Análisis Pagan: Control, segundo DLC para Far Cry 6

Tras luchar por la libertad de Yara en Far Cry 6 y sumergirnos en la mente del villano de Far Cry 3 en Vaas: Locura, llega el momento de ponernos nuestras mejores galas para volver a Kyrat, la localización tibetana (ficticia) donde se desarrollaba Far Cry 4. Y cuando decimos "mejores galas", nos referimos por supuesto a un traje rosa chillón.

Porque siguiendo el hilo conductor que presenta el pase de temporada de Far Cry 6, el segundo DLC nos lleva a ponernos en los zapatos de Pagan Min, el tirano narcisista de la cuarta entrega (el tercer y último DLC nos pondrá en el papel de Joseph Seed, el "padre" de Far Cry 5).

Pagan: Control, nombre que recibe este DLC, está disponible para PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X|S, Google Stadia, Amazon Luna y PC desde este mismo mes de enero de 2022, pero nosotros ya hemos tenido la oportunidad de probarlo y en el análisis de Pagan: Control, segundo DLC para Far Cry 6, os contamos si merece la pena.

Locura reciclada

Vayamos directos al grano: si habéis jugado a Vaas: Locura, el DLC protagonizado por Vaas Montenegro, el icónico villano de Far Cry 3, ya sabéis exactamente lo que vais a encontrar en Pagan: Control.

Porque, de nuevo, han cogido la fórmula de acción en mundo abierto de Far Cry 6 (y del resto de Far Cry) y le han añadido unos cuantos toques roguelite, sin apenas cambiar mecánicas. Es más, os invitamos a leer nuestro análisis de Vaas: Locura, porque todo lo que dijimos allí aplica sin problema alguno aquí.

La principal diferencia, claro, es que en esta ocasión la acción de desarrolla en Kyrat. O, más bien, en un Kyrat creado por la mente enferma de Pagan, a quien controlamos en este DLC. 

Aunque a menudo olvidado, este villano siempre fue uno de lo más interesantes de la saga Far Cry, gracias a su personalidad histriónica y carácter narcisista, pero con un toque compasivo que a veces nos llevaba a preguntarnos si realmente era el malo (sólo a veces).

Aquí, Pagan trata de redimirse mostrándonos su lado más atormentado y tratando de solucionar sus errores pasados, pero nunca sin dejar de ser él mismo. A lo largo del DLC podemos "recolectar" sus recuerdos, lo que nos lleva a presenciar algunas escenas de Far Cry 4 desde su perspectiva, así como situaciones de las que se hablaba pero nunca se mostraban.

Al desarrollarse dentro de la mente de Pagan, el regreso a Kyrat es parecido... pero diferente. Es decir, que tenemos un escenario (abierto) de hermosa factura caracterizado por gigantescos picos nevados, árboles otoñales, banderines de colores, cielos de un intenso azul...

... a los que se le suman elementos imposibles, como cascadas invertidas, enemigos que al morir explotan en colores, nubes con formas animales, gigantescas estatuas doradas del propio Pagan... La verdad es que a nivel artístico, Pagan: Control es todo un espectáculo.

Es una pena que a nivel jugable no a acompañe. O más bien deberíamos decir que sea tan... lo mismo. Por que a ver, entretenido es; la fórmula Far Cry nunca defrauda y los toques roguelite no le sientan mal. Pero si habéis jugado a Vaas: Locura, la sensación de que esto ya lo habéis visto y hecho no os la vais a quitar de encima en ningún momento.

De esta manera, empezamos la partida con un Pagan armado con un machete y una simple pistola (y con un bolígrafo que utiliza en espectaculares ejecuciones). 

Al derrotar enemigos, abrir cofres, etc. podemos obtener respeto, que es la moneda utilizada para desbloquear talentos en el espejo (sí, igualito que Vaas).

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Mayor número de jeringuillas, más salud, nuevos espacios para aparatos... Estas ventajas son las que hacen que, poco a poco, podamos enfrentarnos a desafíos aún mayores. 

Además de por los beneficios que ofrecen, porque son de las pocas cosas que se conservan al morir, marcando el progreso en este DLC.

Porque como ya hemos mencionado (y como ya sabéis si habéis jugado a Vaas: Locura), Pagan: Control tiene estructura de roguelite, lo que significa que al morir, perdemos todas las armas que llevábamos y la mayor parte del respeto acumulado. 

Esto nos invita a ser cautelosos y a valorar en todo momento si somos capaces de enfrentarnos a los diferentes desafíos que encontramos en el mapa (que convenientemente vienen indicados según su nivel de dificultad). 

En ese sentido, tenemos pruebas de lo más variadas, desde enfrentamientos contra oleadas de enemigos, hasta secciones de plataformeo o pequeños puzles.

Los más importantes son probablemente los que nos dan acceso a nuevas armas. Bueno, mas que a nuevas armas, nos dan acceso al maletín que las contienen, pues después de cada muerte debemos volver a comprar cualquier "cacharro" que no sea una pistola.

Al explorar esta particular versión de Kyrat, también podemos encontrar potenciadores que nos aportan diferentes mejoras (también se pierden al morir), páginas de diario, los mentados recuerdos... No es un DLC especialmente largo, pero se agradece que haya coleccionables que nos inviten a salirnos del camino.

Y como sucedía en el anterior DLC, en Pagan: Control no hay ni vehículos ni desplazamiento rápido a través del mapa; en su lugar, tenemos unas puertas doradas que conectan diferentes puntos del mapa.

En realidad la duración depende bastante de nuestra habilidad y de lo bien que juguemos nuestras cartas, pero una vez conseguimos amasar ventajas podemos abrirnos entre los enemigos sin despeinarnos (algo muy importante para Pagan). 

Al conseguir superar la historia principal, y dependiendo de nuestra puntuación, podemos obtener un surtido de artículos cosméticos basados en el propio Pagan.

En definitiva, ¿merece la pena pena Pagan: Control? Probablemente ya sabéis la respuesta. Si os gustó el anterior DLC y os atrae la idea de poneros en la piel de Pagan y explorar irreverente psique, entonces sí, sin ninguna duda. 

Aun así, no podemos evitar pensar que se podía haber aprovechado la oportunidad para hacer algo verdaderamente único con cada villano, en lugar de reciclar mecánicas (porque mucho nos tememos que el DLC de Joseph Seed también va a copiar la fórmula jugable sin reparo alguno).