Análisis de Dragon Quest Builders 2 para PS4 y Nintendo Switch

Muchas fuerzas se han unido para brindarnos un juego tan enorme y divertido como Dragon Quest Builders 2. Por un lado, Square-Enix, poseedora de la franquicia, ha colaborado con Koei-Tecmo en el desarrollo (en particular el estudio Omega Force, que también ha prestado su talento para otro "spin-off" de la saga: Dragon Quest Heroes).

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el gameplay de Dragon Quest Builders 2 es un equilibrio perfecto entre un juego de construcción como Minecraft y un RPG más tradicional. Y por último, recordar que el universo de Dragon Quest es sólo posible gracias a un "dream team" que incluye una banda sonora inconfundible compuesta por Koichi Sugiyama y los diseños de Akira Toriyama (el creador de Dragon Ball).

Esta gigantesca colaboración nos permite disfrutar del juego de PS4 y Nintendo Switch en Occidente, 7 meses después de su lanzamiento en Japón. Si sois veteranos del primer Builders, no hace falta que os expliquemos más. Sólo que esta secuela es más grande que el juego de 2016, más completa y está llena de mejoras... pero sin perder la esencia del original.  

Análisis de Dragon Quest Builders para PS4

Constructores contra destructor

La primera novedad que nos ha cautivado es su historia. Sin entrar en el peligroso mundo de los spoilers, el juego apuesta por un argumento "ligero", que nos cuenta a la vez la aventura del protagonista (al que podemos crear con un editor) y de su inseparable Malroth, un amigo amnésico al que muchos se refieren como "el destructor", que nos echa una mano tanto en la recolección de materiales como en el combate.

Esta trama en paralelo provoca momentos muy divertidos, y va evolucionando con el tiempo. Pero se resume rápidamente; tenemos que recorrer una serie de islas asoladas por los siervos de Hargon, devolverles su esplendor gracias a nuestros poderes de construcción y derrotar a los malvados. En cada una de ellas aprenderemos nuevas recetas de construcción y ganaremos acceso a nuevos materiales. Claro, es más fácil decirlo que hacerlo, porque cada isla tiene unas particularidades. 

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Comencemos por la Isla del Despertar, que hace las veces de nuestro centro de operaciones. Este pedazo de tierra se comporta como un auténtico "sandbox". Es un lugar que podemos modelar a gusto -a base de bloques y martillazos- y al que iremos llevando los nuevos materiales, animales y constructores que reclutemos en otros niveles.  Esta isla refleja nuestro avance en el juego y ha terminado por convertirse en una verdadera obsesión. Puede que al principio uno se conforme con colocar un río o construir una casita y explorar... pero nuestra mente "cuadriculada" (que encaja mucho con este género) termina por recorrer exhaustivamente el mapa, esculpiendo cada montaña, cambiando cada bloque de tierra o cultivando... hasta tener exactamente nuestra isla perfecta. 

Análisis de Dragon Quest Builders para Nintendo Switch

Pero un amante de las aventuras no se conforma con quedarse en su tierra, ¿verdad? Por eso Dragon Quest Builders 2 nos da la oportunidad de visitar otros entornos. Comenzamos por Aradia, la isla llena de zonas verdes y terreno fértil, en que tenemos que aprender a cultivar, cosechar y reclutar granjeros. ¿Os parece un trabajo duro? Pues esperad a llegar a Moiranda, una isla rica en minerales cuya principal actividad es la minería... o a tener que restaurar un castillo para combatir oleadas de enemigos. Incluso podemos darnos un paseo por archipiélagos en que recoger nuevas materias primas y encontrar a los 100 constructores legendarios. 

Lo que diferencia este planteamiento de, por ejemplo, Minecraft, es que se desarrolla a través de "quests". En ningún momento nos sentimos perdidos con tantas posibilidades, sino que poco a poco vamos progresando atendiendo a las peticiones de los habitantes de cada lugar. Al principio no son más que conseguir un material específico o levantar un edificio sencillo, pero terminan siendo proyectos faraónicos en los que invertir horas y creatividad. Es una curva de aprendizaje perfecta, que nos empuja a experimentar con cada nueva habilidad que desbloqueamos: los guantes, el martillo, un jarrón sin fondo, la ocarina, la paleta...

