Crítica de Tiger House, thriller y película de acción en Filmin

Las películas del tipo "alguien se ha colado en mi casa" (o thrillers tipo home invasion, para los angloparlantes) suelen seguir una fórmula muy precisa y, por lo general, infalible. Ese es el caso de Tiger House, también conocida como La guarida del tigre, una película que se estrenó en 2015 y que ahora llega a la plataforma Filmin, dentro de su colección Men on the Edge.

La premisa es esta: Kelly (Kaya Scodelario) es una gimnasta que se tuvo que retirar por un accidente en la pierna. Una noche, se cuela en la habitación de su novio sin saber que, justo en ese momento, unos ladrones también están accediendo a la casa y pretenden secuestrar a todos sus habitantes. Aprovechando que nadie sabía de su presencia, Kelly deberá esconderse y, si encuentra la ocasión, tomar la iniciativa.

Como veis, La guarida del tigre no arranca de forma muy original, que digamos, pero da pie a una situación a la que es difícil resistirse: ¿cómo se apañará una chica, aparentemente inofensiva, en una casa llena de matones armados? A partir de ese punto, todo el protagonismo recae en Kelly, lo cual es uno de los principales aciertos de la película. Kaya Scodelario (que os sonará de películas como El corredor del laberinto) hace gala de unas capacidades atléticas y de una expresividad que sin duda convencen y hacen creer que su pasado como gimnasta pueden dotarla de alguna capacidad para sobrevivir. La primera mitad de la película es la que sigue las pautas habituales del thriller, mientras que el último acto se centra mucho más en la acción.

Es ahí cuando todo se vuelve más inverosímil y, por qué no decirlo, algo decepcionante. No es que no nos creamos que Kelly pueda ser una suerte de heroína de acción, sino que las reacciones de todos los personajes, incluída ella misma, a veces resultan incomprensibles: ataques que nadie llevaría a cabo cuando hay oportunidad de salir corriendo, cambios de actitud de algunos villanos, decisiones finales ilógicas...

Parece que como si los guionistas se hubieran preocupado más de que se llegue a un punto de la acción que de que el "viaje" hasta ese punto tenga sentido. Como decimos, parte de ese desconcierto viene de unos personajes secundarios que actúan de manera extraña, si bien el principal matón, Shane (Ed Skrein, el villano de Deadpool), es algo más creíble en su forma de ser. Además, su corpulencia sirve de contrapunto a la protagonista y la hace verse algo más vulnerable, lo que ayuda a la tensión en buena parte de los enfrentamientos.

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Los planos y la composición de algunas escenas resultan también elegantes y estéticos (¡qué bien queda siempre una ballesta en este tipo de películas!), por lo que, aunque siempre tenemos la sensación de que esta es una película genérica, esta consigue mantener el interés lo suficiente como para llegar al final. Es extraño, no obstante, que se usen algunos recursos tópicos como el plano de varios monitores de seguridad, que parecen insinuar algo, pero no llegan a nada. ¿Es que se va a ver algo especial a través de ellos? ¿Hay alguien más observando? De nuevo, la forma prevalece sobre el fondo, de una manera un tanto pueril.

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Con todo, como decimos, estamos ante un thriller totalmente intrascendente, pero lo suficientemente intenso como para darle una oportunidad en una tarde o noche de esas en las que no tenemos nada mejor que hacer. Sí, como las que suelen darse a tope en navidad, claro.