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Crítica de Megalodón (The Meg), la película con tiburón gigante de Jason Statham que triunfa en Netflix

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Megalodón
Crítica de Megalodón (The Meg), con un tiburón gigante y criaturas marinas gigantescas. Está rotagonizada por Jason Statham y dirigida por Jon Turteltaub. Dos años después de su estreno en cines, ha llegado a Netflix y está arrasando.

Si en su momento visteis el tráiler de Megalodón (The Meg) y además habéis tenido ocasión de hacerlo en pantalla grande, es probable que os impactara, allá por 2018. No es para menos: bestias marinas + tecnología puntera + Jason Statham... ¿Qué más se puede pedir? Bueno, de primeras un poco menos de contención y ya, para redondear, no habría venido mal a Statham un compañero de aventuras con el que hacer piña. Ahora, la película The Meg ha llegado a Netflix y es la más vista en la plataforma, actualmente. ¿Es para tanto?

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Todos tenemos en mente Hobbs and Shaw, ese spin-off de Fast & Furious que coprotagonizó con Dwayne Johnson, con quien ha demostrado tener una magnífica química. En esta película del tiburón gigante, claramente le falta alguien en quien apoyarse. Este problema se deriva del guión escrito a tres manos por Dean Georgaris, Jon Hoeber y Erich Hoeber y llegados a este punto, nos preguntaréis... ¿pero quién va a ir a ver esta película por el guión? ¡Queremos acción! ¡Queremos desparrame! ¡Queremos diversión! Aquí es donde las expectativas pueden jugaros una mala pasada: la película se queda a medio camino de casi todo. 

Megalodón nos lleva al punto más bajo del planeta, un lugar todavía más profundo que la fosa de las Marianas. En ese enclave, un grupo de investigadores se encuentra realizando una expedición como parte de un programa internacional de vigilancia submarina, financiado con fondos privados. El magnate que ha puesto el dinero se desplaza allí para el gran evento que puede marcar un antes y un después para la biología marina: traspasar lo que creen que es una sima que lleva a una profundidad inaudita en un moderno batiscafo. Después de que su sumergible sea atacado por una gigantesca criatura que se creía extinta, la tripulación se queda atrapada.

Esto llevará al oceanógrafo chino responsable de la misión a contratar al especialista en rescates en aguas profundas Jonas Taylor, incluso en contra de la opinión de su hija. Lo que no pueden imaginar es que él ya se ha enfrentado a esa amenaza: un tiburón gigante, una criatura prehistórica de 23 metros, antecesora del tiburón blanco, de enormes fauces y gran instinto cazador.

Hay todo un arco argumental de esta película de tiburones (el que se desarrolla en la playa) que está articulado como un homenaje o relectura de Tiburón (Jaws), la cinta de Spielberg de 1975, pero ni de lejos consigue ser tan eficiente, a pesar de sus planos aéreos y submarinos y su colorista articulación, con la costa repleta de hinchables de colores. Entre otras muchas razones, porque la banda sonora de Harry Gregson-Williams es muy poco potente.

En conjunto, la película está bien rodada, los efectos especiales son muy solventes (incluyendo los digitales para multiplicación de extras y el CGI) y las criaturas son creíbles, dentro de lo inverosímil que es a nivel científico que suceda algo como lo que propone la narración. Pero le falta humor, diversión, romance y acción. Empieza a entrar en calor a eso de la mitad del metraje y, si bien hasta ese punto no da tiempo a aburrirse porque hay momentos de tensión para dar y regalar, sí que se guardan al megalodón durante demasiado tiempo hasta mostrarlo en todo su esplendor.

Si Megalodón fuese la única película de tiburones asesinos o monstruos marinos que hubiéramos visto en los últimos tiempos, seguro que sorprendería, pero un público habituado ya a Sharknados estivales y a todo tipo de hibridaciones genéricas y genéticas (Avalanche Sharks, Sky Sharks, Sharkenstein, Shark Exorcist o la más reciente Land Shark son algunos de los títulos que se nos vienen a la cabeza a bote pronto) puede sentir fácilmente en qué aspectos la película se queda corta y qué metraje es el que sobra. Y una de las primeras cosas que salta a la vista es que la escala del megalodón varía mucho a lo largo de la cinta. Es un recurso, como es evidente, pero no veréis un bicho tan descomunal como el de esta imagen promocional, supongo que porque entre otras cosas, sería difícil que un hombre interactuara con él de forma creíble:

Megalodón
Warner Bros.

A lo mejor, siendo menos correcta pero más arriesgada, pegaría con la fuerza que insinuaba el tráiler, porque sorprende su falta de ambición en el plano de la comedia, donde tenía una baza ganadora segura (sobre todo con la clásica tensión sexual no resuelta entre Taylor y la bióloga Suyin). No podemos olvidar que es una película no recomendada para menores de 13 años: estar tan abierta al público hace que veamos menos casquería de la esperada, aunque no hay el mismo comedimiento con las criaturas a las que se masacra sin piedad.

Megalodón contenta con facilidad al público más generalista, para quien cubre unas expectativas moderadas, y menos a los amantes del cine de serie B y de los desparrames cinematográficos como nosotros, que nos hemos quedado con las ganas de ver a Statham entrar más en acción y desfasar.

VALORACIÓN:

Megalodón es un entretenimiento veraniego rodado con demasiada seriedad: arrojarse a los brazos de la locura le vendría mucho mejor, habida cuenta de la tromba de películas de tiburones que han venido asolando las carteleras desde hace años.

LO MEJOR:

Los efectos especiales son muy dignos, así como el diseño de las criaturas marinas gigantescas.

LO PEOR:

Le falta acción, romance y cachondeo: el tráiler es superior a la película completa, que tarda lo suyo en arrancar y deja con ganas de más.
Hobby

65

Aceptable

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Etiquetas: Netflix