Análisis de The Deer God plataformas "indie" para Nintendo Switch
El ciervo es considerado un dios en algunas culturas sintoístas (como hemos visto en la película La Princesa Mononoke, del estudio Ghibli o si visitáis la ciudad de Nara en Japón), y ese es el elemento fundamental de The Deer God, un juego independiente que llega a Nintendo Switch después de haber pasado por PC, PS4, Xbox One, Vita y dispositivos móviles. La obra de Crescent Moon Games -que se inspiraron en sus propios recuerdos en la naturaleza- se convierte así en el penúltimo de los "nindies" (la impresionante línea de juegos independientes que ha acompañado a la consola desde su lanzamiento).
La idea en torno a la que gira The Deer God es la de un cazador, castigado por los espíritus del bosque a convertirse en animal y vagar por unos entornos naturales haciendo el bien. Un concepto que está arraigado en las religiones asiáticas -como el karma- y que tiene mucho potencial en un videojuego, pero que no se ha aprovechado del todo. De hecho, hace unas semanas os ofrecimos el análisis de Okami HD (desarrollado por Clover Studios para Capcom) que partía de un concepto similar, pero era capaz de introducir mecánicas mucho más interesantes en el desarrollo.
Plataformas en la naturaleza
Nuestro cometido no queda demasiado claro. En este lanzamiento para Nintendo Switch debemos redimir nuestra culpa ayudando a diferentes personas, que nos piden objetos particulares, colocar reliquias sobre los altares y eliminar a otros cazadores y animales "malignos" como zorros, serpientes o erizos. Todo en un desarrollo plataformero en 2D, con escenarios tridimensionales. A medida que avanzamos conseguiremos nuevas habilidades, como el doble salto, el trueno o la embestida. Y cuanto más progresamos, además, podemos ver como nuestro personaje pasa de ser un cervatillo a un animal majestuoso, con grandes astas (aunque si nos matan volveremos a nuestro estado inicial).
Nuestras acciones -a grandes rasgos, los animales que matamos- tienen repercusiones en una barra de moralidad, pero no afecta demasiado al desarrollo. En la parte superior izquierda de la pantalla tenemos tres indicadores que muestran el estado de nuestro animal. La energía, el nivel de hambre y una barra de cansancio. Tanto esta última (que nos limita el número de embestidas que podemos encadenar) como la energía, se van rellenando con el tiempo, pero para no morir de inanición tendremos que ir comiendo de diferentes arbustos y frutos.
Sin embargo, estas incorporaciones que hacen único a The Deer God no consiguen hacernos olvidar que las plataformas sean bastante simplonas, y no nos encontremos con un auténtico reto en todo el juego.
Un diseño confuso
Por otra parte, el diseño de este "indie" puede resultar confuso. Nos encontramos perdidos en una sucesión infinita de entornos (casi todos ellos naturales, como el bosque, el desierto o los pantanos, pero también con cementerios y templos) por los que nos movemos en busca de misiones que cumplir. Son unos escenarios de gran belleza, que combinan el estilo pixelart, que ya hemos mencionado, con cambios en la iluminación (ciclo día/noche) y en el clima. Y la cantidad de planos en movimiento (junto a un sutil zoom de la cámara) le dan una enorme profundidad.
Sin embargo, también nos encontramos con enemigos que apenas se distinguen entre la maleza o con saltos "a ciegas" que nos hacen perder vidas de forma innecesaria. Y además, la resolución de los puzles es poco intuitiva (aunque tampoco nos resultan muy difíciles).
Con el tiempo, el desarrollo se vuelve repetitivo, y tenemos la sensación de recorrer los mismos niveles una y otra vez, acabando con nuevos enemigos -también hay jefes finales-. Es verdad que cada una de estas "vueltas" ofrece pequeñas diferencias en el gameplay, pero no son suficientes para mantener nuestro interés más allá de las primeras horas.
Una gran idea, poco aprovechada
La sensación que nos deja The Deer God es que parte de una premisa llena de posibilidades, pero no consigue aprovecharla como hemos visto en Ori and the Blind Forest o el mencionado Okami. La naturaleza, la relación con otros animales y el mensaje ecologista, se pierden muy pronto. Es verdad que el apartado visual tiene mucha personalidad y la música "chill out" encaja perfectamente con el desarrollo, pero no es suficiente para colocarlo a la altura de otros títulos -incluso dentro de los independientes- que han sacado provecho de planteamientos poco convencionales.
La versión de Nintendo Switch se encuentra al mismo nivel que el juego de otras máquinas más potentes, y mejora con la posibilidad de jugarlo en cualquier parte, pero no aprovecha otros elementos únicos de la consola. Por ejemplo, hubiera sido perfecto disfrutar del trote del ciervo con la vibración HD.
Los últimos meses han resultado brillantes para las plataformas, en particular en la consola de Nintendo. La verdad es que después de haber disfrutado de auténticos juegazos de inspiración retro como Sonic Mania o Shovel Knight, junto a otros en 3D como Yooka-Laylee o el propio Super Mario Odyssey, The Deer God se queda en segundo plano, sólo recomendable a quienes se sientan atraídos por su mensaje espiritual.
VALORACIÓN:
Un plataformas pseudo 3D muy potente en el planteamiento y en su estilo visual, que se deshincha por culpa de fallos en el diseño y por un desarrollo que se vuelve repetitivo.LO MEJOR:
Increíblemente bello, gracias al uso del pixelart, la iluminación y una música relajante. El mensaje espiritual es un canto a la naturaleza.LO PEOR:
El desarrollo se vuelve repetitivo en pocas horas, y presenta algunos elementos confusos en el diseño.Versión comentada: Nintendo Switch
60
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