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Crítica de Géminis (Gemini Man), con Will Smith por partida doble

Géminis
¡No ves doble! Te traemos la crítica de Géminis (Gemini Man), la nueva película del director taiwanés Ang Lee protagonizada por Mary Elizabeth Winstead, Clive Owen y Will Smith en un doble papel. Estreno el 11 de octubre de 2019.

Géminis (Gemini Man), la nueva película del director taiwanés Ang Lee protagonizada por Mary Elizabeth Winstead, Clive Owen y Will Smith en un doble papel se estrena este viernes y al fin hemos podido ver la película al completo.

Ya tuvimos ocasión de daros unas primeras impresiones cuando vimos una selección de escenas hace unas semanas, ahora dilucidamos si el conjunto funciona como era de esperar teniendo en cuenta el indudable talento de Ang Lee como narrador.

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La película sigue la historia de Henry Brogan (Will Smith), un asesino a sueldo cuya conciencia le obliga a retirarse. Pronto comienza a ser perseguido por un implacable sicario: lo que no puede imaginar es que se trata de su propio clon, 27 años más joven que él, llamado Clay Junior.

Cuando se encuentran por fin cara a cara, Henry decide luchar contra el sistema que ha creado a su doble, una réplica perfecta de sí mismo y con la que por tanto comparte muchos de sus problemas de conciencia. El líder no es otro que su antiguo jefe Clay Varris (Clive Owen).

Un proyecto de largo recorrido que necesitaba la maduración de la tecnología

Géminis nació hace muchos años, en concreto en 1997 en Disney pero los efectos digitales para poder llevarla a cabo directamente ni siquiera existían. La idea era la que ahora sí ha conseguido salir adelante: que un mismo actor interpretara los dos papeles, pero que "el joven", Junior, fuera recreado íntegramente vía CGI del mismo modo que han sido creados de cero los animales que hemos visto en la nueva versión de El rey león o tal y como fue creado César en la nueva trilogía de El planeta de los simios, uno de los mejores personajes, por cierto, nacidos de una computadora gracias a la técnica de la captura de movimientos o motion capture.

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Ya os hemos hablado en algunas ocasiones de la forma en la que las capturas de movimiento han contribuido a crear personajes ficticios o incluso a aplicar técnicas de rejuvenecimiento o envejecimiento, pero esto es ir un paso más allá al no ser un retoque sino una nueva creación.

Géminis
Paramount Pictures

Ang Lee ya nos dejó boquiabiertos con el tigre de La vida de Pi, si lo recordáis, y siguió después empujando los límites de la tecnología para alcanzar nuevas cotas de calidad en la magnífica y muy subestimada Billy LynnPor entonces rodó en 4K y 60 frames por segundo (recordemos la polémica surgida cuando parte de El hobbit fue rodada en 48 fps haciendo que muchos espectadores se quejaran de la verosimilitud del movimiento de las criaturas que poblaban la película). Y es que el standard siempre han sido 24 fps, así que el cambio es muy notable...

Lee ahora ha rodado a 120 fps lo que hace que esta "alta tasa de frames por segundo" o HFR (High Frame Rate) haga indistingible el movimiento con la forma en la que el ojo percibe la realidad. Y no estamos acostumbrados a ello: la imagen es más nítida, tiene menos flow a pesar de que haya mucha acción y hay quienes lo asocian al llamado "efecto telenovela", es decir, que se reduce tanto el desenfoque que se aprecia mucho más cualquier pequeño defecto en la imagen y se pierde la "textura de cine" o, al menos, del cine tal y como lo concebimos aún a día de hoy.

En esta película se ha calculado todo al milímetro para que Junior resulte real... salvo la secuencia final, en la que, a plena luz del día, resulta menos convincente que nunca. Al margen de eso, en el resto del metraje sí es muy creíble, pero no lo son tanto otros momentos, como los planos aéreos. Ver un avión suspendido en el aire con esta técnica hace que casi parezca de juguete: en este punto más ruido en la imagen sería deseable.

¿Por qué tanta crítica negativa?

Hay algo indiscutible respecto a Géminis y es el esfuerzo que hay detrás de la película para alumbrar un proyecto de estas características. Aunque hablemos mucho de su director y la estrella principal Will Smith, los equipos humanos que hay detrás de cada secuencia son de cientos de personas. La gran pregunta es: ¿se ha perdido el foco de la historia para darle todo ese empuje al apartado visual? Algo de eso hay, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ante una historia concebida en los años 90 y que estamos en 2019... Es como si, en parte, se hubiera quedado obsoleta por el simple hecho de que ya se ha abordado el tema en muchas ocasiones.

La historia se queda corta, resulta demasiado simple y está expuesta de forma un tanto torpe si nos atenemos a la necesidad que parecen tener los personajes por expresar con palabras cómo se sienten con diálogos poco naturales. Hay una sobreexplicación que ralentiza el ritmo de la película y le resta impacto: está demasiado mascada y no permite al espectador formar parte del juego.

Por otra parte, incluso establece algunos vínculos con temas tratados ya en Billy Lynn: los dilemas morales que acarrea el entrenamiento militar, la humanidad o falta de la misma necesaria para crear supersoldados y, sobre todo, las consecuencias que tiene sobrellevar una persona por realizar este tipo de trabajos.

Si en la primera se hablaba de síndrome de estés postraumático, aquí se aborda el pesar de la conciencia y la forma en la que la madurez le da a la vida una nueva perspectiva, variando a qué se le da un mayor valor. Henry Brogan habla de los "fantasmas" que le impiden conciliar el sueño o mirarse en el espejo y por eso se siente en la necesidad de ayudar a Junior y convertirse en su mentor, con la finalidad de que no caiga en sus mismos errores.

El tema de la dualidad se explota de una manera muy certera en Géminis. Los reflejos, los espejos, las duplicidades... Ang Lee lo utiliza de forma magistral, sobre todo en las secuencias de acción entre las que se encuentran la memorable persecución de Cartagena (alucinante el trabajo de los stunt men) o el enfrentamiento en las catacumbas de Budapest. Las set pieces son una verdadera pasada, conjugando una dirección artística y un trabajo de localizaciones excelente.

Mucho menos convincente es el conflicto entre Junior y Clay Varris, personaje al que da vida un desinfladísimo Clive Owen. Su personaje es plano y sin matices, no da juego ni emociona.

Valorando el conjunto, puede que estemos, curiosamente, ante la película más autobiográfica de Ang Lee (ha expuesto en multitud de ocasiones que se siente muy identificado con el personaje principal) pero en la que menos se aprecia su sello autoral como cineasta, aunque sí encontremos en el corazón de la historia temas que como es evidente, le interesan como creador. En cualquier, la experiencia 3D ya paga la entrada: tiene muchísima profundidad y aporta capas, nunca mejor dicho, a la película. Está claro que no es su mejor trabajo porque le falla el guión en repetidas ocasiones, pero merece la pena.

VALORACIÓN:

Muy elaborada en su apartado visual y algo más descuidada en lo que a la historia se refiere (bastante poco original), este último trabajo de Ang Lee resulta deslumbrante cuando la acción toma el mando.

LO MEJOR:

La persecución de Cartagena y la de las catacumbas de Budapest. En general y salvo momentos puntuales los efectos especiales son dignos de aplausos.

LO PEOR:

Tiende a sobreexplicarse por medio de unos diálogos muy poco eficientes. El conflicto paterno-filial no funciona y la secuencia final sobra.
Hobby

65

Aceptable

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