Cada vez que se acerca un E3 nos invaden los rumores. Estos, que normalmente se mezclan con los deseos de quien los formula, tienden a mezclarse con las noticias bien fundadas. Así, muchas veces nos encontramos con que la información fiable se pierde entre el oportunismo y las ganas de ser protagonistas. ¿Pero realmente importa en el lado de los meros usuarios?
Cada vez que se acerca un E3 nos invaden los rumores. Estos, que
normalmente se mezclan con los deseos de quien los formula, tienden
a mezclarse con las noticias bien fundadas. Así, muchas veces nos
encontramos con que la información fiable se pierde entre el
oportunismo y las ganas de ser protagonistas. ¿Pero realmente
importa en el lado de los meros usuarios? Creo que debería
hacerlo.
Por otro lado, también suelo ver lo que yo llamo síndrome del
abuelo. Aquí, no voy a poner ejemplos de la redacción o sus
cercanías, pero hay algunos que se ven venir, incluso antes de que
empiecen a hablar. "Pero si esto es igual que hace diez años,
cuando estos pusieron un vídeo y luego, ni sacaron consola ni hubo
nada de nada" o el típico "se la van a pegar, porque esto me
recuerda mucho a cuando estos otros se lanzaron antes de tiempo y,
mira dónde están ahora".
Sí, realmente, el E3 es todo un espectáculo. Las páginas se llenan
desde semanas antes con miles de artículos que muchas veces son
sólo repeticiones de lo que sabemos desde hace tiempo. En otras
ocasiones, las menos, podemos descubrir verdaderas joyas que nos
recuerdan por qué nos apasiona el mundo de los videojuegos. Hay
homenajes, maldiciones, ilusiones, buenos deseos y todo un sin fin
de palabras que, llegados los días de feria, todos parecemos
olvidar. El espectáculo del E3 tiene eso, que hace las funciones de
borrador de cerebros y sólo nos quedamos con lo que vemos. Encima,
conforme nos llega cada noticia, conseguimos olvidar la anterior...
salvo que que sea lo que queríamos escuchar.
En cuanto a las fuentes de información, está claro que Internet ha
superado la velocidad de la luz. Antes de que algo sea oficial o,
incluso, que lo hayan decidido sus responsables, ya lo tenemos en
foros, twitts y, por extensión, en los telediarios a nivel
nacional. Vale, me he pasado con esto último, pero creo que pronto
no nos sorprenderá que así sea. Pero, ¿de dónde salen esas noticias
bomba? ¿Tanta imaginación tenemos en el sector? Pues sí y no, pero
también todo lo contrario.
Puede que en Estados Unidos y Japón, a alguien le inviten a una
charla con Miyamoto y algún infiltrado poco cuidadoso escuche algo
cuando los famosos creen que nadie les oye. Le pasa a los
políticos, con sus guardaespaldas y muchas precauciones, ¿por qué
no a un fanático de los videojuegos que, además, los crea? Pero en
el resto del planeta, nos solemos nutrir de intermediarios, claro,
salvo que nos toque ir a ver a los protagonistas y les saquemos
algo. Sin embargo, para dar la condición de oficial a un rumor o un
dato, es necesario su nombre y apellido, así como el momento en que
todo pasó. Eso sólo se consigue con algo de mala fe, en la mayoría
de las ocasiones o, por el contrario, con la colaboración expresa
del autor.
Ya estamos en el otro lado de la noticia, en el de la intención y
el marketing. El de los que han adoptado las técnicas virales que
se estudian en la carrera y que tan económicas salen a corto plazo.
¿Qué tal si se suelta un rumor que es cierto, pero se camufla un
poco? Sólo hay que estudiar bien a quién se le ofrece el honor de
divulgarlo y cuidar que el mensaje fluya. Identificar este tipo de
información y separarla del resto se ha convertido en algo difícil.
Incluso puede volverse en contra de los que usan una técnica así,
no tanto por problemas de conciencia, sino porque se ha extendido
demasiado.
¿Alguien cree mis teorías de conspiración? A lo mejor esto es sólo
un rumor infundado y, aquí me tenéis, con un intento de ser el
centro de atención y desviaros de la información verdadera. Pero,
¿y si...?