Steelrising, el nuevo juego de Spiders (responsables de Greedfall), nos lleva a una versión alternativa de la Revolución francesa para perder la cabeza con sus combates de autómatas estilo soulslike. Lo hemos jugado y os contamos qué tal está.
Spiders es el perfecto ejemplo de que jamás hay que rendirse. Tras meterse de lleno en el género de los RPG de acción con Bound by Flame (2014) y The Technomancer (2016), dos juegos que no fueron especialmente bien recibidos, en 2019 lanzaban Greedfall, título con el que, esta vez sí, cosecharon buenas críticas y lograron ponerse en el punto de mira.
El secreto de Greedfall fue, a grandes rasgos, seguir a pies juntillas la fórmula de Bioware... o, más bien, de los juegos que lanzó Bioware cuando estaban en plena forma. Es decir: un juego de rol donde los combates con espadas y hechizos tienen tanta importancia como los diálogos.
Pero con su nuevo trabajo, lejos de seguir insistiendo con esta clase de títulos, en Spiders han decidido adoptar un nuevo molde; nada menos que el del género de moda: los soulslike. Así nace Steelrising, un RPG de acción con autómatas, estética clockpunk y la Revolución francesa como telón de fondo.
Hemos podido jugar durante seis horas a una versión temprana de la aventura, que tiene previsto lanzarse en PS5, Xbox Series X|S y PC el 8 de septiembre de 2022, y en nuestras impresiones de Steelrising os contamos qué nos ha parecido.
La Autómata guiando al pueblo
Steelrising nos lleva hasta Francia, a finales de junio de 1789, poco antes de que se produjese la toma de la Bastilla. Sin embargo, en esta versión alternativa de los acontecimientos, el rey Luis XVI está acabando con cualquier intento de revuelta gracias a su ejército de autómatas mecanizados.
Nosotros nos ponemos en el papel de Aegis, una autómata que originalmente fue diseñada con el propósito de entretener a la corte con sus delicados movimientos de danza, pero que el rey transformó en una máquina de matar al añadirle modificaciones como espadas y cañones, y la convirtió en la guardaespaldas de la reina María Antonieta.
Al empezar la aventura, Aegis recibe la orden de salir en busca de los hijos desaparecidos de la reina y, de paso, encontrar a su creador, el ingeniero Eugène de Vaucanson. Claro que decirlo es mucho más fácil que hacerlo, pues los autómatas del rey no dudarán en atacar a todo aquel que ose asomar la cabeza por las calles de París.
Esta es la excusa para presentar un desarrollo soulslike con el que cualquier aficionado a este tipo de juegos se va a sentir como en casa... quizás incluso demasiado, pues Steelrising replica todas las claves por las que son conocidos este tipo de juegos.
Porque enseguida vais a ver las similitudes con cualquier Souls: el mismo sistema de combate, el mismo sistema de objetos, el mismo sistema de curación, el mismo sistema de subida de nivel, el mismo sistema de armas y mejora de armas, el mismo sistema de muerte, los mismos escenarios intrincados en los que vamos abriendo atajos, etc.
Pero ya sabemos que imitar es una cosa y hacerlo bien otra muy diferente. De esta toma de contacto con Steelrising, podemos decir que todo lo relativo al combate y la personalización RPG del personaje nos ha convencido.
Los combates exigen la precisión habitual de lo Souls, dando aún más importancia si cabe a la gestión de energía, pues en Steelrising, cuando se agota, tarda unos segundos que se antojan eternos en recargarse, obligándonos a medir cada ataque, cada esquiva y cada salto con exactitud.
Esto va ligado a una mecánica de sobrecalentamiento y refrigeración: cuando la energía se agota por completo, podemos pulsar un botón en el momento adecuado para recuperar una porción de golpe. Esto tiene una contrapartida, y es que si abusamos de esta mecánica Aegis sufrirá congelación.
Esto, unido a la particular inercia que se produce con el desplazamiento y a los constantes sonidos de engranajes que se escuchan con cada movimiento, contribuye a generar una lograda sensación de estar controlando una máquina.
En lo que a elementos RPG se refiere, parece que Steelrising va a ofrecer un buen número de posibilidades, empezando por diferentes builds que favorecen el ataque, la velocidad, la alquimia (la magia, a grandes rasgos), etc. Y además de contar con piezas de equipo que alteran las estadísticas y la estética de Aegis, también hay espacios para módulos con efectos pasivos.
Vamos que, como en un buen Souls, la experiencia en Steelrising va a cambiar mucho en función de cómo distribuyamos los puntos de atributo.
Y aunque no se le va a dar tanta importancia como en Greedfall, en algunas conversaciones será posible elegir respuestas durante los diálogos. También habrá ligeros toques de metroidvania, pues conseguiremos habilidades con las que llegar a nuevos lugares.
Destaca también la cantidad de tipos de armas, nueve en total, cada uno con su propio set de movimientos y animaciones. Tenemos garras, abanicos, espadas, cadenas, martillos, mosquetes, discos, alabardas y tonfas.
Además, todas cuentan con sus propias habilidades únicas, como la posibilidad de utilizar un escudo, ataques que provocan estados elementales o el clásico parry.
Los únicos problemas que podemos sacar de esta primera toma de contacto son, en primer lugar, que el juego está muy verde, especialmente a nivel técnico, con unos escenarios que visualmente son poco legibles, dificultando la navegación. Esto explica que Steelrising se haya retrasado a septiembre de 2022.
Pero quizás su mayor problema sea que parece "anclado" en la fórmula Souls más clásica. Mientras que en los últimos años hemos visto el género soulslike progresar, con ejemplos tan recientes como Elden Ring, jugar a Steelrising nos ha parecido un pequeño paso atrás; como si volviésemos de nuevo al primer Dark Souls.
En cualquier caso, las impresiones han sido buenas y nos hemos quedado con ganas de jugar más, de experimentar más con las habilidades de combate de Aegis y de saber cómo sigue la historia de esta versión alternativa de la Revolución francesa. Y eso es siempre lo más importante.
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