Quizás el punto más interesante de toda la historia, el de la maldición que pesa sobre las mujeres de la familia y que abre la película, es el menos explotado a lo largo del metraje. Todo comienza cuando nos presentan Lisa Wyrick (Abigail Spencer, Oz, un mundo de fantasía), una mujer capaz de "contactar con el más allá", muy a su pesar. Tan apabullada está por sus visiones que decide recurrir a medicamentos que traten de enmascararlas. Y todo hay que decirlo, esos primeros minutos de metraje cuentan con un par de sustillos bastante decentes.
Su hija, a la que da vida Emily Alyn Lind (Movie 43) parece haber heredado ese don envenenado cuando, al mudarse a una casa de campo desvencijada, comienza a hablar con su amigo invisible, el señor Gordy. Lejos de sentir algún tipo de empatía hacia su hija, Lisa necesitará la ayuda de su también clarividente hermana Joyce, Katee Sackhoff (a la que veremos próximamente en Riddick), para investigar en el pasado y descubrir que el tan traído y llevado Gordy existió realmente en el pasado. Chan, chan, chan.
Pero el reverendo de la zona les informa de que no se trataba del amable anciano con el que dice conversar su hija, sino de un descendiente malvado del "jefe de la estación", un taxidermista que ayudaba a escapar a los esclavos por medio de una compleja red de túneles.
Hasta aquí da la sensación de que tenemos los suficientes ingredientes como para articular una buena película de terror, ¿verdad? Fantasmas, personas capaces de comunicarse con ellos, una casa "encantada"... Pero no, el debutante Tom Elkins no consigue agarrar al espectador del cuello y ponerle en aprietos, sino que tira por dos caminos difíciles de seguir para mantener el crescendo del terror: el drama familiar (niña incomprendida, madre neutralizada por los fármacos, padre buenorro pero accesorio en la trama y tita que no pinta gran cosa salvo estar a tiro para los espíritus) y el drama histórico. Y es en esto en lo que realmente falla la película: si pretende articular una reflexión en torno a la esclavitud lo hace una forma tan imprecisa que se diluye, arrastrando consigo los engranajes del horror.
Tan prescindible como predecible, Exorcismo en Georgia se revela como una "segunda parte" independiente de su predecesora pero decididamente menos interesante todavía, sobre todo por su incongruente necesidad de atraer al espectador a través del título. Y, lo peor es que desvelada la trama al completo, hay secuencias que rozan el ridículo.
De las interpretaciones solo se puede rescatar y de forma episódica la de Abigail Spencer en una cinta en la que se evidencia la falta de ideas para sacar adelante una buena película de género (amén de las sombras que proyectan los fantasmas, los trilladísimos efectos de sonido y las imágenes deslucidas del pasado).
Resumiendo: aporta poco y no da miedo, acumulando secuencias que deberían ser terroríficas pero que no cuentan con un montaje ni con un guión los suficientemente atractivos para hacer que se estremezca el espectador. Las faltas de coherencia y la torpe conjunción de elementos narrativos llevan la película a una declive forzoso.
VALORACIÓN:
¿Es posible estrenar una película que se llame Exorcismo en Georgia sin que haya un exorcismo? Sí, y que sea considerada una película de terror a pesar de su evidente falta de emoción, también.LO MEJOR:
La actriz principal, aunque con semejante guión es difícil defender el personaje.LO PEOR:
El sempiterno cartel de "basado en una historia real", esta vez acompañado de fotos... Uff...45
MaloDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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