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Crítica de Paquita Salas temporada 2, ya en Netflix

Paquita Salas
Paquita Salas se ha tomado unos buenos torreznos con gin tonic para coger energía y prepararse de cara a la temporada 2 de su serie. ¿Conseguirá un buen pelotazo PS Management en Netflix?

Después de que diera el pelotazo desde la plataforma Flooxer, la serie Paquita Salas ha ido ganando adeptos gracias a sus constantes puyas al "show business" español y a su inteligente mezcla de realidad y ficción. Ahora, la temporada 2 de Paquita Salas ha llegado apadrinada por Netflix para que sigamos conociendo las miserias de PS Management.

Como recordaréis, Paquita Salas nos cuenta las desventuras de una representante de actores venida a menos que a duras penas consigue mantenerse a flote frente a los cambios de la industria del cine y la televisión en España, especialmente cuando el sector parece más lleno de ambición y traiciones que nunca. El actor Brays Efe vuelve a hacer suyo el personaje de Paquita mediante su particular fórmula: no pretende imitar a una mujer, sino que simplemente habla como lo haría él dentro de ese contexto.

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Por supuesto, Paca es la principal vara de medir de ese mundo sibilino en el que se mueve: ella sabe que tiene que hablar de forma melosa, pícara y algo "pelota" para conseguir lo que busca, pero la gente a su alrededor parece ser más deshonesta y avariciosa de lo que ella puede concebir. Para colmo, como vestigio de otra época que es, la protagonista no es capaz de ponerse al día con las nuevas tecnologías y las redes sociales, lo que hace que lance su frustración hacia su pobre ayudante Magüi, una Belén Cuesta que recupera ese enfoque complaciente, naif y algo frustrado de los primeros episodios.

Paquita Salas temporada 2

Alrededor de ambas se suceden unos personajes recurrentes como Lidia San José interpretándose a sí misma o la siempre graciosa Yolanda Ramos en la piel de una ex-timadora reconvertida a peluquera. Cómo no, uno de los ganchos de la serie vuelven a ser los constantes cameos de grandes estrellas presentes o pasadas, como Ana Obregón, Miriam Díaz-Aroca o Antonio Resines. Es, precisamente, cuando se suelta la melena, el momento en el que la serie se disfruta más. Es capaz de volverse totalmente iconoclasta y de lanzar puyas de lo más certeras a las obsesiones por el postureo, la fugacidad de la fama o la hipocresía de los que te rodean a la hora de grabar un éxito televisivo.

No solo hay mala uva, sino que también se transpiran el cariño y la nostalgia por aquellos tiempos en los que la televisión parecía más inocente... O simplemente, éramos más jovenes e impresionables. Esa parodia de los "openings" de los años 90 en el penúltimo episodio y los guiños a los que se criaron con Compañeros o Siete Vidas en la tele son realmente divertidos y nos harán retroceder años en el tiempo.

Paquita Salas temporada 2

Lamentablemente, esta segunda temporada (que solo consta de 5 episodios de unos 25 minutos cada uno) parece haber perdido el equilibrio en la proporción de drama y comedia. Ya en la primera temporada de Paquita Salas había momentos para emocionarse y para reflexionar desde una perspectiva más seria. Incluso había momentos para dignificar a las protagonistas, pero en estas nuevas entregas el humor queda demasiado sepultado por lo que parece una constante depresión de todos los que pasan delante de la cámara. Además, el esquema de "personaje que parece débil-revelación mediante recuerdos del pasado-redención" se hace algo previsible y cansino. Si muchas de las situaciones planteadas (como el miedo escénico de Lidia San José) se hubieran cubierto de alguna capa de sacasmo o de humor ácido, el resultado seguramente habría sido más memorable.

Los directores, Javier Ambrossi y Javier Calvo (más conocidos como "los Javis"), conocen y cuidan el material que tienen entre manos, pero no consiguen dotarlo de la suficiente energía o de desarrollar lo necesario a los personajes como para que empaticemos y nos importe. En general, hay demasiada fijación con emocionar, cuando, posiblemente, el espectador medio de la serie estará esperando un poco de sátira aderazada con nostalgia, no al revés. En ese sentido, hay que decir que queda un poco raro ver flashbacks con personajes como la propia Miriam Díaz-Aroca en los que hemos de entender que son jóvenes, pero que no dan el pego por mucho que la vistan con patines y ropa colorida. ¿No se le podían haber disimulado un poco los liftings?

Paquita Salas temporada 2

También se ha echado en falta que se aprovechara más el formato "cinema verité" que tan de moda puso The Office y que aquí se apunta solo al comienzo, pero luego no se acaba de explotar. Algunos planos más con los actores soltando veredictos a cámara habría sido muy útil.

En cualquier caso, la temporada 2 de Paquita Salas tiene muchos momentos memorables (genial lo de Puente Viejo) y sigue jugando con acierto al despiste en torno a qué es real y qué no (¡ojo, que la web que crean en la serie existe de verdad!). Merece la pena un visionado, pero esperamos que ese final abierto tan interesante sirva para catapultar a PS Management a nuevas cotas de genialidad en una muy probable temporada 3. Estamos seguros de que sí, caris.

VALORACIÓN:

Su doble apuesta por el drama y la comedia acaba siendo un poco irregular, pero presenta un certero y afilado retrato de las miserias del negocio audiovisual español (y de la propia condición humana).

LO MEJOR:

La lluvia de cameos. Los dardos envenenados hacia el lado oscuro del "show business". La propia Paquita es tan divertida como creíble.

LO PEOR:

Su obsesión por dignificar a ciertos personajes resta impacto al desarrollo. La comedia queda demasiado soterrada.
Hobby

75

Bueno

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Etiquetas: Netflix