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Hablemos de financiación (parte I): ¿Dónde está la pasta?

Financiación Capitulo I

Puede que el término se haya puesto de moda últimamente, pero ser un emprendedor nunca ha sido fácil. Que se lo digan al gran Nikola Tesla. No basta con tener una gran idea y los conocimientos para llevarla a cabo. Es necesario conseguir el dinero necesario para hacerla realidad. Y es algo que afecta a todos los campos, especialmente en el desarrollo de videojuegos. Aunque hay muchos desarrolladores independientes que han logrado lanzar sus juegos prácticamente en solitario, recogiendo el testigo de aquellos míticos bedroom coders de la época de los ordenadores de 8-bit, esa romántica idea es prácticamente inalcanzable cuando se trata de poner en marcha un proyecto de grandes dimensiones o si no tenemos los medios para dedicarnos a desarrollar el juego de nuestros sueños durante tres años. Para poder montar un equipo de desarrollo hace falta dinero, pasta, parné, panoja… y ahí es donde entra en juego (perdonad el chiste fácil) la financiación.

No vamos a enumerar las distintas opciones de financiación, porque de eso ya se encargó Jon Llaguno, consultor especializado en marketing de videojuegos, quien nos hizo el honor de escribir para nosotros un post sobre el tema. Antes de seguir leyendo, te recomendamos encarecidamente que lo leas (si no lo has hecho ya). En él encontrarás consejos impagables sobre autofinanciación, sableos a amigos y parientes (lo que se llama FFF - Family, Fools and Friends), crowdfunding o préstamos bancarios. Nosotros ni tenemos la experiencia de Llaguno ni tenemos el valor de daros lecciones sobre qué hacer a la hora de financiar un proyecto. Por eso hemos preferido darles la palabra a los expertos, gente curtida en estas lides que han compartido con nosotros algunas de las lecciones que han aprendido, a veces con auténtico dolor, en los últimos años. Allá vamos.

¿Realmente necesito financiación?

A principios del pasado diciembre tuvimos la fortuna de asistir a una charla magistral, durante el BBA Talent Day del Fun & Serious, que tenía un título de lo más descriptivo: ¡Enséñame la pasta!. La mesa, moderada por Pepe Arcas (Umami Games) se componía de cuatro expertos en financiación: Javier Megías (CEO y co-fundador de Startupxplore, la mayor comunidad de startups e inversores de España), Alejandro Casanova (Responsable de la Dirección de Desarrollo y Nuevos Negocios del Grupo R. Franco), Daniel Blázquez (Co-fundador de Akamon) y Raúl Otaolea (CEO y Co-fundador de WiMi5).

Los cuatro eran plenamente conscientes de que el tema de la financiación no era tan apasionante como otras de las ponencias programadas para aquel día, pero como dijo Javier Megías: “Es una parte necesaria. La fiesta la tiene que pagar alguien”. Pero lo cierto es que el público asistente empezó a prestar realmente atención y a abrir las orejas al máximo en el momento en el que Daniel Blázquez confesó haber vendido su compañía, apenas 11 días antes de la ponencia, por 23 millones de euros. Ya hemos dicho que esta gente sabía de lo que hablaba.

Financiación Parte I Talent Day
De izquierda a derecha: Javier Megías (Startupxplore), Daniel Blázquez (Akamon), Alejandro Casanova (Grupo R.Franco) y Raúl Otaolea (WiMi5)


