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Me gustan las pipas, llamadme pipera

Pipas de girasol

Me han chivado por Twitter que me llaman “pipera”. No salgo de mi asombro. ¿Cómo se han enterado? ¡Me encantan las pipas! Una charleta con un buen amigo y una buena bolsa de pipas (a ser posible, Facundo), es uno de los placeres de la vida. Comía muchas pipas también cuando mi padre me llevaba al fútbol, y esas tardes de domingo son un gran recuerdo... ¡Y el cine de verano! Y Mulder, que buscaba la verdad en una bolsa de pipas…

El caso es que hace años que no como pipas. No puedo. Se me cortan los labios y me escuecen a rabiar. Supongo que es la sal… Así que seguramente no se refieran a mi pasión por las pipas, claro. He buscado por ahí y me he encontrado con que “piperos” es una de esas palabras que mucha gente usa sin tener muy claro qué significan y que, según a quién le preguntes, tienen un significado u otro... Que normalmente, no es muy agradable que se diga.

Parece ser que el término nació para bautizar a los seguidores del Real Madrid que no hacían más que quejarse por (y sin muchos argumentos) mientras comían pipas en la grada. Pero, como suele ocurrir en estos casos, la cosa ha degenerado un poquito…

Hay que quien dice que “piperos” son los que juegan a FIFA y Call of Duty. Otros opinan que se refiere a los que prefieren los juegos de esos en los que hay una escena de vídeo tras otra (¿No serían palomiteros?). Incluso hay quien incluye en la categoría de piperos a todos los juegan (a lo que sea) en una consola de marca PlayStation (¿Y lo de las pipas?). Y también se asocia a los que reniegan contra todo y contra todos, escupiendo veneno sin argumentos, lo que se acercaría un poquito más al teórico origen de la expresión.

Todas estas palabras que significan una cosa diferente según quien la use, me ponen muy nerviosa. Lo mismo insultas a alguien sin querer… Ya me pasó con “friki”, terrible insulto hace unos años y un orgullo hoy día. Tampoco estoy muy segura con bizarro, porque aunque yo sé, de muy buena tinta, que significa valiente, generoso, espléndido, también sé que hay quien usa este falso amigo para cualquier cosa que sea rara, sorprendente o grotesca… Todavía corrijo a quien se lo oigo decir, pero me estoy cansando. Total, si la RAE lo terminará aceptando…

A día de hoy, sigo sin saber si considerarme una friki o no… La verdad es que no me suelo disfrazar y suelo vestir como muy normal. No sé si jugar a videojuegos, disfrutar con la ciencia ficción (incluso con Babylon 5, pese a lo que opine Sheldon) y saber qué es un muggle es suficiente para ser friki… Supongo que dependerá a quien preguntes. Y no, no soy de cómics (¿cuántos puntos me quita eso?)

Este es mi monedero: ¿soy una friki? Es que es tan mono...
Este es mi monedero: ¿soy una friki? Es que es tan mono...

Tengo claro que bizarra no soy. En ningún caso. Lo de la valentía queda descartado (todo me da miedo) y tampoco es que me vea yo muy grotesca, ni siquiera con estos pelos… Ná, que no me veo extraña ni rara. Si acaso, un poco peculiar. Como todos, ¿no? Vale, me apunto un porcentaje de bizarría, por eso de la peculiaridad y porque estar en redes sociales hoy día (y más con tu nombre real) es un ejercicio de valentía (aunque dé mucho miedito).

Ahora veamos lo de pipera. Ha quedado demostrado que me gustan las pipas. Hasta ahí, perfecto. Y sí, también me gustan los juegos “experiencia”, desde Heavy Rain a The Until Dawn. Vamos bien. Por desgracia, pincho en lo de FIFA y COD… No soy futbolera y los shooters se me dan fatal. Disfruto mucho viendo a mi señor esposo jugar a Call of Duty, pero no sé si eso cuenta. También juego con PlayStation, pero como reparto el tiempo con consolas de otras marcas y hasta le doy al Candy Crash en el móvil, lo mismo he perdido puntos… Es más, me importa un comino el “en qué” estoy jugando, me importa el “a qué” estoy jugando. Lo mismo sí que soy rara: a mí, mientras el juego me guste, como si es de tablero… Si eso es ser “pipero”, me apunto.

Pero nos queda cosa que se suele asociar al término “pipero” y que, seguramente, sea la más cercana al origen real de la expresión: el criticar por criticar y sin argumentos de peso. Y con eso, no sólo no me siento identificada, es que estoy totalmente en contra. Y menos, desde la poltrona, como se supone que hacían los piperos del Bernabéu. Aunque esos, al menos, se metían con su propio club, que oye… Como decía una amiga mía (con un hermano de los de llevarlo a hacérselo mirar), “con mi familia sólo me meto yo”.

A mí, eso de despotricar a diestro y siniestro, no me gusta. Odiar por odiar está muy de moda, lo sé. Hay que estar en contra de lo que sea que le guste al vecino, por principios. ¿Que se ha comprado un híbrido? Ese es un snob. Que se ha suscrito a HBO, con lo que mola Netflix... ¿Qué juega con Switch? Será un niñato. ¿Qué tiene una PS4? Es que no tiene ni idea. ¿Qué tiene una Xbox One? Vaya pringao… ¡Mira qué infantil, que le gusta Pokémon! (se admite cambiar el orden de cualquier expresión hasta que encaje con tu visión). Eso es un pipero, y está muy feo, oiga.

Tampoco me gusta hurgar a ver si encuentro algo que me ofenda (aunque sea de refilón), para liarla parda. Es más, yo, ante la duda, suelo preguntar, que a veces las palabras no están mal dichas, sino mal interpretadas… Y, como estoy refranera, allá va otro: no ofende el que quiere, sino el que puede.

A base de darle vueltas, he llegado a una conclusión y es que, por muy bizarra y friki que sea, el odio y la intolerancia no van conmigo, así que me voy a quedar con lo que no me ofende, me quedo con que “pipero” es el que come pipas… Lo que me lleva de nuevo a momentos de auténtico relax, calma y felicidad. Es pensar en las pipas y se me pone una sonrisa tonta en la cara… Será porque las asocio a sentimientos especiales y siempre gratificantes. Porque me emocionan los campos de girasoles. Si pudiera, seguiría siendo una “pipera” de pro, pero no siempre encuentro pipas sin sal…

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