Crítica de Los extraños: cacería nocturna, segunda película de la saga

En 2008 se estrenaba Los extraños, una cinta de bajo presupuesto (rondaba los 9 millones de dólares) rodada por el texano Bryan Bertino y que conseguiría recaudar más de 80. Allá por 2015, se anunció que habría una secuela, la cual traería de vuelta a sus tres personajes principales: Dollface, Pin-up Girl y Man in the Mask. Ellos eran los tres enmascarados sanguinarios que acosaban a una pareja en una película clásica de home invasion que se comercializó como "basada en hechos reales".

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Hasta donde sabemos, la inspiración venía de los asesinatos de Manson y de un hecho que había ocurrido en el barrio del cineasta cuando era niño y que explicó de esta manera: "Cuando era pequeño, vivíamos en una casa aislada al fondo de la calle, en medio de la nada. Una noche en la que mis padres habían salido, alguien golpeó la puerta de la entrada y mi hermana pequeña fue a responder. En la puerta, había unos desconocidos preguntando por alguien que no vivía en la casa. Tiempo después, nos enteramos de que esa gente iba llamando al azar y, si nadie contestaba, entraban en las casas". Si conjugamos con esto la matanza de la localidad de Keddie, que se saldó con un brutal crimen cometido contra una mujer y tres niños en el interior de una cabaña, ya tenemos los mimbres para confeccionar esta narración.

Os contamos esto porque Bertino firma de nuevo el guión de esta película de terror, titulada Los extraños: cacería nocturna, aunque esta vez lo haga junto a Ben Ketai (El bosque de los suicidios) y toma como punto de partida ese mismo hecho. De ahí que "los extraños" sean los mismos personajes y se utilice un enclave más similar para el desarrollo de la acción. Sí, pierde su cualidad asfixiante y claustrofóbica, pero añade otras posibilidades como persecuciones a cielo abierto con involucración de vehículos, explosiones y hasta una curiosísima lucha subacuática en una piscina recreativa.

La sinopsis de Los extraños: cacería nocturna nos avanza que Cindy (Christina Hendricks) y su esposo Mike (Martin Henderson) deciden que su problemática hija Kinsey (Bailee Madison) ingrese en un internado, por lo que inician un viaje para su traslado junto a su hijo mayor Luke (Lewis Pullman). En su ruta, tienen previsto pasar por el parque de caravanas de sus tíos, pero lo que ellos no saben es que han sido atacados de forma salvaje la noche anterior. Durante la noche, una joven llama a la puerta de la casa en la que se alojan y pregunta por Tamara. Comienza la cacería nocturna.

El terror debería derivar del sentido de aleatoriedad de que "te toque" la desgracia de cruzarte con estos individuos implacables que matan por deporte. Si su excusa era simplemente que los inquilinos estaban en casa en la cinta original, ahora es sencillamente un "¿por qué no?". De hecho, ya en la primera película apuntaban aquello de que "la próxima vez", sería "más fácil". Johannes Roberts nos traslada este mal rollo con una película muy correcta a nivel formal, pero con unos personajes bastante endebles con los que es difícil conseguir una conexión emocional empática.

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Tenemos a la típica familia que atraviesa dificultades derivadas del mal comportamiento de la hija menor adolescente que, ataviada con su camiseta de los Ramones y su camisa de franela de cuadros, no hace más que poner los ojos en blanco y hacerse la dura fumando y contrariando a sus progenitores y su hermano. Ella es la scream queen de esta función en la que la veremos dejar caer su fachada de tía dura con una enorme rapidez.

Menos contemplativa y lenta que su predecesora y buscando con mayor ahínco el susto facilón, en esta película de terror destaca un absurdo guión que hace que los personajes resulten a veces hasta ridículos... Sobre todo, esos padres cuya principal función debería ser la de proteger a sus hijos. Ninguno de ellos se comporta de una forma natural o creíble y el sinsentido de sus acciones termina por sacar al espectador de la atmósfera desasosegante que crean la música y las máscaras.

¿Es una Los extraños: cacería nocturna secuela estéril? Desde luego no parece estar a la altura de la saga La purga con la que tan a menudo se compara, que sí ha sabido ahondar en los miedos más profundos de la sociedad, encogiéndonos el ombligo con su iconografía perturbadora... A esta película le falta pegada porque, más allá de los slashers a los que evoca, los que sentaron cátedra estilística (atentos a las transiciones como la de los ojos de la adolescente que se funden con el plano de su hermano entrando en la tienda), tiene poco que ofrecer.