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El Hombre del Corazón de Hierro - Crítica del drama histórico

El hombre del corazón de Hierro
Crítica de El hombre del corazón de hierro, la película basada en la novela "HHhH" de Lauren Binet, dirigida por Cédric Jimenez y protagonizada por Jason Clarke, Rosamund Pike, Jack O'Connell y Jack Reynor.

Cuando uno se sienta a disfrutar de una película basada en el contexto histórico de la Alemania nazi, se le encienden todas las alarmas. Al menos, eso le ocurre a un servidor. Podríamos ahogar a cualquier cinéfilo con una maratón de todo lo que ya se ha dicho y hecho respecto al nazismo en el cine, pero todavía quedan figuras históricas por explotar. Este es el caso al que nos enfrentamos hoy: Reinhard Heydrich, jefe de de la Gestapo y uno de los principales responsables del Holocausto, al que el mismísimo Hitler apodaría "El hombre con el corazón de hierro". Curiosamente, Sean Ellis lanzaba hace apenas un año la cintaOperación Anthropoid, basada en el mismo episodio histórico, por lo que la trama nos resultará más que familiar.

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Cédric Jimenez (Conexión Marsella) dirige este nuevo drama histórico basado en la novela "HHhH", de Lauren Binet y estrenada en 2010, con un reparto encabezado por figuras tan destacables como Jason Clarke (El amanecer del planeta de los simios) y la maravillosa Rosamund Pike (Perdida), además de los jóvenes Jack O'Connell (Invencible), Jack Reynor (Sing Street) y Mia Wasikowska (La Cumbre Escarlata).

El hombre con el corazón de hierro sigue los pasos de Reinhard Heydrich en su evolución como uno de los oficiales más destacados del régimen nazi y su posterior intento de asesinato por la Resistencia en la llamada "Operación Antropoide", uno de los capítulos más emocionantes de la Segunda Guerra Mundial

El cerebro de Himmler se llama Heydrich

"Himmlers Hirn heißt Heydrich", el desglose de las siglas que dieron nombre a la novela, traducidas como "el cerebro de Himmler se llama Heydrich", y que sirven a la perfección para meternos en contexto. El hombre con el corazón de hierro no fue el único apodo con el que se reconocería la visceralidad de Reinhard Heydrich. El Vergudo, el Carnicero de Praga y la Bestia Rubia fueron otros de los sobrenombres con los que fue reconocido en su etapa como oficial nazi dada su absoluta falta de escrúpulos para con el pueblo judío en particular y la humanidad en general.

La cinta arranca con un particular flash forward que mima con capricho todos aquellos detalles que nos sitúan en el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial y que nos dejan un aperitivo de la personalidad a la que nos enfrentamos. Reinhard Heydrich (Jason Clarke) realiza su primera aparición en escena ataviándose con la indumentaria nazi al ritmo de la habitual propaganda del régimen emitida vía radio, lo que consigue reforzar el poder que representa toda su simbología y a su portador.

El hombre del corazón de Hierro

La vida de Heydrich en pantalla parte de su deshonra previa a formar parte del régimen nazi, cuando fue expulsado de la Marina alemana por un tribunal militar, y de la que resurge cual ave fénix gracias a la intervención de su futura mujer, Lina Heydrich (Rosamund Pike), quien ya era una ferviente seguidora del Partido Nazi. La influencia de Lina en la carrera de Heydrich fue fundamental, dado que fue ella quien le consiguió una entrevista con el mismísimo Heinrich Himmler, pobremente interpretado por Stephen Graham, y de la que salió airoso gracias a una sorprendente demostración de inteligencia. El resto es historia (y nunca mejor dicho): Reinhard Heydrich termina por convertirse en una de las figuras más influyentes del nazismo y uno de los padres del exterminio judío.

Es en esa dicotomía en la que se mueve Cédric Jimenez, junto a Audrey Diwan y David Farr, sus guionistas, para representar la oscura personalidad de nuestro protagonista. Un hombre capaz de reír y jugar con un bebé, mientras que Heinrich Himmler le relata a su mujer, Lina, que el mismísimo Hitler lo denomina "El hombre del corazón de hierro". Y viniendo de donde viene, no hay forma de sorprenderse por la reacción facial de su interlocutora. Jimenez juega visualmente y a través del relato una y otra vez con la misma canción: las clases de piano a su hijo mientras desprecia la mera existencia de su mujer o sus modales y educación sentado a la mesa que terminan traduciéndose en una puñalada por la espalda para eliminar un obstáculo más en su carrera.

