Crítica de Time Trap, la película de ciencia-ficción que arrasa en Netflix

Netflix se está convirtiendo en el paraíso de las segundas oportunidades, máxime en un verano tan atípico como el que estamos viviendo, y lo demuestra el hecho que en pleno mes de agosto una película de bajo presupuesto como Time Trap haya escalado a la segunda posición del top 10 de contenidos más vistos de la plataforma de streaming.

Partimos de la base de que no es una buena película: ni el guión, ni las interpretaciones, ni la puesta en escena son ninguna maravilla pero sí que posee cierto encanto naif gracias a una premisa interesante, que podría haberse desarrollado mucho mejor. Uno de los mayores problemas de la historia es que, de hecho, crea una lógica que subvierte con los hechos. Hablamos de los códigos de tiempo, pero más adelante profundizaremos en esta cuestión.

Time Trap arranca presentándonos a un profesor de arqueología y sus alumnos. El profesor Hopper descubre, en una remota cueva, un lugar que parece congelado en el tiempo. Va tras la furgoneta de unos hippies que en los años 70 desaparecieron misteriosamente en esa zona. Así, decide aprovisionarse para internarse en la cueva dejando a sus alumnos con las ganas de acompañarlo.

Cuando pasan los días y no tienen noticias de él, deciden pedirle a una amiga un 4x4 para acceder a las montañas en las que le perdieron de vista e ir tras él. Van equipados con cámaras GoPro para seguir la evolución de sus investigaciones, pero todo se enrarece de forma muy rápida.

En el descenso pasan a través de una suerte de muro de humedad que les introduce en un lugar con propiedades excepcionales. Lo que son minutos dentro de la cueva se traduce en años en el exterior. Escuchan voces y gritos de auxilio y se ponen en alerta, con el problema de que, además los dos mejores escaladores quedan heridos en la bajada.

La conexión con el exterior es nula, de modo que no pueden pedir ayuda y ante ellos se abre un reto: solo pueden seguir hacia adelante.

Películas de ciencia ficción que sorprendentemente están basadas en hechos reales

Hoy repasaremos algunas icónicas películas de ciencia ficción que están inspiradas, total o parcialmente, en hechos reales, aunque mucha gente no lo sabe.

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Reman a favor de Time Trap varias cuestiones: la primera la curiosidad del espectador, que tiene que esperar hasta bien entrados en la mitad del metraje para empezar a destapar "el pastel" y la segunda el simple hecho de que la idea es bastante buena y permite explotarla de muchas maneras distintas. Remite de alguna forma a relatos clásicos de Julio Verne y tiene constantes guiños a películas como Los Goonies o Indiana Jones, aunque son pocas las trazas de humor de la cinta.

Atentos también a las excepcionales localizaciones de rodaje entre las que se incluyen las cuevas de Sonora y las cuevas Bronson, conocidas por haber sido el escenario en el que se creó la Batcueva de la serie de los 60. Las cavidades forjadas por el paso de los años, son un marco incomparable para ambientar una película que habla precisamente del paso del tiempo con salas cuajadas de estalactitas y estalagmitas y otras en las que las vetas de la piedra crean lugares que te hacen creer en la magia más terrenal.

En contra reman otros factores como la banda sonora, que no puede ser más plana, y un diseño de producción bastante malo, que hace que la traca final sea bastante cutrecilla, por ponerlo en palabras coloquiales.

La lógica interna de la película también tiene sus problemas si nos atenemos a los códigos de tiempo que en ella se exponen y que los propios personajes descubren asombrados: si los usamos de forma literal encontraremos los mayores agujeros del guión.

En fin, Time Trap tiene algo que ofrecer, eso está claro, y pone toda la carne en el asador, arriesgando mucho con un final sorprendente y megalómano. Su falta de medios es quizás lo más fácil de excusar, porque lo importante son las ideas. El caso es que quizás abarcando menos y utilizando los recursos de una forma más inteligente (sin mostrar tanto, siendo más elegantes y evocadores), podríamos estar hablando de una obra más redonda.