Crítica de The Rain, el thriller apocalíptico juvenil de Netflix

El tour europeo de Netflix sigue su curso. La plataforma está buscando un nuevo diamante en bruto en forma de serie, con el que alimentar la sed de capítulos de sus suscriptores y para ello está apostando por la calidad cinematográfica original de los países del viejo continente, como ya hicieron con la exitosa Dark en Alemania o Las chicas del cable en España. Una gran apuesta para la industria cinematográfica, a pesar de las críticas sufridas por los detractores de la plataforma.

The Rain es la última serie original de Netflix afincada en tierras danesas bajo el brazo de Miso Film que apuesta por un género harto popular como es el futuro postapocalíptico. Una lluvia de la que tendremos que escapar si no queremos contraer un virus mortal que, tras su primera temporada, podría tener una larga previsión de chubascos en nuestras pantallas. ¡Dentro crítica de The Rain, temporada 1!

Una lluvia de viejas fórmulas

Preparad el macuto y disponeos a correr, porque el primer capítulo de The Rain se sucede a toda máquina para introducirnos en materia. Simone (Alba August) y Rasmus (Bertil De Lorenzi primero y Lucas Lynggaard Tonnesen después) se encuentran atrincherados durante seis largos años en un búnker después de que un virus mortal propagado por la lluvia acabe con la vida de casi toda Escandinavia. Refugiados bajo tierra, los dos hermanos lograron anticiparse a la catástrofe gracias a su padre, el científico Frederik, quien trabaja para una compañía que, cómo no, parece estar detrás de todo: Apollon.

El piloto de esta nueva serie de Netflix no le hace justicia. Los dos protagonistas cometerán todos los errores y clichés más absurdos que podamos imaginar y la velocidad a la que se suceden los acontecimientos, más allá de lograr un ritmo dinámico con el que atrapar a la audiencia, no hace sino empeorar la situación. Ambos niños (que en el momento de su confinamiento es lo que son) sufren pérdidas dramáticas que pasan desapercibidas y apenas demuestran consecuencias reales sobre su desarrollo. Su madre muere por una mala decisión de Simone (de lo que hablaremos más adelante) ante sus propios ojos y unos minutos después los tendremos sonriendo de nuevo con una inocencia que ya deberían estar perdiendo.

Al realizar un tratamiento tan ligero de las consecuencias de esta catástrofe en el primer capítulo de la serie se produce un efecto en cadena que termina por reducir el impacto real que supone una lluvia mortal e inevitable. Quizás un mayor énfasis en el atrincheramiento, la monotonía consecuente y el terror por las pérdidas vividas habrían potenciado el género postapocalíptico al que pertenece y nos habrían motivado a empatizar con sus dos protagonistas iniciales.

Seis años después, son descubiertos por un grupo de jóvenes supervivientes liderados por el decidido Martin (Mikkel Boe Følsgaard), junto a quienes viajarán por el país en busca de su padre, de Apollon y de la respuesta que les permita comprender la situación en la que viven. Los espectadores, sin embargo, ya conocemos una de esas grandes respuestas. Nos han bombardeado sin tapujos con ella desde el primer capítulo a través de flashbacks: Rasmus es la pieza clave del misterio y su hermana debe protegerlo a toda costa como la promesa última que le realizó a su padre.

Los flashbacks serán uno de los grandes recursos narrativos con los que conoceremos el pasado de los miembros del grupo de supervivientes y cómo han llegado hasta el presente de la ficción, siendo la herramienta necesaria para comprender sus respectivas personalidades y las decisiones que tomarán a lo largo de la primera temporada de The Rain. Cada capítulo estará destinado a conocer un poco más de cada protagonista del grupo en una estrategia que parece estar destinada a promover el seguimiento de la serie en futuras entregas.

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A lo largo de los primeros capítulos, The Rain logrará despertar suficiente interés para que queramos saber más de una premisa no tan novedosa gracias al ritmo con el que se desarrolla. Además, sus creadores apuestan, aunque a cuentagotas, por la inclusión de las nuevas tecnologías (stories de Instagram, etc) para ofrecer un nuevo punto de vista a los espectadores más jóvenes a quienes pretende fidelizar en primera instancia.

