Análisis The Falconeer para Xbox Series X, Series S, One y PC

Los logros de The Falconeer no son pocos. Este juego de combate aéreo, exclusivo de Xbox Series X, One y PC, es un desarrollo independiente -y en solitario- de Tomas Sala (que también ha sido capaz de sacar adelante el mod para Skyrim Moonpath to Elsweyr o el juego de estrategia Oberon´s Court).

Es un título lleno de potencial, que comienza por una ambientación única. El mundo de Ursee es un vasto océano, salpicado de islas y fortalezas en que piratas y diferentes casas nobles luchan para mantener el frágil equilibrio del imperio. Cada una de estas facciones cuenta con una flota, pero la élite de sus ejércitos son los jinetes de halcón.

Estos pilotos son la armada de Ursee, y son dueños de los cielos. En The Falconeer nos convertimos en uno de ellos, cumpliendo diferentes misiones de combate, transporte, escolta y exploración, mientras vamos conociendo las diferentes fuerzas que luchan por el destino del mundo. Y es un mundo que invita a la exploración. 

Aunque parezca algo secundario, esta historia de traiciones y pactos, con algún elemento sobrenatural, es bastante interesante, y puede que llegue a engancharnos. Pero antes de avanzaros más, es el momento de montar sobre nuestra rapaz y emprender el vuelo.

Elite Controller para Xbox One

Este mando con botones intercambiables y configurables se ha coronado como uno de los mejores, si no el mejor para Xbox One, tanto por prestaciones como por autonomía de batería.

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Y, ¿cómo se dirige un halcón gigante? Pues cualquier veterano de otros arcades de vuelo, se sentirá "como en casa". Nuestro ave despega y aterriza de manera automática, responde de inmediato a nuestras órdenes -podemos usar control invertido, por defecto, para darle mayor realismo- alabear o hacer maniobras de evasión (siempre que tengamos energía suficiente). Y cuenta con un punto de mira para disparar. 

Las reglas del combate aéreo

Aunque vayamos a lomos de un halcón, las reglas del combate aéreo son similares a las de la aviación más primitiva. Recuerdan a juegos como Crimson Skies, de la primera Xbox (que podemos jugar en modo retrocompatible). La clave para salir airoso de los enfrentamientos es colocarse en cola de los oponentes, atacar en rápidas pasadas desde arriba, y salir de su visión con maniobras evasivas. 

Evidentemente, no contamos con sistemas de guiado de misiles, contramedidas y otras ventajas de los juegos de aviones modernos, como el aviso de seguimiento. Sí que podemos fijar un enemigo y dar órdenes de ataque a nuestro compañero de ala, pero lo que determina una victoria es la habilidad. 

Los halcones de combate, sin embargo, también ofrecen ventajas, como aprovechar las corrientes de aire para acelerar, cargar las armas en tormentas eléctricas, posarse en las distintas fortalezas que salpican el océano de Ursee, o atrapar cargas (y minas) con sus garras. Quizá esta mecánica sea lo más interesante del juego, ya que en muchos casos debemos proteger una envío. 

Si recibimos un impacto en pleno vuelo, nuestra carga cae automáticamente, y debemos recuperarla flotando en el mar. También podemos frenar en seco abriendo las alas o caer en picado (aunque ambos movimientos están asignados al botón LB, y a veces resultan en que hagamos exactamente lo contrario de lo que pretendíamos). 

En general, la idea de volar en un animal en lugar de una máquina nos gusta, y se nota que le han querido dotar de personalidad al modo en que se controlan las aves de presa, pero se queda corto. El juego hubiera dado mucho más de sí si se profundizara en mecánicas de aleteo o ataques con el pico y las garras.

Un juego irregular

Más grave resulta que las misiones resulten casi idénticas entre sí, y que el sistema de progreso tampoco nos anime a profundizar más en el desarrollo. A medida que jugábamos, lamentábamos todas las posibilidades que podían haberse introducido para conseguir un título más "redondo".

En pocos minutos, pese a que el mundo abierto es bastante grande, descubrimos que todo se basa en pequeñas escaramuzas con otros halcones o contra embarcaciones. Lo más emocionante es abatir los barcos y dirigibles más grandes, que cuentan con torretas que son a su vez pequeños objetivos. 

Y en cuanto al componente RPG, de mejoras e interacción con otros personajes, también se atisba la intención de haberlo integrado, pero se queda en algo muy superficial, que no consigue aportar más profundidad. 

Por último, hay que destacar que es un juego optimizado para Series X. The Falconeer corre a resolución 4K nativa y 60 FPS (y se puede llevar a los 120 FPS en modo rendimiento). Pero el apartado gráfico es tan simple, que este buen desempeño no luce. Las texturas "planas" que le dotan de un aspecto animado juegan en su contra. Los modelos son simples y los elementos de las islas se repiten. 

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Aún no conocemos el precio de las consolas, ni la fecha de lanzamiento definitiva, pero el interrogante no es sólo qué consola de nueva generación comprar, sino si tendremos que comprar un nuevo TV para sacarle todo el partido. 

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El mar luce bien a cierta distancia, pero el comportamiento del agua no tiene una física realista, y tampoco hay grandes efectos de reflejos o de refracción de la luz a través de las olas... hasta la distancia de dibujado en este océano está bastante limitada. No es un juego que sirva como ejemplo de "next gen", pero cumple gracias al estilo artístico -sobre todo la belleza de las aves- y más si tenemos en cuenta lo limitado de los recursos con que se ha realizado.

De todo el análisis de The Falconeer se desprende que hay muchas y muy buenas ideas en el juego, pero no están completamente desarrolladas. Es titánico que una sola persona haya conseguido lanzar un juego tan ambicioso y encima, como juego de lanzamiento de Series X, pero esto también tiene un lado negativo. No se puede esperar un guión tan trabajado o unos modelos tan detallados como en juegos que tienen un equipo detrás, aunque sean independientes. 

Con sus luces y sombras, en algunos momentos es muy gratificante volar por encima de Ursee y disfrutar de la magnificencia de nuestra montura, pero a la larga, no es suficiente.