allá de comentar que es una apuesta valiente que no teme dar un salto temático y ampliar el universo expuesto. Sin embargo, la película de 89 minutos no termina de funcionar: es entretenida en algunos momentos, pero la totalidad queda desdibujada a pesar de que siempre está avanzando hacia algún lugar más ambicioso.

El problema de ritmo quizá se deba a que la película pierde fuerza en las partes que no son de terror y a que todo lo que rodea al expolicía hace de contrapeso negativo en la historia. Además, los minutos finales no resultan convincentes, a pesar de que buscan dejar al espectador en shock.

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