Dos caras de una misma moneda

Jimenez insiste en mostrarnos la evolución de la figura de Heydrich desde su papel como Alférez en la Marina Naval hasta ser el Reichsprotektor de Bohemia y Moravia; de cómo un hombre ajeno a toda la parafernalia nazi, cariñoso con su pareja, pero profusamente competitivo, termina despreciando todo aquello que no sea su trabajo de exterminación judía y exaltación de la raza aria. Y lo consigue en tan solo la primera mitad de la película, tras la que nos sorprende cambiando completamente el rumbo y centrándose en dos nuevos protagonistas: Jan Kubis (Jack O'Connell) y Jozef Gabcik (Jack Reynor), los dos jóvenes enviados a Praga por la Resistencia para asesinar al poderoso oficial nazi.

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El hombre del corazón de hierro está claramente dividida en dos partes, en prácticamente dos cintas paralelas que bien podrían existir en solitario: una con el ascenso meteórico de Reinhard Heydrich en el Partido Nazi, y otra con la preparación y ejecución de la Operación Antropoide por parte de la Resistencia checoslovaca; y, sin embargo, ninguna de las dos resiste en su estructura. Jimenez hace un uso excelso de la simbología nazi, insistiendo en su archiconocido poder visual, y asimismo destaca en la dirección de actores, atrapándonos en las vicisitudes personales de sus protagonistas, pero termina pecando de un ritmo al que le faltan un par de marchas.

El hombre del corazón de Hierro

A pesar de la brillantez actoral de esa primera mitad que mencionaba hace unos instantes, la primera hora de película uno no puede evitar sentirse algo perdido, buscando ese detonante que no llega hasta la segunda mitad. Sí, tenemos un flash forward que nos avisaba de ello en primera instancia, pero su impacto se diluye con el paso de los minutos y para cuando echamos mano del otro lado del tablero, tenemos que empezar a reconstruir a los protagonistas y generar una empatía que tarda demasiado en llegar. La película repite los mismos esquemas en dos ocasiones con la más que probable intención de comparar las vidas de sus protagonistas; la de Reinhard y Lina con la de Jan y Anna Kovak (Mia Wasikowska), cuyas diversas complejidades no terminan de encajar.

La calidad de las actuaciones

El elenco protagonista de El Hombre del Corazón de Hierro era llamativo luciendo en el cartel, y soberbio en pantalla. El guion, probablemente, no termina de lucir la calidad de sus intérpretes, pero nos dejan buenos despuntes de chispas que merece la pena comentar.

Rosamund Pike, cómo no, se lleva la palma. Su personaje está dotado de una evolución inversa a la que observamos en el protagonista de Jason Clarke: de ser una mujer estoica, que obliga literalmente a su marido a dejar de llorar y a "comportarse como un hombre", y con férreas convicciones políticas en el nazismo, a ser el débil juguete en manos de su despiadado marido que amenaza con apartarla de su lado si se atreve a exigir un mínimo de atención. Especialmente dolorosa es su escena al son de la música en la que visual y físicamente permanece apartada y envuelta en lágrimas mientras observa a su marido y a su hijo interpretar una canción.

El hombre del corazón de Hierro

Los jóvenes tocayos Jack O'Connel y Jack Reynor consiguen resolver airosos el papel con el que les toca bailar, siendo el segundo plato tras una primera mitad de la que escapamos con cierta pesadez. Su relación, amén de la colaboración de Mia Wasikowska, se convierte en el instrumento con el que buscar una empatía que parece introducida a marchas forzadas en el clímax de la película, pero que funciona gracias a su buen hacer interpretativo. Desde las típicas bromas de colegueo cuando ya se encuentran en territorio hostil, lo que ayuda a rebajar la tensión dramática, a su camaradería en las escenas de acción; uno no puede sino desear más cuota de pantalla para ambos.

En el otro lado, sin embargo, nos encontramos con Stephen Graham. Su posición era harto complicada, dado que interpretar a un Heinrich Himmler a la sombra del Reinhard Heydrich de Jason Clarke se antojaba peligroso, pero sus apariciones pasan sin pena ni gloria. Ni siquiera en uno de los momentos más trascendentales de la cinta, cuando empieza a ser evidente para Lina Heydrich el monstruo que hay detrás de su marido, consigue encajar con la potente antítesis visual que comentábamos antes. Aquello del apodo que Hitler le había endosado a Heydrich y que tan memorable podría haber lucido.

Conclusión

El hombre del corazón de hierro (The Man with the Iron Heart) vive en una indecisión de luces y sombras, en las que brilla con las actuaciones de sus protagonistas (mención aparte para el maravilloso trabajo, una vez más, de Rosamund Pike) y en sus escasas escenas de acción, pero que se hunde en el pozo de la irregularidad rítmica debido, en gran parte, a la decisión de dividir la cinta en dos porciones equivalentes.

VALORACIÓN:

Rosamund Pike y Jason Clarke brillan en una orquesta dramática cuya estructura la hace tambalear durante todo el metraje.

LO MEJOR:

El trabajo interpretativo de Rosamund Pike y Jason Clarke, y la potencia visual de sus planos en el marco de la simbología nazi.

LO PEOR:

La debilidad estructural de las dos mitades en las que se divide la película.
Hobby

64

Aceptable

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