Análisis Gods Will Fall - Deidades y mazmorras

Clever Beans, estudio afincado en Manchester y conocido principalmente por traer de vuelta la saga WipEout con la fantástica Omega Collection, cambia completamente de tercio con su nuevo trabajo: Gods Will Fall, un dungeon crawler que, cuando estéis leyendo esto, ya estará disponible en PS4, Xbox One, Nintendo Switch, Google Stadia y PC.

Dungeon crawler, o recorre mazmorras, es la descripción que mejor se ajusta a la propuesta de Gods Will Fall (porque es un juego de acción en el que exploramos calabozos, a grandes rasgos), pero lo cierto es que tiene elementos diferenciadores muy originales que lo hacen verdaderamente único dentro de su género.

Porque la fórmula también contiene un poco de soulslike, una pizca de roguelike y grandes dosis de toma de decisiones. ¿Cómo se come todo esto? Y lo que es más importante... ¿Deja buen sabor de boca? Tras habernos enfrentado a los dioses y muerto en sus garras, pezuñas, tentáculos y otras extremidades imposibles de explicar, os lo contamos en nuestro análisis de Gods Will Fall.

¡Oh dios mío!

Cansados de rendir tributo a unos dioses que exigen la máxima obediencia sin dar nada a cambio, un clan celta decide acabar de raíz con la religión asesinando a todo el panteón. De camino a la isla donde residen las deidades, el barco naufraga y sólo ocho guerreros y guerreras logra llegar con vida a la orilla.

Con esa premisa empiezan todas las partidas de Gods Will Fall: ocho guerreros deben destruir a diez dioses. Cada uno de ellos reside en una mazmorra, así que lo primero que debemos hacer es elegir a qué dios nos enfrentamos primero y qué personaje se encarga de acometer el desafío, pues sólo uno puede entrar en la mazmorra. Y una vez dentro, las puertas no se vuelven a abrir hasta que el dios o el guerrero haya caído.

En lo jugable, Gods Will Fall es bastante tradicional. Recorremos la mazmorra desde una perspectiva isométrica, haciendo frente a los enemigos que nos salgan al paso hasta llegar al jefe. El sistema de combate incluye ataques rápidos, ataques fuertes, esquivas, quites (parrys) y la posibilidad de recoger las armas de los enemigos para lanzarlas.

Lo más destacable es sin duda el sistema ideado para recuperar salud: al golpear a los enemigos los segmentos perdidos de la barra de vida se van recargando, pero la recarga sólo es efectiva al pulsar el gatillo izquierdo. Cuanta menos salud tengamos, más rápidamente se recargan los segmentos, convirtiéndose en una mecánica de riesgo/recompensa con la que podemos darle la vuelta al combate.

La jugabilidad cambia dependiendo del personaje y el arma que estemos utilizando, porque los guerreros tienen distintos valores de fuerza, vigor y velocidad, así como habilidades especiales (asignados de forma aleatoria al inicio de la partida), y no es lo mismo usar una maza que una lanza... Pero a la hora de la verdad las diferencias son demasiado sutiles, lo que supone que la jugabilidad apenas cambie en el transcurso de la partida y caiga en la repetición.

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Una de las claves de Gods Will Fall la encontramos, precisamente, al elegir a qué dios nos enfrentamos primero, pues su dificultad cambia en cada partida. Puede que en una partida nos adentremos en primer lugar en los dominios de de Boadannu, una deidad que se asemeja a una fusión de varias criaturas del fondo marino, y logremos derrotarlo sin demasiados problemas. Y puede que en otra partida, los enemigos previos al dios incluyan criaturas de gran tamaño y armaduras protectoras, y que el propio Boadannu cuente con una barra de salud mucho mayor.

Así que de nosotros depende identificar el riesgo que supone una mazmorra y decidir si merece la pena mandar a varios guerreros hasta superarla... o volver más tarde. Porque como comentábamos al principio, las decisiones tienen una gran importancia en Gods Will Fall. Pero no hablamos de decisiones a través de un sistema de diálogos, sino sobre cómo progresar.

