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Crítica de 6 en la sombra: Michael Bay y Ryan Reynolds estrenan en Netflix

6 en la sombra
Crítica de 6 en la sombra (6 Underground), dirigida por Michael Bay con guion de Rhett Reese y Paul Wernick. Una película de acción en la que priman los fuegos artificiales, protagonizada por Ryan Reynolds, Mélanie Laurent, Dave Franco, Adria Arjona y Ben Hardy, entre otros. El estreno de 6 en la sombra en Netflix España es el 13 de diciembre de 2019.

¿Preparados para una buena sesión de fuegos artificiales antes de que llegue la Navidad? Michael Bay estrena en Netflix 6 en la sombra (6 Underground), su último y disparatado trabajo en el que, haciendo honor a la fama que le precede, nos sobran dedos para contar los minutos que tarda en hacer explotar un coche. Con 150 millones de dólares de presupuesto, el estreno de Netflix es una de las películas de acción del año con Ryan Reynolds (Deadpool 2) como protagonista y también partícipe en la producción. El resto del reparto de 6 en la sombra lo conforman Mélanie Laurent (Malditos Bastardos), Dave Franco (Ahora me ves 2), Ben Hardy (Bohemian Rhapsody), Adria Arjona (Pacific Rim: Insurrección) y Manuel García-Rulfo (Los siete magníficos), entre otros.

Un grupo de especialistas que han desaparecido del mapa fingiendo su propia muerte pretenden derrocar un régimen dictatorial árabe bajo el resguardo de su anonimato como fantasmas. Con ligeros tintes de heist movie, nos presentan a un equipo que no utiliza sus propios nombres para preservar la seguridad de la misión: el líder es Uno (Ryan Reynolds), un multimillonario con una vida tan llena de clichés como podáis imaginar; seguido por Dos (Mélanie Laurent), la espía de la CIA; Tres (Manuel García-Rulfo), el sicario que en realidad es un trocito de pan; Cuatro (Ben Hardy), un experto del parkour y amante del riesgo; Cinco (Adria Arjona), la médico que proteje sus vidas; y Seis (Dave Franco), el imprescindible conductor. Más tarde se unirá a la formación Siete (Corey Hawkins), un soldado y tirador de primera que querrá poner en jaque la principal regla del equipo: lo más importante es la misión.

Rhett Reese y Paul Wernick, guionistas de Deadpool y Deadpool 2, han escrito el relato de 6 en la sombra para que Michael Bay pueda dedicarse en plenitud a lo que mejor se le da: dinamitar la sala con explosiones, carreras y un ritmo frenético durante los más de 120 minutos de metraje de la película. Y para muestra, un botón; en los diez primeros minutos de la película nos pusimos a hacer cuentas y entrar al juego: una avioneta estrellada, cinco personas atropelladas, cuatro coches y dos motos volando y explotando por los aires con fuegos artificiales para que no pasen desapercibidos. En las películas de Michael Bay todo explota. Hasta los gatos.

6 en la sombra

La nueva película de Michael Bay para Netflix arranca con una secuencia de persecución en coche eterna que parece la primera misión del equipo, salpicada con flashbacks que pretenden explicar la formación del grupo y el comienzo de esta iniciativa por parte del personaje de Ryan Reynolds. Y digo pretende, porque entre tanto espectáculo de luces, a veces, es pecar de inocentes intentar entender nada de lo que ahí sucede. Seguimos con la máxima de Bay: que no haya un minuto de aburrimiento — que parece cruzar con la imprescindible calma de transición entre actos — y que no tengamos tiempo ni para preguntarnos cómo es posible que la película dure más de dos horas a ese ritmo.

Para trazar la temática de la película, sus autores decidieron barrer para casa con una trama que habría apasionado a la dirección Bush. No nos engañemos; no hay ni la más mínima posibilidad de rascar algo en el derrocamiento de un tirano árabe imaginado que pueda utilizarse para hablar de riesgo o atrevimiento. Eso sí, siempre realzará los titulares de las entrevistas con una hipotética lucha de la democracia y la libertad contra la dictadura y la opresión. La racialización estereotipada siempre funciona en estos casos.

