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Crítica de la nueva Aladdín, con Will Smith como el Genio

Aladdin
¡No hay un genio tan genial! Aladdín regresa, esta vez en imagen real, con Will Smith en el papel del genio de la lámpara y nosotros os traemos la crítica de esta esperada (y temida) película musical de Guy Ritchie. En cines a partir del 24 de mayo de 2019.

Han pasado 27 años desde que Disney lanzara la película de animación Aladdin, haciendo sandwich con dos de sus mayores éxitos comerciales de animación: La bella y la bestia yEl rey león. Era el trigésimo primer largometraje animado de la compañía y el sexto cuento clásico que era adaptado, tomando como origen el popular cuento "Aladino y la lámpara maravillosa" incluido en la recopilación "Las mil y una noches", aunque también incorporaba elementos y personajes de la película de 1940 El ladrón de Bagdad.

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Más de un cuarto de siglo después, los planes de la factoría han cambiado y pasan por re-explotar su catálogo con versiones live-action de sus clásicos más sonados. La primera toma de contacto fue con Aprendiz de brujo en 2010, que adaptaba uno de los tramos de Fantasía, cuatro años después llegaría Maléfica con la intención de hacerse un hueco por el lado oscuro de La bella durmiente y, a partir de este momento, lo que podemos considerar ya como remakes más puros, como la Cenicienta de Kenneth Branagh, El libro de la selvade Jon Favreu, Peter y el dragón de David Lowery, La bella y la bestia de Bill Condon y finalmente el Dumbo de Tim Burton.

La recepción por parte de público y crítica ha sido bastante dispar respecto a esta estrategia: los títulos más emblemáticos han arrasado en taquilla a pesar de la tibia recepción por parte de los medios especializados y aquellos de los que menos se esperaba han sido los que mejor considerados han estado, a pesar de haber rendido menos en recaudación.

Este preámbulo nos lleva a situarnos un poco en el contexto en el que va a estrenarse la película de imagen real de Aladdín (no me preguntéis el por qué de la tilde de la cinta en acción real, pero como es el título oficial, así lo escribiremos). ¿Cómo describir esta película? Como una montaña rusa o, mejor dicho, como un paseo en alfombra mágica: hay momentos maravillosos, otros estremecedores y otros de zozobra en los que literalmente el espectador auspicia que se acabará la magia y caerá al vacío.

En esencia, pocas cosas han cambiado en la nueva Aladdín: como en la película original, el protagonista es un ingenioso joven de buen corazón (un diamante en bruto) que, a pesar de vivir en la pobreza, sobrevive en las calles de Agrabah en compañía de su mono Abú. Un día, conoce de forma fortuita a la princesa Jasmine en el mercado y a partir de ese momento soñará con casarse con ella.

El destino interviene cuando el astuto visir Jafar, cuyo fin es el de ocupar el puesto del sultán, recluta a Aladdin para que le ayude a recuperar una lámpara mágica de las profundidades de la Cueva de las Maravillas. El joven consigue liberar a una alfombra mágica y hacerse con la lámpara, en la que vive un Genio que concede tres deseos a su amo.

¿Qué se añade de nuevo a la historia para estirarla hasta las dos horas y ocho minutos? Lo primero que hay que decir a este respecto es que la nueva versión de Aladdín reclama mucha paciencia por parte del espectador, porque el genio tarda una hora en salir... Así que, como es lógico, lo que desarrolla en esa primera hora inicial mucho más es el romance, las aspiraciones de un frustrado Aladdín. Él, transformado en príncipe Alí gracias a la magia del Genio, pero fuera de su área de confort y con una crisis de identidad importante respecto a lo que es y aquello en lo que cree que debe convertirse para conseguir lo que desea.

Por otro lado, están las motivaciones de Jasmine, con un fortísimo discurso feminista (que te dejará speechless). ¿Por qué decimos esto? Porque la película añade una subtrama en torno a las motivaciones de Jasmine, posiblemente en un intento de que el discurso de la película original no se quede anacrónico: en aquella, la princesa simplemente quería casarse con quien amara de verdad, pero en la nueva versión lo que más la mueve es tomar decisiones porque está segura de que su voz tiene que ser escuchada y ella podrá gobernar Agrabah como se merece.

No seremos nosotros quienes critiquemos que el feminismo cale cada vez más en la sociedad y en medios como el cine (¡de hecho, lo apoyamos!), pero en este caso, el discurso parece bastante forzado "para seguir la moda" y, lo que es más importante, entorpece la historia principal.