Estas partes de construcción se alternan con el combate y la posibilidad de mejorar nuestras características y las de Malroth con experiencia. El toque de rol es muy sutil, pero le hace justicia a la saga original, y de hecho se agradece que no se complique el sistema de recolección y "crafting" con árboles de habilidades o estadísticas. 

Las novedades de la secuela

Como podéis ver, la base del primer juego se mantiene inalterable. Por supuesto que hay nuevos materiales y criaturas, entornos más grandes y la posibilidad de construir edificios más complejos. Pero la evolución no es muy evidente. Las habilidades del constructor ahora permiten bucear, volar (utilizando un frenaviento para planear, como en The Legend of Zelda Breath of the Wild) o montar sobre algunas criaturas. Y el control de fluidos (los puzles que se resuelven con agua, no penséis mal) también supone un importante paso adelante. 

Pero sin duda el elemento que más ha cambiado es la inclusión de un modo multijugador online. Desde un portal que aparece en la Isla del Despertar podemos visitar las islas de nuestros amigos o invitarles a la nuestra (un máximo de 4 jugadores simultáneos). El dueño de la isla es quien determina si será simplemente un paseo "turístico" o si todos los jugadores tienen permiso para construir/ destruir bloques o utilizar los cofres que haya en cada localización. Y os adelantamos que unir nuestras fuerzas para construir un proyecto resulta muy divertido.  

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El multijugador también se traduce en la posibilidad de hacer fotos y compartirlas con otros constructores a través de un tablón de anuncios, para que sirva como inspiración. Pero lamentablemente no podemos jugar las misiones de la historia en modo cooperativo (y nos relamemos pensando en cómo sería compartir nuestra partida con un Malroth controlado por un colega). 

Tecnología "cuadriculada"

La recreación del mundo por bloques y con personajes tipo "chibi" ya nos gustó en el primer juego. Y ahora regresa con sus principales virtudes; por un lado que sigue siendo un mundo fiel a lo que hemos visto en los Dragon Quest de la saga principal y por otro, que esta construcción cúbica facilita mucho la construcción y destrucción de elementos. Lo mismo podemos decir del sistema de menús y la navegación por el inventario. Basta con ponerse manos a la obra en un par de ocasiones, en los bancos de trabajo, para dominar todas las mecánicas de juego.

En cuanto al apartado sonoro, nos encontramos con una banda sonora melódica brillante, efectos resultones y la ausencia de voces. Eso sí, aunque no podamos escuchar al constructor, la traducción al español es una gozada. No sólo es notable por la cantidad de líneas de diálogo, sino por las bromas localizadas -como el acento asturiano de los mineros- que nos encontramos, y que nos van a arrancar algunas sonrisa.

Hemos probado las dos versiones, tanto en PS4 como en Nintendo Switch, y aparte de las diferencias en la resolución y la posibilidad de jugar en modo portátil en la máquina de Nintendo, son esencialmente iguales (los tiempos de carga en Switch pueden hacerse un poco más pesados). Los jugadores de una y otra máquina pueden interactuar en una especie de "juego cruzado". Lo entrecomillamos porque no se trata de un crossplay puro. No hay forma de que podamos compartir la partida, pero sí podemos compartir las imágenes de nuestras creaciones entre ambos formatos o pasear por islas que han sido construidas en la otra consola. 

Valoración final

Dragon Quest Builders fue toda una sorpresa cuando lo probamos hace tres años. No era simplemente "un clon de Minecraft" sino una aventura muy entretenida, con los aspectos justos de RPG y de construcción para atraparnos durante muchas horas. Esta secuela resulta bastante conservadora. Eso significa que conserva su atractivo, aunque el multijugador y las nuevas habilidades no supongan ninguna revolución. 

Nos parece un desarrollo brillante, realizado con mimo y atención por el detalle, y que se coloca a la cabeza del género. Aunque puestos a pedir, nos hubiera gustado disfrutar de un multijugador "completo", que nos permitiese jugar también las misiones de la historia, y la estructura de las misiones (alternando fases de construcción y combates) pierde la sorpresa en la segunda isla que visitamos. El sistema de lucha también parece demasiado sencillo, ¡pero es que aquí lo importante es ser buen constructor!  

Después de haber disfrutado de una historia más épica en Dragon Quest XI en PS4 (y pronto lo haremos en Nintendo Switch), lo que nos ofrece Builders 2 es un planteamiento más ligero, más accesible para todos los públicos e igualmente mágico y divertido.