Tras hablar de sus respectivas trayectorias, los cuatro ponentes empezaron a enumerar las razones que pueden llevarnos a buscar financiación externa, y los pros y los contras que ello conlleva. Como dijo Raúl, la principal ventaja que ofrece un inversor externo es que “te da velocidad. Aunque pierdes autonomía como empresa”. Tampoco es necesario buscarla desde el primer momento, ya que nadie da duros a peseta, y recibir dinero también supone ceder parte de tu propia empresa, en forma de una participación en el negocio. Daniel compartió su propia experiencia en ese aspecto, ya que en su opinión, la entrada de capital externo depende de la envergadura y las necesidades del proyecto: “Nosotros tardamos unos dos años. Al principio no nos hacía falta. Luego buscamos financiación para crecer más rápido […]. Soy muy fan del low cost y utilizar tus propios recursos y buscar inversores dentro de las tres F (Friends, Family, Fools). Si crees en tu proyecto ¿Por qué no meter a tu familia? En mi caso me tiré dos años sin cobrar un duro y hoy en día parece que es necesario contar con un inversor desde el principio. En nuestro caso los inversores de Akamon acabaron teniendo demasiado control. En ese aspecto también es importante cómo lo negocies. Nosotros cometimos errores.” Raúl tampoco era de la opinión de pedir dinero 'porque sí': “Si puedes no pedir dinero, es la mejor opción. También depende mucho del proyecto que vas a hacer. No es lo mismo desarrollar un juego para móviles que es pequeño a nuestro caso, WiMi5, que era un proyecto con una base tecnológica brutal”.

En caso de vernos abocados a buscar financiación externa, nuestros cuatro expertos también nos regalaron algunos sabios consejos. Por ejemplo, conocer bien las intenciones de nuestro inversor y su experiencia en el campo de los videojuegos, para no caer en errores como el que recordó Daniel: “Recuerdo una anécdota de un estudio de Valencia que tuvieron la desgracia de meter a un inversor que venía del ladrillo en su proyecto. Fue un desastre. Tened mucho cuidado a la hora de ver qué inversor metéis en vuestra compañía. Te van a pedir objetivos, rentabilidad y a veces se olvidan de que esto se trata de crear videojuegos […]. Debéis investigar qué tipo de inversor te interesa para tu compañía. Mejor uno que sepa del tema antes que uno que venga del ladrillo y no haya tocado una consola en su vida”.

El tipo de inversor también varía dependiendo del estado en el que esté nuestro proyecto, como nos aclaró Raúl: “Cuando levantas una ronda de inversión hay unos pasos secuenciales que dependen de la cantidad de dinero que necesites. La primera etapa son personas anónimas que no son profesionales de la inversión y se juegan su propio dinero. Es una figura importantísima en este sector porque apuestan su dinero en la etapa de mayor riesgo. En estadios posteriores se acude a profesionales, gente de capital riesgo, fondos de inversión que invierten el dinero de terceros. Su enfoque va más destinado a buscar la rentabilidad del proyecto.

También es importante comportarse de la manera más profesional con tus inversores. El propio Alejandro confesó que a veces llega a desesperarse “porque tengo que perseguir a la gente de las startups para que me pasen las cuentas. Yo estoy sometido a un presidente y un consejo de dirección al que tengo que presentar cuentas todos los días.”

Cuando uno está frente a un inversor potencial, es importante no sólo presentar un proyecto atractivo sino saber valorar el potencial económico de nuestro proyecto. Todo el mundo cree que su juego va a ser el nuevo Angry Birds, pero hay que ser cauto a la hora de valorarlo. Al otro lado de la mesa vamos a encontrar profesionales como Daniel, quien ha visto de todo y presta especial atención no solo al talento del equipo sino a cómo están distribuidos: “Además del talento me fijo mucho también en que el equipo esté equilibrado, que no todo sean programadores y artistas, sino que haya gente de marketing. El otro día estuve hablando con dos equipos. Uno me decía que su juego era muy chulo, y el otro ya tenía calculado las ventas que iban a hacer en Steam. Si aportan esa parte del negocio, que es lo que quiere ver el inversor, mucho mejor.”

Raúl también aportó parte de su experiencia en ese campo: “Si algo he aprendido cuando montas una startup es que debe tener cinco patas: alguien que crea la idea, alguien que ejecuta esa idea, otro que consiga a los clientes, el que consiga el dinero y el que lo organice todo. Si eres muy bueno desarrollando el juego pero muy malo haciendo negocio, no compensa […]. Si no tienes la perspectiva de hacer dinero es muy difícil salir adelante". Tampoco puedes columpiarte con pronósticos de beneficios irrealizables, como recalcó Alejandro: “Después de ver la cantidad de recursos que nos cuesta sacar una buena rentabilidad con 300 trabajadores y 50 años de experiencia, cuando [los responsables de una startup] me presentan determinadas perspectivas de beneficios sinceramente no lo veo.” Pasarse de listo conlleva riesgos muy elevados, incluso después de conseguir inversión, tal y como sentenció Javier: “Si en la primera ronda valoras tu compañía en una cifra demasiado alta, el inversor va a querer que tu empresa valga 20 veces ese valor en los cinco años siguientes. Y si no lo consigues nunca más vas a poder conseguir inversión externa”.

