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¿Verdadero o falso?

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Mi hijo no se podía dormir el sábado. Había visto un vídeo de Pokémon en YouTube, de un tal Folagor03, y tenía pesadillas. El vídeo, según me contó, hablaba de un juego maldito de Pokémon que no sólo mataba a los bichos, sino también a los entrenadores. A los de verdad, a los humanos. Y según él, había fotos y todo y esas fotos sangrientas, de muertos y espectros, eran lo que le daba miedo. Obviamente, le tranquilicé diciéndole que todo era mentira. Pero él insistía en que lo había visto en un vídeo y que había fotos… Y me armé de paciencia explicándole que es como las películas: parece verdad, pero todo es mentira. Se quedó más o menos conforme, aunque fastidiado, porque la historia le había impresionado…

Está claro que la culpa es mía y se acabó ver vídeos en YouTube si no estoy presente. No se lo ha tomada nada bien, porque dice que no confío en él. Y ya le he dicho: de ti sí me fío, de lo que no me fío es de lo que se publica por ahí… Él es un niño y de esa manera tan especial que tienen de pensar los niños, no entiende que te puedan engañar apropósito. No le ve la gracia y como él no lo haría piensa que nadie lo hace. Por una parte me gusta que sea así, pero por otra parte me asusta…

Y me asusta todavía más darme cuenta de que no importa que seamos adultos: nadie está libre de llevarse un berrinche por algo que no es verdad, bien sea por que nos lo creamos y nos ofenda, bien sea porque seamos los protagonistas de la noticia, sin comerlo ni beberlo. Yo he probado en mis carnes las dos versiones de la historia y aunque me da rabia que me engañen, peor es cuando eres la protagonista del engaño. La cuestión es que la experiencia me ha enseñado a no fiarme de nada… Y es muy cansino, la verdad.

Por norma hace tiempo que no me fío de los anónimos, de los que se ocultan detrás de un nick más o menos creativo. Pero es que ahora mismo es difícil saber si la cuenta de Twitter de Dios es oficial o es de alguien que se hace pasar por el Señor. Y, hombre, aunque de primeras no sigo a ningún dios hasta asegurarme de que realmente tiene el título de deidad y está avalado por una cohorte de santos, a veces les retuitean y puedo llegar a pensar que el tuit viene directamente de las puertas del paraíso… Y nos leemos tantos tuits al día que parece inevitable que en un momento dado nos creamos uno que no es verdad… Y, lo que es peor, que lo divulguemos como cierto. Hay veces que le he dado al botón de retweet sin pensar y se me ha quedado un mal cuerpo…

Y luego está lo de coger un pedazo de información, retorcerlo y reinterpretarlo y construir una inmensa torre de Babel en la que todo el mundo habla, pero a nadie se le entiende. O un tuit inocente que se convierte en la chispa que enciende la mecha, porque o bien no te ha cabido todo en 140 caracteres o bien no has sabido poner un emoticono a tiempo que deje claro el tono de tus palabras… ¿O es que ninguno ha sido malinterpretado en un chat? Yo tengo la premonición de que tarde o temprano cometeré un tuitericidio de la manera más tonta. Será cuando se me ocurra la declaración más inocente en el momento menos oportuno y justo cuando esté mirando uno de esos dioses de ojos sucios que tenga ganas de liarla. Si hasta a las personas anónimas les puede arruinar la vida un tuit, no te digo ná a los medio conocidillos…

¿Verdadero o falso?

Se han montado monumentales movimientos sociales en torno a una mentira, la mayoría de prejucios vienen de informaciones sesgadas, las simpatías o desprecios que arrastra tras de sí un personaje público suelen venir de acto aislado, oportunamente aireado. Se nos olvida que ahora, gracias a la tecnología, todos somos a la vez creadores y consumidores de información y ese “todos” no se puede controlar. Ni se debe. Eso sí, me encantaría saber de quién me puedo fiar. Por lo que se dice, los profesionales están manipulados y los no profesionales están descontrolados. Vamos a necesitar al menos dos fuentes contrastadas, independientes y no afines al copypaste para poder dar una opinión sobre algo sin cagarla, porque como te quedes en el “eso he oído…” Yo ya casi no tuiteo, me da miedito. Todo, lo que leo y lo que puedo decir en un desliz, que tengo muy mala cabeza. Y para contar lo que he comido o donde estoy de vacaciones no me hago cuenta de Twitter...

Por cierto, antes de que alguna asociación de padres de entrenadores Pokémon denuncie a Folagor03 aclaro que en el vídeo que dejó traumatizado a mi hijo no se dice en ningún momento que mueren las personas, no salen imágenes de personas muertas, ni se hace apología de la violencia. He visto el vídeo y comprendo que la sensible imaginación de mi hijo haya convertido esta historieta de miedo (en el vídeo se dice que la historia, además, "parece ser falsa"), en un hecho escalofriante y que él, al explicármelo, me transmitiera esos horrores como si fueran verdad. Pero ya os digo que ya no me creo nada (o eso intento) y por eso he buscado el vídeo y lo he visto. Otro con ganas de liarla o en busca incansable de la protección de la infancia, del jugador auténtico o de la liga de la justicia, que todo vale, habría lanzando 140 caracteres envenenados que, en malos ojos y peores cuentas, podrían arruinar la vida al youtuber. Si alguien tiene ganas de liarla, basta con que seleccione algunas palabras de este post y algunos segundos concretos de este vídeo… Lo justo para 140 caracteres o un buen titular. Lo demás, no importa. ¿O sí?

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