El virus mortal

En un género tan explotado en los últimos años y del que todavía tenemos series dando coletazos como The Walking Dead, se ha demostrado imprescindible cultivar las relaciones sociales entre el grupo de supervivientes y la amenaza a la que se enfrentan que, dicho sea de paso, siempre es la misma: el ser humano.

En la lucha por la supervivencia más extrema, cada decisión, cada movimiento e incluso cada palabra pueden suponer la diferencia entre vivir o morir. Y lo que es peor: pueden llevarnos a perder a nuestros seres más queridos. Esta idea vuela recurrentemente en cada uno de los ocho capítulos de los que se compone la temporada para reflexionar acerca de temas clásicos en el género como la moralidad y la ética. ¿Cuándo podemos decidir que acabar con la vida de un desconocido aparentemente condenado por el virus es la decisión correcta? En The Rain encontraremos respuestas contradictorias que afectarán a los protagonistas y que se traducen en una reflexión final: no hay decisiones buenas ni malas, sino, simplemente, consecuencias.

Simone tratará de ayudar a los demás a pesar de que dicha decisión provocó la muerte de su propia madre y la serie se encargará de recordárselo castigando cada intento de mantenerse firme en la empatía y bondad que la caracterizan. Martin, por otro lado, abogará por la vía diametralmente contraria y también sufrirá las consecuencias de la falta de escrúpulos a la que le somete su compañero Patrick (Lukas Løkken). Todos ellos, en mayor o menor medida (y cuota de pantalla), sufrirán el revés de una realidad que se muestra cruel e impasible a la razón que subyace en sus decisiones.

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Como su propia diégesis, The Rain cuenta con su enfermedad particular. Si en anteriores líneas hablábamos de la crudeza realista que tratan de imprimir en las relaciones sociales y las consecuencias de sus decisiones, debemos matizar que se queda corta en el intento. En una época en la que estamos acostumbrados a sufrir las consecuencias de los actos de nuestros personajes favoritos en su destino, la serie danesa de Netflix no lleva a la práctica sus propias ideas al ser demasiado conservadora en el desarrollo del relato.

Los protagonistas, pese a ser salpicados por las consecuencias de sus decisiones, éstas nunca los afectarán directamente y siempre parecerán protegidos por ese halo todopoderoso que le confieren sus guionistas. No hay una sensación real de peligro, de que, efectivamente, se enfrentan a un mundo cruel en el que su vida pende de un hilo. De una u otra forma, siempre conseguirán evitar un destino fatal que insiste en perseguirlos, por lo que perderemos en realismo y ganaremos en una previsibilidad que es el gran "pero" de la ficción. Hablando en plata: nunca sentiremos la amenaza real de la muerte sobre los personajes que deben importarnos y, dicho sea de paso, tampoco lo hacen tanto. Y eso, teniendo en cuenta que hablamos de una serie con tintes de thriller, es un gran lastre.

Las actuaciones son, en su mayoría, solventes, pero no consiguen atrapar el interés esperable para las necesidades de un drama juvenil y, además, postapocalíptico. Su desarrollo durante la primera temporada es limitado, y eso que gran parte del metraje está destinado a ello. No quiero decir que sea una debacle, ni mucho menos, dado que el reparto de personalidades es coherente y su ejecución aceptable, pero no consiguen quitarse de encima el estigma de protagonistas y, por tanto, de prácticamente inmunes ante cualquier amenaza. Cuando el peligro es selectivo y no tememos por el destino de los protagonistas, sus actuaciones dejan de ser finitas y pierden todo su valor.

The Rain no ofrece un desarrollo especialmente novedoso y salta a la vista el gran pecado que la castiga: la previsibilidad. A pesar de ello, evoluciona con ritmo y en escala ascendente hasta el final de la primera temporada, logrando despertar suficiente interés por su universo y el futuro de sus protagonistas como para seguir con otro capítulo. Este drama juvenil de ciencia ficción es fácil de disfrutar y de seguir, con ocho capítulos escasos que abren las puertas a futuras temporadas en las que salvar los puntos débiles del pasado con las buenas ideas que parecen chispear entre su lluvia mortal.