Partimos de la base de que una película-espectáculo puede que no sea la plataforma ideal para un alegato de estas características así que, como primera pega, hay que decir que todos los momentos en los que Aladdín se desliza por el terreno de lo grave y de la reivindicación no solo la diversión cae en picado, sino que la película roza lo ridículo. No es que no sea justo pedir que se rompan por fin tradiciones y clichés, sino que el tema está metido de una forma tan forzada y absurda, tan banal y fuera de tono que entra en el terreno del esperpento. Esto se nota especialmente en la nueva canción creada para esta Aladdin, llamada "Speechless". No solo es forzada en lo narrativo, sino que el propio estilo musical no parece casar con el resto de la película (por momentos, nos recordaba a ese Let It Go de Frozen, solo que en esa película sí funcionaba).

Pero el director Guy Ritchie es un experto en ensaladas curiosas y, a pesar de su irregular ritmo y tono, prepara un show digno en el que hay perlitas de humor y acción. Todo lo que adopta de la estética de Bollywood, le viene de perlas para teñir cada plano con una paleta vibrante de colores en movimiento, con números musicales extravagantes y kitsch (en el buen sentido) en los que hay una mezcla de estilos de lo más heterodoxa que... ¡Eureka, funciona! Las canciones son prácticamente clavadas a las originales, aunque le añade nuevos retoques e incluso algún que otro rap que no podría faltar en boca de Will Smith.

Y aquí es donde Aladdín sorprende: tanto miedo teníamos a la adaptación del Genio, que al final es más satisfactorio de lo esperado. Pero que el hype no se os venga arriba: Will Smith no es Robin Williams y desde luego el guión de Guy Ritchie y John August, habitual colaborador de Tim Burton, no tiene nada que ver con el de Ron Clements, John Musker, Ted Elliot y Terrio Rossio. Este nuevo genio tiene su chispa, pero una personalidad muy distinta. Sí que han encontrado la manera de que exhiba su característica versatilidad, cambiando de tamaño, de aspecto, materializando sueños y anhelos e incluso transformándose en dibujo animado. Así que puede que sea uno de los aspectos mejor logrados de la película. De hecho, es el centro de la película donde el ritmo queda más alto y es incluso espectacular por momentos: los números musicales "Un genio tan genial" y "Príncipe Alí" tienen una música, un ritmo y una estética absolutamente explosivos, toda una gozada.

Tanto Naomi Scott como Mena Massoud pasan con nota como Jasmine y Aladdín, defendiendo con fiereza incluso las líneas de diálogo más absurdas del mundo, mientras que Marwan Kenzari como Jafar supone un verdadero desliz de casting: ni por su caracterización ni por su interpretación consigue convertirse en un villano a la altura de las circunstancias. La doncella de Jasmine, Dalia y uno de los pretendientes de la princesa, el príncipe Anders, sí que son dos añadidos muy divertidos. Están interpretados por la actriz cómica Nasim Pedrad (artifice de una de las parodias más divertidas de Saturday Night Live dando vida a Kim Kardashian y actriz secundaria en New Girl) y Billy Magnussen (que tanto nos hizo reír en Noche de juegos).

También se ve la personalidad de Ritchie en las persecuciones por las calles de Agrabah, tan ingeniosas, movidas y espectaculares como cabía esperar (¿recordáis las de Rey Arturo: la leyenda de Excalibur?) y retratando a nuestro joven aspirante como un maestro de parkour que le sienta de maravilla.

En muchos sentidos, Aladdín es sorprendente, algo que no es estrictamente negativo, aunque tiene sus destellos desconcertantes que pueden destrozar las expectativas de quienes esperen algo más sólido. La película consigue que sigamos empatizando con un objeto inanimado como es la alfombra mágica (que se mueve de una manera muy fiel a la original), disfrutando de una Cueva de las Maravillas tentadora y cruel, que nos riamos con las caras del tití cleptómano Abu y con las impertinancias de Iago, así que supera retos complicados. Eso sí, como conjunto, es un pastiche difícil de digerir y lejos del mundo ideaaaaaal en el que más de uno deseará ingresar de nuevo.

VALORACIÓN:

Adaptación en acción real de la película de 1992 del mismo título firmada por un Guy Ritchie a quien reconocemos en las vibrantes secuencias de persecuciones pero que se diluye en los pasajes musicales.

LO MEJOR:

Que consiga versionar con acierto la plasticidad del Genio. Su estética, en particular la de algunos números musicales.

LO PEOR:

El personaje de Jafar no funciona, la película es muy irregular en ritmo y forma (el diseño de producción no ayuda) y le sobra media hora larga.
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