Crítica de El Rascacielos, acción desenfrenada con Dwayne Johnson

Rawson Marshall Thurber se enfrenta a un doble reto: por un lado, firmar su primera película de acción tras su trabajo en la comedia con Somos los Miller y Un espía y medio; por otro, lidiar con expectativas inesperadas tras la divertida ocurrencia de homenajear los carteles de dos de las mejores cintas del género, El coloso en llamas y La jungla de cristal. El director y guionista se alzó como el candidato definitivo para llevar las riendas de El rascacielos, uno de los grandes blockbuster del verano en el que volvería a coincidir con el omnipresente Dwayne Johnson.

El ex-marine Will Sawyer (Dwayne Johnson), otrora líder del Equipo de Rescate de Rehenes del FBI, se ve obligado a cambiar drásticamente de vida tras perder la pierna en una misión. Junto a su mujer Sarah (Neve Campbell) y sus hijos, se trasladará a Hong Kong para instalarse en uno de los rascacielos más impresionantes que se erigen sobre el planeta, y se encargará de supervisar la seguridad del edificio. Antes de que podamos acomodarnos en las butacas, Will verá cómo un complot termina culpabilizándolo del incendio que amenaza con destruir el rascacielos... y a su propia familia.

¿Has venido a luchar contra mí o contra el fuego?

La película de El rascacielos ofrece lo esperado: una carrera desenfrenada con Dwayne Johnson haciendo todo el acopio de fuerza que le permitan sus músculos para superar una y otra vez los retos de la mastodóntica construcción. Las llamas serán un agente menor en su espectáculo de acción y efectos especiales de este mundo dominado por los fondos verdes, y es una verdadera pena. Más allá de algunos despuntes visuales y un ritmo que, si te dejas llevar por la acción, mantendrá cierto entretenimiento a lo largo de sus 103 minutos, hay poco que rascar en esta película de acción.

La Jungla de Cristal en una espectacular edición steelbook por su 30 aniversario

Uno de los muchos fundamentos sobre los que se erige El coloso en llamas, era el de ofrecer un subtexto que enlazaba protagonistas y audiencia, amén de visibilizar la labor y el drama del cuerpo de bomberos que en pocas ocasiones se ha visto reflejado con tanta gracia. Podemos aprovechar la referencia y los existentes paralelismos —o intentos de ello— entre ambas películas para visibilizar el gran punto flaco de El rascacielos: el guion no ofrece posibilidades de crecimiento ni a la trama ni a sus personajes, dejándose llevar por un funcionalismo simple y harto previsible.

Nos hubiera encantado sentir el calor de ese fuego que amenaza con destruir a la familia de Sawyer, pero la rapidez con la que se desarrolla el contexto apenas permite conocer a sus personajes; mucho menos hablar de empatía. No hay un ápice de interés en ellos fuera del carisma natural de Dwayne Johnson y ni siquiera éste último tiene más opciones que adoptar una actitud lastimera insoportable. El regreso de Neve Campbell (Scream) a una gran producción es uno de los grandes alicientes de la película; verla reducida a una anécdota con escaso poder dramático más que el que le otorgan los diálogos, por contra, no es lo que un servidor esperaba.

Los antagonistas son absolutamente intrascendentes, igual que los secundarios, y su implicación en el desarrollo de la trama es tan superficial que apenas supone un obstáculo. El resultado son explosiones, carreras y grandes saltos de altura en el que los reveses son inexistentes y la resolución es mera cuestión de tiempo. Una ilusión en la que la espectacularidad de la imagen prima al contenido. Will Sawyer jamás demostrará un ápice del descaro de John McClane, la determinación del jefe de bomberos de Steve McQueen o la implicación del arquitecto de Paul Newman. Puede no ser su objetivo, por supuesto, pero las comparaciones en el género de acción encerrada con una premisa tan similar son inevitables..

Rawson Marshall Thurber tampoco es John Guillermin. Su trabajo en la dirección es simple, comedido y efectista. Juega con las alturas con soltura y dará un importante peso al vértigo para que la tensión mantenga el interés por la aventura de su protagonista, lidiando con excesos en ocasiones ridículos que él mismo se ha cocinado. Si creíais que MacGyver era el rey de la cinta aislante, preparaos para lo que está por venir. La banda sonora de Steve Jablonsky (Transformers: La era de la extinción) sigue la misma tónica, perpetuando la fórmula de la simplicidad funcional que podría levantarse como lema de la película.

El Rascacielos es visualmente atractiva y Dwayne Johnson sigue siendo un héroe de acción estupendo, pero no sólo del carisma puede vivir su cine. El escaso desarrollo narrativo de la película impide cualquier tipo de conexión con los espectadores, más allá de su espectáculo de efectos especiales, y peca de excesos que no ofrecen tanta diversión como cabría esperar. Es acción de gran factura, de la que siempre funciona en verano, y aunque su mayor enemigo son las expectativas, también es lo suficientemente dinámica como para ofrecer entretenimiento ligero con el que olvidarnos del calor... en detrimento de sus llamas.