Crítica de Ponyo en el acantilado, la encantadora película de Studio Ghibli

Ponyo en el acantilado es una película de animación dirigida por Hayao Miyazaki y desarrollada por el estudio japonés Studio Ghibli, con la que el director nos presenta su particular versión del cuento de La sirenita de Hans Christian Andersen y un sutil mensaje sobre la naturaleza y el medio ambiente. 

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Esta es la octava película de Miyazaki para Ghibli, y para ella puso todo la carne en el asador para demostrar la capacidad gráfica de los artistas de Studio Ghibli, que usaron únicamente métodos de animación tradicional para narrar este encantador cuento. Se estrenó en 2008 en el Festival de Cine de Venecia y se convirtió en una de las favoritas del evento, llegando a rozar el León de Oro.La cinta rápidamente se ganó el amor del público con su lanzamiento mundial, convirtiéndose en una de las películas más taquilleras del estudio japonés al ingresarse más de dos millones de dólares y llevándose a casa varios premios, incluyendo el Premio de la Academia Japonesa a la mejor película animada del año.

Ponyo en el acantilado es la historia de Ponyo, un pez muy especial con cara de niña, quien accidentalmente es arrastrada fuera de su hogar y conoce al Sosuke, un niño de cinco años. Los dos se hacen amigos rápidamente y Ponyo decide que quiere convertirse en una niña humana para poder estar junto a Sosuke. Las cosas no van a ser tan fácil, lógicamente, ya que un terrible y mágico tsunami invade el pueblo marino donde vive Sosuke y los dos niños se embarcan en una mágica aventura para encontrar a la madre de Sosuke y mantener el equilibrio entre los dos mundos. 

Ponyo es una niña pez

Hay que tener en cuenta al ver esta película de animación de Studio Ghibli que es un cuento infantil, con un tono sencillo y desenfadado que celebra el mundo de los niños y toda su inocencia. Si esperáis una película oscura, con una trama desgarradora y un tratamiento muy maduro, Ponyo no es para vosotros. Es una película muy simple, con una trama bastante lineal, pero a pesar de que pueda echar para atrás, es una de sus virtudes para presentarnos la amistad de los dos niños de manera realista y encantadora. 

Ponyo en el acantilado es, en cierta manera, dos películas en una. Por un lado tenemos la propia historia de Ponyo y Sosuke con el deseo de la pequeña niña pez de convertirse en humana... y por otro lado, un conflicto mágico y el frágil equilibrio entre el mundo humano y el de la magia submarina. Sin embargo, y como viene siendo frecuente en las películas de Miyazaki, nos cuenta dos historias en una, con elementos que se quedan colgando y no termina de explicar del todo. 

Precisamente porque es una película infantil orientada a un público muy joven, Ponyo en el acantilado no puede si no resultar encantadora, con personajes carismáticos y entrañables, ya que incluso el aparente villano se convierte en un personaje con el que podemos empatizar, y que nos mantienen enganchados a la película. 

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Es inevitable que los creadores inculquen sus ideales en sus obras, y al igual que en muchas otras películas del director, Ponyo en el acantilado también tiene su pequeña dosis de preocupación y concienciación medioambiental. Se nos muestra la contaminación de los océanos por parte de los humanos, y la importancia de mantener una balanza entre la naturaleza y la civilización humana, aunque de una manera bastante más juguetona y optimista que en otras producciones del director. 

La magia de Ghibli 

Como siempre, con todas las películas de Studio Ghibli, hay que mencionar su impresionante apartado gráfico. Antes os contábamos que el objetivo de Miyazaki con esta película era explotar al máximo la animación tradicional en 2D. Y es que toda la película está realizada con métodos tradicionales, lo que podemos apreciar en detalles como las líneas en cada fotograma animado. La mano de Miyazaki brilla en toda la película. Y literalmente, ya que el director estuvo muy envuelto durante toda la producción y realizó una gran parte de la animación, especialmente en las escenas marítimas. 

No solo eso, si no que la curiosa elección de realizar gran parte de los fondos con una técnica de lápiz de color en lugar de la habitual acuarela, refuerza ese sentimiento de que todo en esta película de animación está dirigido a los niños. Con este sencillo detalle, muchas veces parece que estamos dentro de un cuento ilustrado, o de un dibujo a lápiz que podría estar coloreando un niño (¡Atentos a los créditos, que son una auténtica maravilla!).

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Tanto con el arte, como con el que los protagonistas sean chiquillos de apenas 5 años, Miyazaki deja claro quePonyo en el acantilado es un regalo para los más pequeños de la casa, un cuento sobre la alegría y las aventuras de ser un niño. Todo en esta película, incluso la juguetona banda sonora de Joe Hisaishi, está al servicio de dejar claro que esto es un cuento tejido especialmente para el público más joven. Aunque está película de Studio Ghibli se queda un poco corta si la comparamos con las estrellas del estudio, sigue siendo una historia encantadora y sencilla llena de inocencia.