Crítica de True Detective: Noche polar - Vuelve una seriaza con ganas de helarnos la sangre

True Detective es, por derecho propio, una de las mejores series policiacas de la última década. De hecho, se cumple este año el décimo aniversario del lanzamiento de la primera temporada, creada por Nick Pizzolato que arrancó con la pareja de investigadores formada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson. 

Hoy mismo llega a HBO Max la cuarta entrega, Noche polar (Night Country), muy distanciada de aquella en prácticamente cualquier aspecto que queramos comparar: a nivel estilístico, ambiental, interpretativo y musical. Cada temporada ha volado por libre, pero como ésta, ninguna otra antes.

Lo único que se mantiene firme es el core de la serie: tener a dos personajes principales muy distintos entre sí abordando un caso complejo en el que hay muertes aparentemente inexplicables relacionadas con un pasado bastante turbio.

HBO Max abre el curso con una serie esperadísima por aquellos que disfrutamos de las tres temporadas anteriores pero con la que, por así decirlo, hay cierta voluntad de romper el molde. Nos desplazamos a Ennis, en Alaska, en el momento en el que arranca el invierno más crudo, con seis meses de oscuridad en las que se dan las temperaturas más frías de año.

Pero lo que va a helarnos la sangre no es el número que marca el mercurio, sino la repentina desaparición de los ocho integrantes del grupo de científicos que operan en Estación de Investigación Ártica Tsalal.

Las circunstancias no podrían ser más extrañas: todo sigue igual, las luces están encendidas, la música sigue sonando y el lugar rebosa vida... pero ellos se han evaporado del lugar dejando ciertas pistas inquietantes: un mensaje escrito de forma apresurada en una pizarra y una lengua cortada que remite a un caso frío antiguo.

Las detectives Liz Danvers y Evangeline Navarro tendrán que arrojar luz sobre los hechos dejando atrás sus desavenencias del pasado e iniciando un viaje que va a llevarlas al congelado corazón del lugar, repleto de misterios insondables.

Uno de los principales aspectos a destacar de True Detective: Noche polar, es lo bien que le sientan los cambios y hasta qué punto nos pone en situación de alerta el primer episodio por sus claros paralelismos con La cosa, un clásico del terror que sirve de referente inmediato.

No podríamos seguir hablando de ella sin alabar, asimismo, el casting que nos lleva a recuperar a una magnética Jodie Foster y a tener muy en cuenta el fichaje estrella de la musculosa Kali Reis, excampeona del mundo de boxeo y carismática intérprete que le da la réplica y se convierte en su compañera, por muy distintas que ambas sean.

Aquí es necesario hacer un inciso para subrayar lo extraño que resulta aún en el panorama de la ficción televisiva y todavía más en el género que estamos abordando (thriller policiaco con trazas de terror) que sean dos mujeres completamente independientes las protagonistas absolutas. En este punto se aprecia el cambio de showrunner, con Issa Lopez a la cabeza, que es una bocanada de aire fresco.

Por lo demás, True Detective: Noche polar consigue mantener la atención de los espectadores en todo momento a lo largo de sus seis episodios, que HBO Max va a dosificar lanzando a razón de uno por semana. Eso implica que arranca su emisión hoy lunes 15 de enero y que se prolongará hasta el próximo lunes 19 de febrero.

Lo mejor que podemos decir de la serie es que la espera merece la pena y que los giros de la historia nos mantienen atrapados en la tela de araña elevándonos las pulsaciones al final de cada episodio. Esta cuarta entrega es la mejor desde la primera y hace que recupere esa capacidad tan inusual en un relato de resultar perturbador, evocador y desconcertante en el mejor de los sentidos.

True Detective: Noche polar es una de las recomendaciones seriéfilas imprescindibles de este arranque de año: ¡no os la perdáis!