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Crítica de Lucifer Temporada 4 - Ya en Netflix al completo

Jesús Delgado

Lucifer Temporada 4
Lucifer Temporada 4 ya puede verse en Netflix. La serie basada en el personaje de cómic creado por Neil Gaiman y desarrollado por Mike Carey para DC Vertigo concluye una etapa, atando la mayor parte de los cabos. Analicémos esta temporada.

El Diablo, a pesar de ser conocido como El Príncipe de las Mentiras, siempre cumple su palabra y nunca miente. Esta es una de las bases de la serie Lucifer. Una premisa que, por cierto, ha adoptado Netflix, que ya anunció su intención de adoptar la serie bajo su ala, tras la cancelación del título en Fox, produciendo la temporada 4 para su servicio de streaming.  ¡Sobre todo después de la intensa campaña fan de #SaveLucifer!

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Desde el miércoles 8 de mayo, Netflix cumplió lo prometido y es posible ya ver Lucifer temporada 4 en su catálogo, al completo y junto a las temporadas anteriores. Ahora bien, esto tiene truco. La cuarta temporada de Lucifer consta únicamente de una decena capítulos y omite (que no descarta) los dos últimos episodios de la temporada 3, que sirvieron de bonus track / despedida para el fandom, que daba por perdida la serie.

De esta manera, no se hace mención a la realidad paralela del Multiverso DC propuesta en el episodio narrado por Neil Gaiman (creador del personaje), ni tampoco se da más pábulo al personaje de Rae-Rae / Azrael, interpretado por Charlyne Yi (House, Steven Universe). Directamente, se pasa a desarrolla las consecuencias del antepenúltimo episodio, en el que Chloe Decker (Lauren German) descubría la verdad detrás de su extravagante socio (Tom Ellis), quien se relevaba ante ella como el auténtico Lucifer Estrella de la Mañana (Lucifer Morningstar, en el original).

Para entrar en harina directamente y no irse por las ramas, la temporada 4 reduce mucho la cantidad de episodios. Respecto a los veintidós que normalmente han durado las anteriores temporadas, esta cuarta se limita a una decena de capítulos. Y todo ello con el objetivo de zanjar una etapa de la manera más limpiamente posible, dejando pendiente el futuro del título y su posible renovación. A pesar, eso sí, de que deja todo el pescado vendido al concluir su décimo capítulo.

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El problema principal de Lucifer desde su estreno, del que os hablamos en su llegada a Antena 3 junto a Supergirl en su momento, es el de ser la serie peor valorada de entre los productos audiovisuales que han adaptado una obra de Neil Gaiman. Lejos de desarrollar el surrealismo onírico de la colección de The Sandman, cómic entre cuyas páginas nació el personaje, o basarse en la tragedia épica y mitolígica del cómic de Lucifer, la serie protagonizada por Tom Ellis apostó por otro camino. 

El título televisivo se produjo como una serie ligerita, una comedia sobrenatural, de formato procedimental, perteneciente al género híbrido  romántico-policíaco. Vamos, como una suerte de sustituto de la serie Castle, que por entonces se hubo de cancelar una temporada antes de lo previsto, debido a las desavenencias entre Nathan Fillion y Stana Katic y los malos resultados de audiencia. Teniendo esto en cuenta, hemos de entender que (por mucho que nos mole la premisa original de los cómics), el fin de la serie de Lucifer era el de servir de sosias y reemplazo de la comedia romántica y policíaca de ABC en antena. 

Dicho esto, asumamos que Lucifer nunca ha pretendido ser otra cosa que eso: un producto de entretenimiento ligero, sin pretensiones intelectuales. Nunca ha querido ser una adaptación sesuda y metafísica, como American Gods, o una versión seriada de la genial Good Omens (Buenos Presagios) de Terry Pratchett y Neil Gaiman. ¡Ni mucho menos!  De ahí que debamos hacerla concesiones y entrar en su juego si queremos divertirnos con ella.

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Y, dentro de las reglas con las que juega, admitimos que esta serie se ha desarrollado correctamente hasta ahora, como un título socarrón, intrascendente, divertido y algo histriónico, con un planteamiento cercano al culebrón. Pero, en este sentido, nunca ha engañado a nadie. No ha pretendido ser otra cosa distinta a la que es. Y su temporada 4 mantiene esta honradez.

Claro que, como alicientes, el show ha traído a su redil a Graham McTavish (El Hobbit, PredicadorCastlevania) y a Inbar Lavi (El último cazador de brujas), cuyas interpretaciones son acordes al tono cómico de la serie, nos brindan un gran trabajo. Sobre todo, permitidnos una recomendación: prestad atención a Lavi, cuyo personaje puede ser muy paródico y estereotipado. Pero la actriz lo defiende muy bien, llegando a hacer que le cojas cariño, arrancándote alguna que otra sonrisa.

Haciendo un paréntesis, también podemos decir que Netflix le da lo que parece ser un "final" digno a una forma de entender el relato de las temporadas 1 a 4. Aunque, atención, no se descarta una quinta, que bien podría jugar con planteamientos más propios de la plataforma, alejándose del tono y enfoque propuesto inicialmente para ABC. En otras palabras, el episodio 10 de la temporada 4 puede entenderse como un final definitivo de la serie o (si hay una renovación) como la conclusión a un modo de entender el show, dando lugar a otro enfoque (quizá) más serio y dramático. El tiempo lo dirá.

En tanto, regresando de nuevo a la temporada 4 de Lucifer, hemos de señalar que mantiene una estructura y unos temas similares a los del programa hasta ahora. Esto es: romance, tensión sexual no resulta, comedia de grano grueso, crítica social y religiosa, alguna salida de tono picante y el Lucifer de Tom Ellis comportándose como un adorable y carismático niño mimado adulto.

Ahora, os hemos de avisar nuevamente: como hija de su género que es, la serie acaba abusando de topicazos y de giros de guión previsibles y otros vicios inherentes de su planteamiento como producto. Además, en el intento de dar un final adecuado a la etapa, en tanto sabemos de su posible renovación, Lucifer se arroja a un agujero (literal y metafóricamente) del que le va a ser difícil salir si alguna vez se llega a realizar la temporada 5.

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Vamos, que el fandom de la serie quedarán contento. Sobre todo porque, atención, al reducir el número de episodios de 22 a 10, la cosa se hace más digerible, ágil y se va más al grano. Esto, por cierto, viene a ser un dardo envenenado, arrojado al corazón de las series procedimentales, anunciando su caducidad y viniendo a señalar que su formato, coste y planteamiento están pasados de moda y que, en el futuro, este tipo de series podrían ver reducido considerablemente su número de capítulos por temporadas si quieren sobrevivir. 

VALORACIÓN:

Correcto punto y aparte para la serie procedimental de Fox, que ahora "concluye" Netflix. La reducción de episodios agiliza este fin de etapa, adecuando su formato a las características de la plataforma VOD.

LO MEJOR:

La reducción de trama agiliza mucho el visionado. El efecto fanservice que fomenta. El trabajo actoral de Tom Ellis, Graham McTavis e Inbar Lavi.

LO PEOR:

Hay que hacerle concesiones, entendiendo su público, discurso y objetivo. Abusa de los giros de guión, dignos de culebrón. ¿Cómo saldrán de ese final?
Hobby

70

Bueno

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