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Manchester frente al mar - Crítica de la película nominada a 6 Oscar

Manchester frente al mar
Crítica de Manchester frente al mar (Manchester by the Sea) la película de Kenneth Lonergan nominada a 6 Oscar incluyendo el de mejor película del año.

Manchester frente al mar(Manchester by the Sea) no es una cinta fácil como no lo es tampoco la historia que narra, pero sí que tiene varias bondades que hacen que sea de visionado obligatorio para tratar de comprender por qué está entre las nueve elegidas para optar al Oscar este año: unas solventes interpretaciones, una banda sonora exquisita y un cierre que hace que la cinta sea redonda.

El silencioso Lee Chandler (Casey Affleck) sobrevive como puede trabajando como conserje. Su vida cambia por completo cuando, tras la muerte de su hermano mayor, es designado como único tutor legal de su sobrino de 16 años Patrick (Lucas Hedges).

Es entonces cuando debe trasladarse a su pequeño pueblo natal para hacerse cargo del adolescente, que se niega a renunciar a su vida y mudarse a Boston con su tío. El regreso obliga a Lee a hacer frente a un pasado tormentoso, con la pesada carga de la culpa, además de su complicada relación con su exesposa Randi (Michelle Williams). 

Casey Affleck, náufrago emocional

Kenneth Lonergan apoya su drama fundamentalmente en la deconstrucción de su personaje principal: un hombre que no desea regresar a la comunidad en la que nació y creció por motivos que iremos descubriendo a lo largo de la película, pero que tenía en el pasado una estrecha relación con su hermano y su sobrino. Ese es el filo hilo que une el comienzo y el final dándole un sentido de completitud a la trama. 

Manchester frente al mar

Como en la vida real, los acontecimientos se le echan encima cuando menos se lo espera. Su anodina vida se viene abajo cuando no le queda otro remedio que abandonar su concha para enfrentarse al pasado y hacerse cargo de la situación.

El guión de Lonergan se vale de recuerdos del protagonista que se insertan como flashbacks para contextualizar su vacío emocional, su incapacidad para superar la desgracia e incluso, gracias a una dramática ensoñación, enfrentarnos a su miedo más profundo: que se repita la tragedia que asoló su vida años atrás. Y Casey Affleck afronta desde una contención casi escabrosa el personaje, tan frío como los paisajes que son fotografiados en la cinta.

Manchester frente al mar

Naturalismo vs. constructo fílmico

El ritmo de Manchester frente el mar, su concepción y su puesta en escena podrían denominarse naturalistas porque tratan de definir la realidad sin florituras, de una forma lisa y llana, muy apegada al día de día. 

Incluso la óptica elegida tiene esas características. Los personajes solo se derrumban en momentos muy puntuales (brutal la escena de la nevera o la confesión de Lee frente a la policía) mientras que los diálogos demuestran la incapacidad para trasladar a palabras los sentimientos más duros e imposibles de digerir.

Manchester frente al mar

El punto de ruptura lo marca la organización narrativa por esos incisos temporales y la utilización de la banda sonora que pone de relieve la hondura del dramatismo sin afectar a las imágenes y produciendo, por así decirlo, un fenómeno de extrañamiento.

La música de Lesley Barber es en cierta forma la que nos mete dentro de los personajes con ese fabuloso adagio en G menor ejecutado por la Filarmónica de Londres y otros pasajes sonoros que nos ofrecen tanta o incluso más información del estado emocional de los personajes que las imágenes.

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Accedemos al drama de Manchester frente el mar como espectadores impotentes de un naufragio, desde tierra, siempre incapaces de comprender el sufrimiento de los que han sido vencidos por las aguas y la película no intenta hacernos empatizar con ese dolor sino hacérnoslo llegar desde el estado de shock solo para que veamos hasta qué punto la vida de un hombre ha cambiado por un cruel guiño del destino y no podrá reponerse jamás. El viaje, como decía al comienzo, es largo y duro: son dos horas y veinte minutos de metraje en el que solo hay pequeños destellos de un tibio humor que contribuye a darle una dimensión más familiar a la relación entre los personajes. El resto, es tristeza pura, desolación emocional.

VALORACIÓN:

Kenneth Lonergan compone un drama contenido y visceral en el que disecciona el sentimiento de culpa y la superación del pasado. Se cuece a fuego lento.

LO MEJOR:

Dice más con imágenes que con palabras; es muy realista y el uso de la lírica banda sonora nos distancia emocionalmente del drama.

LO PEOR:

Es demasiado fría en algunas ocasiones. En todos los personajes se achaca una brutal falta de pasión por la vida.
Hobby

77

Bueno

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