Pongamos que nos adentramos en una mazmorra y fracasamos. El guerrero queda atrapado en su interior y sólo podrá ser rescatado si otro logra derrotar al dios. A continuación tenemos dos opciones: volver a intentarlo con otro guerrero o probar suerte en otra mazmorra, pero ambas decisiones van a tener repercusiones. Puede que el guerrero atrapado en la mazmorra tuviera un hermano o amigo en el grupo, cuya moral se verá afectada (estadísticas reducidas) si le abandonamos. En caso opuesto, el hermano/amigo recibirá un chute de motivación (aumento de estadísticas) si le escogemos para acometer el rescate.

Es un sistema de lo más interesante, que por un lado nos invita a calcular cuidadosamente nuestras decisiones, y que por otro va escribiendo la historia de cada partida. Porque más allá de la premisa inicial y del lore sobre cada dios que podemos descubrir en las mazmorras, no hay una historia como tal en Gods Will Fall. Ni la necesita, en realidad, porque logra que recordemos hazañas como la vez que logramos derrotar a duras penas a Morrigan con un guerrero que había expresado su miedo a ese dios en particular.

Tenemos que señalar que si bien Gods Will Fall es un juego bastante pulido, nos hemos topado con varios crasheos al iniciar partida. En un caso, además, esto provocó que nos encontrásemos con el temido mensaje de "datos guardados corruptos", aunque, por suerte, nuestro progreso no se perdió. Esperamos que lo solucionen con algún parche, pues hablamos de un bug potencialmente peligroso.

En cuanto al diseño de las mazmorras, está hecho mano. Es importante recalcar esto porque Gods Will Fall es la clase de juego que se prestaría bastante a un diseño procedimental, pero no es así. Aquí todas las mazmorras gozan siempre de la misma arquitectura, lo que cambia son los enemigos que encontramos en su interior (y su dificultad).

Visualmente también son todas diferentes, a menudo en línea con el dios que nos espera al final y/o con pequeños detalles narrativos, como los árboles de "maderablanca" (hueso) que podemos ver retorciéndose en los dominios de Osseus. Además, todas suelen contar con alguna mecánica única que, si logramos descubrir, pueden servir como herramientas esenciales de cara al enfrentamiento final.

Si bien nos gusta que se hayan decantado por un diseño fijo, creemos que acaba resultando un problema, pues cada vez que morimos debemos recorrer de nuevo la mazmorra de principio a fin y con los enemigos de vuelta en sus puestos. Su duración no es problema, pues ninguna es particularmente larga y una vez que las conocemos es fácil recorrerlas a toda velocidad... Pero si evitamos a los enemigos para ahorrar tiempo, el dios será más poderoso. Al final, el recorrido se convierte en una piedra imposible de esquivar en el camino al verdadero objetivo: el enfrentamiento contra el dios.

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Porque no os quepa duda, los combates contra estos jefazos son el punto álgido de Gods Will Fall. Su diseño visual es realmente atractivo (ninguno desentonaría en un juego de Hidetaka Miyazaki) y todos tiene patrones de ataque y puntos débiles únicos que debemos descubrir si queremos tener alguna oportunidad de derrotarlos.

Y sí, Gods Will Fall es un juego difícil. Las primeras partidas pueden ser especialmente frustrantes, pues incluso en las mazmorras cuya dificultad está fijada en fácil (en esa partida), no conocer el comportamiento de los jefes va a hacer que mordamos el polvo en un abrir y cerrar de ojos... Obligándonos a tener que recorrer la mazmorra una y otra vez hasta conseguirlo.

Poco a poco y a medida que vamos aprendiendo el patrón de ataques de cada dios la cosa mejora, pero llegar a completar una partida es harto complicado y os va a suponer muchos, muchos intentos. Al derrotar dioses los guerreros mejoran sus estadísticas y obtienen nuevas armas, pero Gods Will Fall es la clase de juego donde prima por encima de todo nuestra habilidad y la capacidad para saber en qué momento merece la pena sacrificar a otro guerrero... O probar suerte en otro lugar.

En cuanto al apartado visual, estamos ante un juego sencillo pero con un estilo artístico realmente chulo que le confiere aspecto de cuadro, logrando que por momentos parezca un lienzo movimiento. La perspectiva isométrica es un gran acierto, pues sirve para ensalzar la sensación de ser criaturas diminutas que deben hacer frente a colosos inmortales.

Lo único que no termina de convencernos es el diseño del clan de guerreros y guerreras, pues su estilo exagerado les confiere un aspecto cómico que no termina de casar con la seriedad del resto de Gods Will Fall.