6 en la sombra

Evitando intelectualizar una película cuyo objetivo es diametralmente el contrario, a su favor podemos decir que sigue un estilo inequívoco. Las escenas de conducción iniciales son absolutamente espectaculares, ofreciendo todo lo que tiene en su repertorio para sentar las bases de lo que nos espera en 6 en la sombra. Una característica tan común de su cine como la cosificación de la mujer con primeros planos de escotes para que a nadie se le escape la intención o este último afán suyo por la hipervisibilización de la violencia y el gore.

La pureza del cine palomitero que tanto hemos disfrutado con producciones como Commando o la ópera prima de Bay, Dos policías rebeldes. Es cine de acción hormonado, del que disfrutar en el sofá sin ninguna pretensión — por mínima que sea —, eternamente patriótico y con un público objetivo al que ya deberías de saber si perteneces. Añadirla a tu lista o saltarla dependerá si las líneas anteriores encajan para tu próximo visionado.

6 en la sombra

A pesar de lo dicho, su énfasis en la sobredosis de explosiones no lo exime de cumplir con máximas imprescindibles para que la película adquiera un mínimo sentido, y es aquí donde el edificio se viene abajo. Los cimientos sobre los que se erigen sus agotadoras secuencias hacen aguas. No podemos trazar lazos con sus personajes porque lo poco que sabemos de ellos se reduce al origen del de Ryan Reynolds, y tampoco esperéis cohetes.

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El exceso de acción es tan ostensible que apenas queda margen siquiera para una construcción narrativa ligera. No hay una sola motivación de sus personajes para su participación en las misiones ni en el equipo, siendo el caso más sangrante el de Cinco y Adria Arjona, que prácticamente pasa sin pena ni gloria por un metraje que habría sido el mismo sin su presencia. Mélanie Laurent, por su parte, parece ser absolutamente consciente en todo momento de en qué tipo de película está y actúa en consecuencia, convirtiéndose en el cliché más «bad ass» del grupo. Junto al carisma inherente y la gracia de Reynolds — y el mimo al que han sometido a su personaje con las mejores líneas por parte de los guionistas —, son lo más reseñable del apartado artístico.

6 en la sombra

Michael Bay es uno de los grandes estandartes de un tipo de cine que llama a los extremos; sin términos medios que puedan sembrar una duda en su visionado. 6 en la sombra, por ende, es uno de los mayores exponentes de toda la fama que se ha granjeado a lo largo de sus años de trabajo en Hollywood: un trabajo excesivo, sin ningún tipo de pudor, que llama a gritos al espectador que no encontraba su hueco con la escasa producción de cintas como las que mencionábamos en anteriores líneas. Ha exprimido hasta la última moneda del presupuesto para preparar una traca de ritmo infinito con el que pretende que nos alejemos de la trascendencia cinematográfica que tan enemiga es de su cine.

Hoy, más que nunca, sabíamos a lo que veníamos. La firma de Michael Bay es evidente, como lo es su excelsa capacidad para rodar escenas de acción con la que alardea hasta en tres ocasiones que sólo dibujaré para no entrar en el terreno del destripe: coches, el rescate e imanes. Y tampoco podemos pedirle peras al olmo; 6 en la sombra no quiere ofrecer nada de sus personajes, ni de sus tramas personales, ni remotamente del calado de la historia que protagonizan. 6 en la sombra es un espectáculo de luces. Si merece la pena el dolor de cuello para ver los fuegos artificiales depende de cada uno.

VALORACIÓN:

6 en la sombra es puro espectáculo de fuegos artificiales de la casa Bay: acción desenfrenada con secuencias espectaculares, escasa narración y personajes tan vacíos como la intención de cualquiera que pretenda encontrar en ella algo que recordar para el futuro.

LO MEJOR:

Es el archiconocido «Bayhem»: acción y espectáculo al servicio del consumidor que busque pasar el rato.

LO PEOR:

El tratamiento de los personajes se queda a la cola de todo lo que hemos visto del director.
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