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Crítica de El infinito, película de fantasía y terror

El infinito
Crítica de El infinito (The Endless), la película de fantaterror dirigida y protagonizada por Aaron Moorhead y Justin Benson (responsables de Resolution). Ya en cines.

Si te gusta el cine de ciencia-ficción y estás a la caza del sleeper veraniego de turno, es más que probable que El infinito (The Endless) sea justo lo que andas buscando. Sus directores (y protagonistas, por cierto), Aaron Moorhead y Justin Benson, ya nos dejaron pensando con Resolution, una película anterior con la que ésta se comunica. No temáis no haberla visto, no es en absoluto necesario para comprender lo que proponen ahora, aunque si la disfrutasteis en el marco de algún festival, sí que os generará mayor complicidad con su planteamiento.

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El infinito es una de esas películas que se forjan a fuego lento manteniendo al espectador al borde de la butaca con algunas secuencias especialmente inquietantes. La clave, lovecraftiana, nos la dan en la cita que precede a las imágenes en la que nos advierten con qué van a jugar: "La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido".

Así que lo que nos genera extrañeza es precisamente todo aquello que no se puede explicar, que son muchas cosas desde el primer momento, pero que al final encuentran cierto grado de explicación. Nada es baladí en la puesta en escena, de ahí que las formas recurrentes del círculo se repitan a menudo así como todos esos misterios en los que preferimos no abundar para no estropearos ningún momento clave pero en los que son fundamentales la ruptura de la lógica temporal y espacial.

Sí que hay que aclarar antes de seguir profundizando en esta crítica deEl infinito que es preciso hacer muchas concesiones a la ficción: le interesará a quienes gozaron de series como The OA o de películas como Otra Tierra, Coherenceo Primer, pero quienes esperen una historia muy cerrada o espectacular pueden sentirse fácilmente defraudados.

Justin y Aaron conservan sus nombres en la ficción, prestándoselos a sus personajes: son dos hombres que en su adolescencia abandonaron una secta que aguardaba la Ascensión y que ahora malviven tratando de salir adelante con precarios trabajos.

Un buen día, reciben un vídeo de una de las seguidoras del culto. En él, cuenta que va a realizar un viaje, pero que regresará al campamento y que simplemente quiere mandar un mensaje de tranquilidad a sus familiares y seres queridos. Aaron, el hermano menor, pronto descubre que a pesar de seguir yendo a citas de "desprogramación" para superar su pasado, desea realizar una visita a la secta, quizás para reafirmar la decisión que tomó Justin por él o porque no termina de encontrar su lugar.

De ese modo, emprenden un viaje desconcertante al lugar en el que el culto pervive adorando a una suerte de deidad forestal y en la que su líder Hal (Tate Ellington) trata de persuadirles para indagar en el sentido de sus vidas.

El infinito

Hay varios focos de interés argumentales en El infinito, pero el más potente es el que hace que el espectador sienta una enorme y constante curiosidad. En primer lugar, por conocer en qué consiste esa comuna y qué efecto tuvo en los dos hermanos en su juventud, pero muy pronto también por la sucesión de fenómenos inexplicables que les rodean y que les llevan a contemplar paisajes imposibles y a conocer a personas que parecen vivir en su propio mundo.

Las interpretaciones son muy sólidas, pero además la puesta en escena es tremendamente original: muy realista pero a la vez con una fotografía con un toque onírico que hace mucho bien a la narración. Vamos descubriendo la nueva información con los propios personajes, de modo que es fácil empatizar con ellos y comprender su búsqueda de una salida.

Sin tener un ritmo trepidante ni un presupuesto sideral, los creadores demuestran tener un agudo ingenio y soluciones plásticas competentes para atraparnos en su discurso. Y dejarte caer así, en sus manos, durante casi dos horas sin mirar el reloj en ningún momento, es un gustazo. Paradojas temporales, cuestiones paranormales, interrogantes esbozados y la eterna dicotomía entre la fe y la razón se dan cita en El infinito. Y después de visionarla, la verdad es que dan ganas de pedir más películas como ésta...

VALORACIÓN:

El infinito es la prueba de que es posible hacer cine fantástico con pocos recursos y mucha imaginación. Su objetivo de desasosegar al espectador y crear una ambientación desconcertante, lo alcanza a los pocos minutos de arrancar.

LO MEJOR:

Su propuesta de terror indie es absorbente e hipnótica... No parece que pase el tiempo durante el visionado.

LO PEOR:

Quienes busquen respuestas a todas sus preguntas quedarán defraudados: no es una película con un cierre definitivo.
Hobby

80

Muy bueno

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