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Crítica de Leatherface, la precuela de La matanza de Texas

Leatherface
Crítica de Leatherface, la precuela de La matanza de Texas dirigida por Alexandre Bustillo y Julian Maury protagonizada por Sam Strike, James Bloor, Lili Taylor, Nicole Andrews, Stephen Dorff y Finn Jones. Estrenada en el Festival de Cine de Sitges de 2017.

A veces, lo peor que te puede pasar es tener éxito de forma prematura: parece que éste es justo el caso de Alexandre Bustillo y Julian Maury, que recibieron maravillosas críticas en su debut con A l'interieur y que desde entonces no han conseguido nunca alcanzar el mismo consenso entre el público o la crítica.

¿Cómo encaja esta película en el canon de la saga de Leatherface? Bueno, empecemos dotando a esta crítica de un poco de contexto. UnTobe Hopper desconocido para el gran público (solo había rodado Eggshells en el 69) lanzaba en 1974 La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre) que se inspiraba en los asesinatos reales cometidos por Ed Gein en la década de os 40 y de Elmer Wayne Henley a comienzos de los años 70. Rodada en 16 milímetros y coescrita junto a Kim Henkel, fue un éxito inmediato a todos los niveles. En taquilla convirtió sus exiguos 83.500 dólares de presupuesto en casi 31 millones de recaudación pero su mayor logro fue el de convertirse en una piedra fundacional de una nueva forma de hacer cine de terror y, sobre todo, de crear una franquicia en torno a un personaje icónico.

Leatherface o Cara de cuero sería incluido en los altares del terror junto a Jason Voorhees de Viernes 13, Michael Myers de La noche de Halloween o Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street. Top ventas en trajes de máscaras y complementos de Halloween, además, esto hay que decirlo un día como hoy.

¿Qué vino después? Ya en 1986 el propio Hopper lanzaría su primera secuela: Masacre en Texas 2 (The Texas Chain Saw Massacre 2) con un viraje hacia el humor y en los 1990 y 1994 llegarían dos nuevas secuelas: La matanza de Texas III (The Texas Chain Saw Massacre III) de Jeff Burr y la muy mal valorada La matanza de Texas: la nueva generación (The Return of the Texas Chainsaw Massacre) de Kim Henkel que contaba en su reparto con Renée Zellweger y Matthew McConaughey y que estaba a medio camino entre parodia y el reboot.

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Casi diez años después llegaría el remake, que, eso sí, contaría con el beneplácito de Tobe Hopper y Kim Henkel y supondría un pistoletazo de salida para la reimaginación de los slashers clásicos. Hablamos de La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre) de Marcus Nispel, azotada de forma inmisericorde por la crítica aunque no fue mal acogida por el público... Hasta el punto de que tuvo una precuela en 2006 titulada La matanza de Texas: El origen (The Texas Chain Saw Massacre: The Beginning) dirigida por Jonathan Liebesman. Sí, el director de Ira de titanes y Ninja Turtles que también se hizo cargo en 2006 de un par de episodios de Las crónicas de Shannara.

¿Pensábais que habíamos terminado? Nada de eso: hay que añadir una secuela que se uniría a la moda del 3D con Alexandra Daddario y Scott Eastwood como fichajes estrella: La matanza de Texas 3D (Texas Chainsaw 3D) de 2013.

No sé cuántos de vosotros os habréis tragado toooodas estas películas, pero el caso es que ya podéis ver que no hay un canon más allá quizás de las dos primeras películas de Hopper (aunque ni él mismo fue fiel al tono de la primera). Leatherface se centra en la adolescencia del joven Jed y va explotando el recurso de la violencia explícita y los trastornos que la originan. Que las respuestas que nos de sean satisfactorias, e incluso respetuosas con el personaje, es más dudoso, pero hay que decir también que el margen de maniobra es tan amplio que cayera en las manos de quien cayera habría podido hacer prácticamente lo que hubiera querido. 

Una de las pistas que teníamos para predecir que estaríamos ante una película de terror cinta fallida es el hecho de que veníamos arrastrándola desde hace años (se rodó en 2015 y ha estado dos años en la nevera) y que un festival de terror del calado de Sitges la programara únicamente en maratones de madrugada en su 50 edición ya hacía saltar todas las alarmas.

Lo que se nos narra tras un breve preludio sobre la infancia del futuro monstruo carnicero en el seno de la espantosa familia Sawyer, donde recibe como regalo su sierra mecánica a modo de rito de iniciación, es cómo diez años después, siendo ya joven, escapa de un hospital psiquiátrico con otros tres reclusos y secuestra a una enfermera a la que llevará en un viaje por carretera de pesadilla mientras un policía trastornado, Hal Hartman (Stephen Dorff), les persigue. ¿Cuál de ellos será el portador de la máscara?

Leatherface

Lili Taylor es la intérprete que más destaca del elenco, si bien incluso duele haberla visto en una cinta de terror como Expediente Warren: The Conjuring y ahora levantando una propuesta tan endeble del poco inspirado guionista Seth M. Sherwood (Black Mass). El dúo de directores parecen tener claro dónde poner la cámara pero no tanto para qué.

Leatherface parte de ser una cinta completamente innecesaria cuyo fin parece ser justificar la existencia de un ser injustificable y de tener más bien poco que contar: no revoluciona a nivel argumental ni a nivel narrativo y como entretenimiento pasa del tedio a lo farragoso con una facilidad pasmosa... es como si todo tuviera que resolverse de forma apresurada en un tramo final que convence tan poco como el retrato psicológico de un personaje ampliamente explotado ya en otras películas.

¿Y la sangre? ¿Y las muertes? Esto debería ser el punto fuerte de una cinta de esta índole que incluso trata de salvarse homenajeando algunos planos de la película original. No sabemos si será por cuestiones presupuestarias (ya veis que la primera fue baratísima), falta de fe o de ideas, pero ni en eso se salva. Ni intensidad, ni ritmo ni una banda sonora digna para acompañar los gritos. Todo es insustancial y gratuito, casi frustrante en Leatherface. Me quedo con la fotografía que por desgracia poco puede hacer para arreglar el desaguisado.

Sí, 2017 ha sido un año dorado para el terror con una avalancha inmensa de títulos, pero se agradecería menos cantidad y más calidad.

VALORACIÓN:

Prescindible precuela de La matanza de Texas que nos acerca al origen de Leatherface y su adolescencia. Puede que sea uno de los mayores blufs del cine de terror del año.

LO MEJOR:

Lili Taylor tiene esa capacidad maravillosa de conferirle credibilidad a todos sus personajes: funciona de fábula como madre disfuncional.

LO PEOR:

¿Era necesaria esta película? Partimos de la base de que no, pero es que encima no respeta ni el espíritu ni la iconografía de la original.
Hobby

40

Malo

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