Crítica de Slaxx, una comedia sobre vaqueros asesinos con recadito para la industria

Si a estas alturas recordamos que 2020 fue un año raro de narices, puede parecer repetitivo y tópico, pero si nos ponemos a recordar cosas buenas, que también las hubo, no habría que dejarse fuera el hecho de que pudimos asistir de forma online a una versión light del Festival de Cine de Sitges.

Eso restringió mucho el catálogo de cintas a las que la prensa acreditada en esta modalidad tuvo acceso, pero al menos dejó abierta una ventana para quienes no pudimos desplazarnos a causa de la pandemia. En el siguiente vídeo abordamos con otros compañeros del sector cuáles fueron los  títulos imprescindibles de la atípica cita festivalera, algunos de los cuales están llegando ahora a plataformas digitales o a carteleras.

Una de esas películas que tuvo una cálida acogida a raíz de su estreno en el festival fue Slaxx, que mañana 25 de junio de 2021 se estrena en España vía FilmIn y generó bastante consenso a su alrededor constatando que la fórmula que une gore sanguinoliento, humor crítico y mensaje social, todo en uno, funciona muy bien cuando la duración del metraje es adecuado y hay ganas de contar una historia de forma distinta.

Se trata de una cinta canadiense dirigida por Elza Kephart que además coescribe el guión junto a Patricia Gómez Zlatar. Había trabajado antes en largos como Graveyard Alive y Go in the Wilderness y ahora entrega un trabajo en el que destaca la artesanía de los efectos especiales, el tono desenfadado y la sátira aguda para criticar el modelo de sociedad de consumo en el que se imponen las compras desaforadas, la maximización de beneficios y el mundo de las apariencias (influencer mediante) en contraposición la precarización laboral, la sobreexplotación y el aumento de la desigualdad en los países en vías de desarrollo.

¿Cómo encaja un discurso tan afilado con una película en la que vemos literalmente a unos vaqueros cobrar vida y empezar a matar gente de la peor manera posible con litros de hemoglobina sazonando la historia? Pues, curiosamente, bastante bien, puede que incluso mejor de lo que sería una cinta documental porque es más inesperado encontrar "chicha" en una historia de estas características cuya primera intención pudiera parecer ser un mero entretenimiento pasajero.

Y es que de eso también tiene bastante, porque resulta muy ingenioso ver cómo ser antropoformiza un vaquero para parecer un depredador con ojos y boca. Slaxx no renuncia al sentido del humor para lanzar un recadito bastante demoledor a una industria despiadada e hipócrita que vende un ideario y practica otro muy distinto.

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La película nos presenta a Libby MClean, una joven que esperaba con ilusión incorporarse a la plantilla de Canadian Cotton Clothiers, una tienda de ropa famosa por ser respetuosa con el medio ambiente y con sus trabajadores gracias a eslóganes como "Mejora el mañana hoy". 

Sin embargo, queda pronto patente que no es más que otro exponente de capitalismo en el que el único objetivo es optimizar las ventas: los empleados están obligados a llevar las prendas de CCC comprándolas ellos mismos, claro, y hay una mezquina tendencia de dejarle los marrones a "la nueva". La tienda va a permanecer cerrada durante la víspera del "Mad Monday", en la que se espera que los ingresos se multipliquen gracias al estreno de la nueva colección que incluye los jeans Super Sharpers, capaces de ajustarse a cualquier cuerpo y mejorar su aspecto.

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La seductora prenda se convierte en el objeto de deseo de algunos empleados, que son los primeros en probarlos y caer en sus garras, así como una influyente joven que planea promocionarlos en primicia. Lo que no esperan es que los vaqueros están ávidos de venganza y dispuestos a pagar sangre con sangre.

Slaxx cuenta con una historia original, un desarrollo que no se anda por las ramas y un sorprendente final. Lo mismo grabando con sangre el alto coste de lo que supone el desenfreno consumista del primer mundo conseguimos hacer justicia. Si hace que al menos alguien se plantee por un instante sus decisiones de compra impulsivas, ya habrá merecido la pena. Y si no, quedaos con las risas, que también alimentan. Fijo que no volvéis a dejaros los vaqueros fuera del armario...