¡El universo de Son Goku continúa en Hobby Consolas y hoy regresamos, como cada domingo, con un nuevo análisis de los episodios de Dragon Ball Z! En esta ocasión analizaremos al completo lo que ocurrió en el segundo episodio de la serie, así que sin más preámbulos, damos paso al espectáculo.
El capítulo 2 de Dragon Ball Z comienza con el misterioso guerrero del espacio, el cual surca los cielos en busca de alguien llamado Kakarotto. Conforme avanzan los fotogramas, vemos que alguien muy parecido a Son Goku (modo bebé) se intercala con los pensamientos de este terrible ser. ¿Qué está pasando?
Mientras tanto, Bulma aterriza con su avión en la Kame House, lugar de residencia de Mutenroshi, la tortuga Umigame y Krilín. Hacía 5 años que la mejor amiga de Goku no se pasaba a saludar a sus amigos, algo que le reprochan nada más entrar (aunque al menos trae unos dulces para compensar). Tras ponerse al día, descubrimos que Bulma no quiere saber nada de Yamcha y que Lunch se marchó en busca de Ten Shin Han hace años, y entonces...
¡Goku y su hijo Gohan, que vuelan por el cielo con la nube Kinton, aterrizan en la casa del Duende Tortuga para sorpresa de todos! Y es que nadie se podía imaginar que el bueno de Goku fuera a aparecer con un hijo (parece que este formidable luchador no perdió el tiempo tras casarse con Chichí).
Lo primero que hace Bulma es preguntarle al pequeñín cuántos años tiene, a lo que le responde que tiene 4 y le gustaría ser un gran sabio en el futuro (esto último referente a su futuro no lo dice en el manga, solo en una portadilla extra).
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Al ser hijo de Goku, todos le preguntan si es fuerte, pero no está muy seguro. Parece que Chichí, ahora que están en tiempos de paz, no quiere que su hijo se convierta en un luchador como su padre, por lo que solo vive obsesionada con su futuro académico.
Por otra parte, todos se percatan de que tiene la bola de dragón de 4 estrellas (Sushinchu) en su sombrero, y Goku les confirma que también tiene en su haber la Sanshinchu y la Ryushinchu. Es entonces cuando recuerdan, melancólicos, la época en la que todos juntos iban en busca de estas preciadas esferas.
Estamos ante la calma que precede a la tempestad, y es que Goku empieza a sentir una energía negativa, realmente poderosa, que se acerca a toda velocidad a la isla. Y vaya si estaba en lo cierto, desde los cielos desciende el ser misterioso llegado del espacio.
Ya de entrada observamos la tensión en el ambiente, Goku es consciente de que se trata de alguien extraordinario que no ha venido en son de paz. La escena está realmente bien dirigida, pues presenciamos el feroz duelo de miradas, así como el dispositivo del guerrero del espacio a pleno funcionamiento.
Y es que desde que ha aterrizado en la isla, no para de realizar una exhaustiva lectura a Son Goku, quizás para comprobar que realmente se encuentra ante el objetivo que andaba buscando. Y en efecto, para nuestra sorpresa, este ser tiene ante sus ojos la persona a la que buscó durante todo el capítulo anterior, dirigiéndose a nuestro héroe con el nombre de Kakarotto.
Ante la situación, Krilín rebaja la tensión diciéndole que no está bien ir borracho de buena mañana, a lo que el misterioso guerrero responde con un golpe tremendo gracias a su... ¡Cola!
Nadie puede dar crédito a lo que acaba de ocurrir. Jamás habían visto a nadie con una cola, salvo Goku y Gohan. ¿Pero qué está ocurriendo en esta isla? Es más, el ser espacial no comprende por qué Goku no lo reconoce, y eso que ha sacado a relucir también su cola...
Y llegó la pregunta del millón. "Kakarotto, ¿te golpeaste la cabeza siendo un niño?". Son Goku responde que sí, aún tiene la cicatriz de aquel duro golpe, y Mutenroshi cuenta una historia que hasta ahora jamás se había desvelado en la obra de Dragon Ball.
Hace mucho tiempo, Son Goku fue encontrado en el bosque gracias a Gohan, su abuelo adoptivo. Al principio, era un niño indomable, realmente violento, pero tras golpearse la cabeza al caer por un acantilado, su personalidad cambió por completo, convirtiéndose en un chiquillo bueno y afable. De no ser por su tremenda fuerza vital, habría muerto en aquel accidente.
Parece que las piezas del puzle empiezan a encajar, pero todo estalla con la revelación de este ser espacial. ¡Su nombre es Raditz, es el hermano mayor de Son Goku y pertenece a una raza de violentos guerreros, los saiyans! El shock es alucinante y la primera reacción lógica es la negación, pero esto es muy real, Son Goku es Kakarotto.
¿Y por qué fue destinado a la Tierra cuando era un niño? Los saiyans se dedican a conquistar planetas para venderlos posteriormente al mejor postor. Aquellos que tienen un gran poder de combate desembarcan en planetas complicados de batir, mientras que los saiyans de clase inferior son enviados a planetas asequibles como la Tierra.
Por si esto fuera poco, los saiyans se pueden convertir, gracias a sus colas, en simios gigantes (Ohzaru) cuando contemplan la luna llena, por lo que Raditz se sorprende al comprobar que Goku no destrozó el planeta con este poder (este temible ser no contaba con las maravillosas tijeras-Puar). ¡Y además, observa que su hermano ya no tiene cola, algo que realmente le indigna al ser la seña de identidad de su raza!
