Crítica de Un regalo para papá y mamá, una comedia familiar más bienintencionada que eficaz

Aunque el título Un regalo para papá y mamá esté acorde con el tono de la película, lo primero que debemos aclarar es que el original es The Present, que realmente se ajusta más a la trama.

Nos encontramos ante una comedia familiar de viajes en el tiempo algo extraña para estos tiempos. Bien podría haberse estrenado hace unas décadas y en una época incluso más navideña por los valores tan tradicionales que vertebran la acción durante los 86 minutos que dura el largometraje dirigido por Christian Ditter.

Un regalo para papá y mamá narra los intentos de los niños protagonistas por salvar el matrimonio fracasado de sus padres. Un tema sensible en el que no se detienen en cuestiones éticas. Son tres hijos, todos adorables y con distinto perfil, que lucharán para que sus padres no les informen de que se van a divorciar.

Una mañana, la familia recibe un gran reloj que tiene una capacidad mágica: hacer retroceder el tiempo hasta 12 horas. Ese mismo día, los padres reúnen a los niños en la cena para informarles del divorcio. Así que estos intentarán una y otra vez, primero uno de ellos y luego se irán sumando el resto, retroceder para repetir ese día hasta que cambien de idea.

Aquí no nos encontramos con intentos de profundidad emocional, sino una serie de trampas, saboteos y chantajes para lograr que se enamoren de nuevo; esto es, manipular en unas horas a unos adultos que tampoco es que resulten muy estables.

En el matrimonio las diferencias llaman la atención. El actor Greg Kinnear (siempre recordado por Mejor... imposible) en un personaje apagado y dejado, sin olvidar que tiene 61 años en la vida real; y ella, Isla Fisher (Ahora me ves..., Animales nocturnos), todo lo contrario: es atractiva, fuerte y con 48 años. La diferencia de edad es notable en la película.

Una formula ya conocida que no convence

Los viajes en el tiempo repetidos no son nada nuevo en el cine, aunque esta vez sean intencionados en vez de un claustrofóbico bucle. Y la película no gasta tiempo en explicaciones. 

Durante el metraje los protagonistas tratan de salvar las trampas que se encuentran, a la vez que se transmiten unos valores de unión familiar por encima de todo (nada se consigue sin tus hermanos). Así hasta un final en el que estos superan todo lo visto anteriormente con unos momentos muy sobrecargados de emociones que tal vez resulten más convincentes en Estados Unidos.

Cabe decir que la corta duración juega en su favor, aunque tampoco se tenga la sensación de que pase volando, y en ningún momento se detiene la acción. Siempre hay movimiento, pequeños gags y una realización con unos códigos que hablan más a los niños que a los adultos.

Uno piensa que bien podría ser una película de terror en la que los niños tratan de manipular a los padres para que salven un matrimonio claramente fracasado, utilizando la violencia en ocasiones, pero el enfoque es distinto y parece que el fin justifica cualquier medio. Por lo que los planes son aceptados funcionen o no.

Un regalo para papá y mamá termina por ser una película funcional, más un telefilm, de difícil encaje por manejar una códigos muy estadounidenses. En definitiva, una historia para ver con los niños en este agosto que llega a su fin.

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