PS4 vs Xbox One, duelo a muerte
Después de ver la guerra que se ha desatado entre los defensores de PS4 y los usuarios de Xbox One, que se aviva con cada noticia del tipo comparativa de Metal Gear Solid V o las diferentes resoluciones de Thief en PS4 y Xbox One, he decidido contaros una vieja leyenda japonesa -adaptada a nuestros tiempos- que ilustra perfectamente esta situación.
Hace mucho tiempo, dos samurais se encontraron en la capital del Oeste, Kyoto. Cada uno de los guerreros estaba de pie en un extremo de un puente, y aunque había espacio suficiente para ambos, ninguno estaba dispuesto a dejar que el otro pasase primero, ni a colocarse de lado para cruzar a la vez. Era una tarde de primavera, y el viento hacía que se moviesen las hojas de los árboles. Aparte de eso, sólo había silencio.
El primer guerrero clavó su mirada al otro lado del puente y estudió a su oponente: casi todos los juegos multiplataforma -Call of Duty Ghosts, Metal Gear Solid Ground Zeroes, Thief- tenían mayor resolución en PS4. Además, los tiempos de instalación eran mucho menores. Colocó su mano sobre la espada, y separó las piernas, en postura de combate. Al otro lado del puente, el segundo samurái se quitó el gorro de paja y estudió a su oponente: casi todos sus juegos eran compatibles con Smartglass y el uso de Kinect mejoraba la experiencia en Xbox One. También colocó la mano sobre la tsuba (la empuñadura de la espada) y se dispuso a desenfundar.
Pero entonces, el primer espadachín se quedó congelado, y miró a los ojos del contrario: tenía Infamous Second Son en exclusiva, aunque no contaba con Titanfall... Todos los meses regalaba juegos con PSN+, pero su plataforma online, tradicionalmente, no era tan sólida como Xbox Live Gold. El segundo samurái también dudó. Apretó los dientes y recordó que le escoltaban los anuncios de Halo 5 y Quantum Break... aunque no era Uncharted 4, ni The Order 1866. Ambos oponentes, sin cruzar palabra, retiraron la mano de sus espadas. Se ajustaron el obi (el cinturón) y se miraron por última vez.
Era una tarde de primavera. Dos guerreros se dieron la vuelta, y emprendieron caminos opuestos. Comprendieron que sus fuerzas estaban igualadas, y que una confrontación sólo hubiera resultado con dos cadáveres en el puente. Habría otro día para luchar... mientras tanto, tendrían que mejorar sus habilidades.
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