Entrevista a Joaquin Phoenix: "He buscado un enfoque que no fuese el de un biopic tradicional de Napoleón"

Joaquin Phoenix ha estado en Madrid promocionando el nuevo proyecto de Ridley Scott, un director que ha tenido una influencia muy importante en su carrera profesional y por quien siente un gran cariño, del que hemos podido ser testigos directos.

Por cortesía de Sony hemos podido participar en una mesa redonda con otros medios en la que hemos podido hacerle toda clase de preguntas que él ha contestado mostrándose tan amable como cercano con nosotros.

Napoleón es un personaje mítico pero que no deja de ser histórico. ¿Hasta qué punto es ficción y hasta qué punto es historia?

Lo primero que intenté fue realmente inspirarme un poco para encontrar un enfoque nuevo que no fuese el tradicional, lo típico en un biopic histórico que no me interesaba demasiado. Así que nos hemos tomado bastantes libertades, pero es sorprendente ver cómo incluso los académicos no se ponen de acuerdo en muchos hechos de su vida.

Lo que sí que sabemos con exactitud es que él fue responsable con sus decisiones de la creación del mito. Evidentemente no disparó nunca las pirámides. Es una de esas cosas que no habría hecho nunca porque fue el padre de la egiptología moderna y estaba muy interesado.

Pero sí que había una parte irreverente y con mucha fuerza dentro de su personalidad. Y eso es un poco lo que reflejamos ahí. Pero bueno, siempre es difícil explicar la vida de una persona y mucho más la de alguien como Napoleón en una película de dos horas y media.

¿Qué imagen tenía él de Napoleón antes de empezar la película? ¿Ha cambiado la imagen que tenía de él?

Sabía muy poco sobre la figura de Napoleón. Dejé el instituto siendo muy joven y no tenía un gran interés por la historia, tampoco veía en qué me podía beneficiar. Luego evidentemente he hecho un montón de películas de diferentes contextos históricos y la verdad es que me habría gustado poder haber profundizado un poco más en esas cosas, pero bueno.

Lo cierto es que Napoleón es un personaje muy interesante y, por cierto, no se ve nada de España en la película porque en aquella época en la que le plantasteis cara y los franceses tuvieron que salir de aquí justamente él estaba en Rusia.

Pero en lo que más me he centrado ha sido en su relación con Josefina. Es lo que más me interesaba y además es un poco lo más inesperado, ¿no? Saber un poco sobre sobre su relación, que la verdad es que confieso que todavía no la entiendo del todo bien. No sé muy bien que veían el uno en el otro, aparte de que ambos tenían cualidades que no poseía el otro.

Ella, por ejemplo, era muy buena a nivel social, tenía una red de contactos y buenos modales. Él era muy extraño, muy retraído.

Había varios relatos en los que se decía que a los dos les encantaba organizar fiestas e invitar actores, ¿no? y como tenían discusiones tremendamente histriónicas delante de la gente, se les acusaba mucho de montar ellos mismos escenas dramatizadas. Me sorprendió mucho esa idea de actuar cuando estás dentro de una relación.

¿Hasta qué punto has podido enriquecer al personaje mediante la improvisación?

Había trabajado con Ridley Scott hace 20 años en Gladiator cuando era un joven sin experiencia y la verdad que en aquel momento me dejó descubrir un poco en el momento qué es lo que quería hacer, a veces por instinto y a veces por la investigación que había llevado a cabo, ¿no? Y lo que no sabía en aquel momento es que eso no es típico. 

En aquella época no sabía que se tardaban dos horas, por ejemplo, en iluminar una escena y que si de repente yo decidía hacer la escena al lado de la fuente, pues que tenía que volver a montar todo de nuevo. Y él la verdad es que ha sido muy, muy importante en cómo me he desarrollado yo. 

Siempre muy abierto, muy curioso y muy amable  Y te permite generar un poco las cosas como tú quieres y al mismo tiempo decirte cuándo algo funciona y cuándo no. Pero bueno, en general la idea de desarrollar las cosas juntos, de forma colaborativa. 