Pese a este aterrador impacto, Goku reniega de sus raíces y se reafirma como terrícola, rechazando este origen despiadado para encomendarse a la luz de la Tierra. Y por si esto fuera poco, el saiyan le impera a su hermano que abandone su planeta y les deje vivir en paz. ¿La respuesta de Raditz?
Se niega. Hace muchos años, su planeta natal, Vegeta, fue exterminado por la colisión de un meteorito, por lo que solo han sobrevivido un total de 4 saiyans (ellos dos y otra pareja del espacio exterior). Ni siquiera sus padres pudieron sobrevivir a la catástrofe planetaria (si te pudiéramos contar la verdad, querido Raditz...).
Y eso no es todo. Raditz confiesa que ha llegado a la Tierra para reclutar a su hermano y así conquistar un planeta realmente poderoso, pues podrían necesitar la fuerza de Kakarotto para someterlo. ¿Y sabéis cuál es la respuesta de Goku? Una rotunda negativa.
Ante este rechazo, Raditz va un paso más allá. No solo tumba de un rodillazo a Son Goku, demostrando así su superioridad energética, sino que ha estado observando al niño que estaba junto a él, deduciendo que es su sobrino al tener también cola.
Ni corto ni perezoso, Raditz coge al pequeño y le lanza un ultimátum a Son Goku. Mañana, a esa misma hora, nuestro saiyan tendrá que matar a 100 personas y apilar todos sus cuerpos en la Kame House. Solo así le perdonará la vida a Gohan y aceptará el reclutamiento de Kakarotto, el cual yace en el suelo sin posibilidad de réplica, imponente ante el secuestro de su hijo. Así termina el segundo episodio de Dragon Ball Z, posiblemente, uno de los más determinantes de la historia de la obra.
¡CURIOSIDADES!
1- Esta escena que veréis a continuación se censuró en la emisión a escala nacional de la serie. Algunos canales autonómicos sí pudieron disfrutarla, pero los que vieron la emisión de Antena 3, Cuatro o Boing, jamás disfrutaron del comentario picarón de Mutenroshi y la correspondiente respuesta violenta de Bulma:
2- Es muy curioso cómo los peces alados surcan el mar al mismo tiempo que Goku, con su nube Kinton, vuela a ras de las olas. Unos planos mágicos y preciosos.
3- La dirección y el storyboard de este segundo capítulo son deliciosos. Se mide hasta el más mínimo detalle, intercambiando planos al comienzo del metraje entre Goku y Raditz, aumentando la sensación de persecución de este último.
Cuando el saiyan llega a la Kame House, los planos secundarios en los que Goku quiere proteger a Gohan sin que Raditz se entere, cumplen al máximo e incrementan la tensión. Para rematar, las gafas de Mutenroshi también son claves, mostrando la llegada del villano al principio del episodio y la caída del héroe al final. Está todo muy mimado.
4- Otro aspecto a destacar es el drama, el verdadero shock que Goku sufre durante todo el episodio. Jamás habíamos visto así al guerrero, superado por la situación, sudando literalmente de miedo. Es la gran revelación de su vida y nunca más le veremos en esta tesitura. Los traumas pueden definir a las personas, y este momento determina el futuro de Son Goku y su establecimiento en la edad adulta.
5- Con Dragon Ball Super mucha gente pensaba (o no recordaba) que en Dragon Ball Z no había varios estilos artísticos en un mismo episodio. Pues bien, eso es mentira. En este anime también encontrábamos diferentes dibujantes para un mismo capítulo, y aquí os dejo dos capturas de Raditz dibujadas por personal completamente diferente en el episodio 2:
6- Para rematar, este episodio es un claro ejemplo de buena calidad artística, a diferencia del anterior, donde el buen dibujo brillaba por su ausencia, tal y como dejé claro en el análisis. Y efectivamente, no se trata de un tema de época o mayor recurso tecnológico, sino de la destreza en el campo del dibujo (da lo mismo estar en 1989 que en 2018, si tu arte es bueno, lo será en cualquier época).
El Goku de la imagen superior es de este episodio 2, y el que está justo debajo del capítulo 1, muy pobre en comparación. Como veis, la diferencia es notable y pertenecen a la misma época. ¿Conclusión? El dibujo de antaño puede ser muy bueno y muy malo, exactamente como ocurre en la actualidad.
¡Y así cerramos este segundo análisis de la serie de Dragon Ball Z! ¿Qué os ha parecido el episodio y todo lo que hemos comentado más arriba? ¿Os ha molado la factura técnica de este episodio o preferís el primero? ¡El domingo que viene más! ¡Kai, Kai!
VALORACIÓN:
Estamos ante uno de los episodios más determinantes de la historia de la obra. La revelación de los orígenes de Son Goku pone patas arriba lo experimentado en los primeros 153 episodios de la serie. Un capítulo semejante se merecía una factura técnica a la altura, y el nivel gráfico que se presenta es soberbio, salvo un par de tomas.LO MEJOR:
La revelación del origen de Goku y su shock. La tensión que se respira a cada toma. El trasfondo de los saiyans. Animación y dibujo espectaculares.LO PEOR:
Cuesta creer que Mutenroshi nunca antes le dijera nada a Goku sobre sus orígenes. Algún dibujo rompe la armonía gráfica.78
Bueno
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