¿Cómo se conquista a un inversor?

Para ahondar un poco más en este tema, le robamos algo más de tiempo a Javier Megías, quien se sentó con nosotros para hablar de su experiencia en el campo de la inversión en videojuegos. El CEO y co-fundador de Startupexplore fue tajante: a un inversor se le conquista con métricas. “Lo tienes que convencer, enamorar, tiene que alucinar con lo que estás haciendo, pero también tienes que convencer a su lado más financiero. Eso quiere decir que tienes que demostrarle que eso que le ha gustado tanto tiene una atracción (es una palabra que está muy de moda). Demostrar a través de alguna métrica que confirme que el mercado está interesado en eso que tu haces. La métrica “más sexy” es, obviamente, que estés ganando pasta, pero también que haya usuarios utilizando tus juegos".

Para un inversor el negocio no deja de tener sus riesgos, como nos explica Megías: “De cada 10 inversiones que haces 9 se van al traste. Solo una funciona. Eso quiere decir que esa tiene que pagarte las otras 9 que no han funcionado y además darte algo de rentabilidad. Y tardas de media entre 5 y 7 años en que esas inversiones tengan éxito. Eso quiere decir que como negocio es bastante regular a menos de que tengas muy buen ojo. Al final hay una parte una parte definitivamente romántica, no en el sentido puro de ‘qué divertido es invertir’ sino ‘yo quiero ayudar y ser parte de esto’. Pero obviamente hay una parte financiera. Hay posibilidades muy buenas, y lo hemos visto, de que algunos productos salgan bien, pero desgraciadamente es un sector donde la tasa de éxitos grandes es pequeño. […] Unas ventas de un millón de euros no es un gran negocio para el inversor pero para los fundadores [del estudio] es la leche".

Por último, Megías nos aclara un punto decisivo a la hora de buscar capital: la diferencia entre financiación e inversión. “Normalmente todos nos vamos a buscar a un tío que tenga pasta, a un inversor, un fondo de capital riesgo para decirle ‘oye, lo que voy a hacer va a cambiar el mundo, invierte en mí’. Es muy difícil conseguirlo, pero si lo consigues, normalmente como aún no hay pruebas de que la cosa esté funcionando bien, seguramente el inversor te va a pedir un, por ejemplo, 25% de tu empresa. Hay que entender que normalmente no va a ser la única ronda de inversión que vas a tener, con lo cual es fácil que acabes trabajando a los cuatro o cinco años 16 horas al día por un 5% de tu empresa. Y eso te va a hacer la persona más desgraciada del mundo. Por eso creo que tiene mucho más sentido al principio intentar financiarte o con la pasta de tu entorno o a través de instrumentos como ENISA u organismos regionales.”

En los mismos término se expresa Alejandro Miralles, CEO y Co-fundador en Demium Games, una incubadora con sede en Madrid: “Lo primero que te preguntaría es ¿Tu proyecto necesita dinero? El pedir dinero por pedir dinero es una estupidez. Si pides inversión tienes que devolverla (normalmente a fondo perdido es raro que te den nada) a menos de que el inversor se vaya a quedar con un porcentaje de tu empresa. Todo tiene un coste. Si necesitas dinero es por que vas a hacer algo mucho más grande y puedes permitirte el cederlo…¿Has hecho un plan de negocio? Ten muy claro lo que quieres hacer. Al final un inversor lo que busca es, para empezar, saber lo que estás haciendo. Hay que comunicarse bien con los inversores y tener muy claro la estrategia de tu estudio. Tener muy claro cuánto necesitas y para qué lo necesitas. Si no tienes claro eso nadie te va a dejar dinero.”

¿Qué es ENISA? ¿Qué papel cumplen las incubadoras y lanzaderas? Profundizaremos en ello en unos días, en la segunda y tercera parte de este reportaje.

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