Crítica de Juerga hasta el fin

El Apocalipsis no sólo no ha llegado sino que ha inspirado multitud de series, documentales y películas de toda clase y condición aunque seguro que no como Juerga hasta el fin, el debut en la dirección de Seth Rogen y Evan Goldberg en la que un grupo de actores se interpretan a sí mismos que se basa en un cortometraje titulado Jay and Seth vs. the Apocalypse, dirigido y escrito por Jason Stone.

Jay Baruchel llega a Los Ángeles para pasar unos días en casa de su amigote Seth Rogen y después de meterse una buena dosis de marihuana y darle cera a la consola, deciden pasarse por una fiesta en casa de James Franco en la que se encontrarán con Michael Cera, Danny McBride, Aziz Ansari, Jonah Hill, Christopher Mintz-Plasse, Craig Robinson, Emma Watson, Paul Rudd, Kevin Hart, David Krumholtz y hasta a Rihanna con sus uñas postizas y su cara de pocos amigos.

Hasta aquí parece que vamos a volver a ver una nueva entrega de Supersalidos, Superfumados, Virgen a los 40 o cualquier otra joya del 7º arte similar cuajada de cameos, pero, repentinamente, comienza el fin del mundo y los raptos de los justos, lo cual deja a nuestro grupito de colgados recluido en la mansión-Franco preguntándose si no estarán alucinando por el consumo de estupefacientes.

Lo interesante de Juerga hasta el fin, dentro de su humor facilón, autocomplaciente, lascivo y pretendidamente polémico (ya sabéis, vergas y corridas por aquí y por allá) es el juego metalingüístico que introduce acerca del propio cine. Así, para pasar el rato, los supervivientes harán una continuación en vídeo casero de Superfumados (uno de los momentos más divertidos de la cinta) y se cachondearán de lo lindo de todo y de todos, refiriéndose a Emma Watson como Hermione o burlándose de la nominación al Oscar de Jonah Hill.

Quien busque pasar un rato entretenido y vaya al cine con unas expectativas bajas, encontrará la película lo suficientemente efectiva como para desconectar el cerebro durante algo más de hora y media e incluso disfrutar de las gamberradas de esta pandilla de niños grandes que se niegan a crecer a toda costa.

En el top ten de los iconoclastas tenemos a Danny McBride, con el papel más bestia de la película (y si no que le pregunten a Channing Tatum).

El espectador exigente que busque algo más en Juerga hasta el fin lo tiene crudo, y es probable que salga notablemente mosqueado del cine preguntándose si no habría sido más normal que este título hubiese pasado directamente a DVD teniendo en cuenta que, como es obvio, los que la han hecho se lo han pasado pipa, pero el nivel de la cinta en sonrojante en todos los sentidos y con un final bastante bochornoso (cuánto bien hacen las tijeras en la sala de montaje... aquí entre 10 y 15 minutos menos habrían sido un desahogo). ¿En serio se han gastado en esto 32 millones de dólares con la de buenas historias que hay por contar?