Se ha escrito mucho sobre la relación entre Napoleón y Josefina, que era tormentosa e incluso violenta. ¿Qué banderas rojas pusisteis Vanessa Kirby y tú y hasta dónde estabais dispuestos a llegar al recrear ese tipo de relación?

Sí, la verdad es que nos hemos sentido muy muy cómodos. Y es que ella me ha impresionado mucho. Empezamos el rodaje en el mes de febrero y ella descubrió que tenía el papel en el mes de diciembre, así que no tuvo mucho tiempo para hacer investigación, ni para prepararse, ni para el guion, ni nada de nada.

Así que cuando la conocí, yo le dije que no quería hacer un melodrama histórico. Y que si ella en sus indagaciones decubría cosas que quería aportar podía compartirlas conmigo o no, quería que me sorprendiera. Y ella me dijo a mí lo mismo y creo que fue como el segundo día de rodaje o así.

Muy l principio ella me dijo mira, dime lo que quieras, haz lo que quieras conmigo: si tienes que tirar de mí o empujarme, moverme... sin problema. Pero lo hemos hecho. Y así lo hemos hecho: nos sentíamos un poco como si fuésemos nosotros contra el mundo. 

Napoleón y Josefina estaban muchas veces enfadados y tenían esa relación en la que se admiraban por un lado, pero por otro lado querían a veces incluso destruirse en algún momento. Pero ha sido un proceso muy, muy emocional, la verdad.

Uno de los momentos más críticos fue cuando él regresó de Egipto porque se enteró de que Josefina estaba teniendo un lío, que era un tema muy real porque salió en todos los periódicos británicos, descubrieron las cartas, las publicaron, había tiras cómicas en las que se burlaban de él, le humillaron a nivel internacional.

¿De qué te sientes más orgulloso respecto a tu trabajo?

Había tantísimas cosas de las que hablar... creo que me encantaría haber hecho una película de tres horas hablando sólo del Golpe de Estado. Siempre pienso que me gustaría haber expresado más, que me gustaría haber hecho algo más.

Nunca estoy satisfecho ni orgulloso de nada de lo que hago, solamente des esfuerzo depositado. Me gustaría volver a grabar todas las películas que he hecho, pero sí que estoy orgulloso en el caso concreto de Napoleón del día a día, de la constancia, de todo el trabajo inmenso que hemos hecho. Estuve trabajando con Ridley desde el principio, investigando.

Trabajábamos desde muy pronto por la mañana hasta tarde por la noche. Y con todo el equipo de maquillaje, vestuario, compañeros... Hemos hecho lo que hemos podido y al final lo que la gente reciba del resultado final es algo que ya no está en mis manos

¿Crees que hay algún tipo de dirigente político que pueda parecerse en términos de carácter o en términos de ambición expansionista a Napoleón? 

Es una buena pregunta para otro tipo de persona. Creo que esas cualidades las podemos ver en muchas personas, no solamente en líderes políticos. Esa necesidad de poseer, de querer lo material e imponer su decisión.

Esa idea de que las elecciones por encima de los de poner las posesiones por encima de los derechos universales lo vemos en muchos personajes, en los realities, en actores, en políticos, no sé muy bien cuál es la raíz, de dónde sale, No, no sé cuál es la fuente que provoca eso dentro de los seres humanos, pero ojalá pudiese haberlo entendido mejor con la idea de buscar una solución. 

Pero creo que hace falta un tipo de consciencia, de trascendencia que nos haga ir un poco más allá de lo material, de esa riqueza y de esa avaricia. Pero él, en su caso, es especialmente paradójico porque era un hijo de la revolución. Él estaba en el útero, mientras estaba la revolución en marcha, que justamente consistía en cuidar al pueblo por encima de la aristocracia.

Y no solo eso, sino que al final él le dio la vuelta completamente a sus principios. No era solamente la aristocracia, sino solamente los míos, ¿no? Pero bueno, creo que hay muchos ejemplos y no solamente están en en líderes o en buen político, sino que los podemos encontrar en todas partes. Incluso quizás en esta sala (se ríe mientras nos mira con recelo).