Crítica de Los anillos de poder 1x04 "La gran ola", ya disponible en Amazon Prime Video

Sobrepasamos ya el ecuador de la primera temporada de Los anillos de poder, y nos hemos encontrado con un episodio mucho más liviano y menos profundo de lo que nos hacía presagiar el anterior, "Adar", emitido la semana pasada en Amazon Prime Video. 

"La gran ola", el episodio 1x04, supone un gran contraste con el anterior. No es que deje de desarrollarse la historia o que carezca de interés lo que le sucede a los personajes, pero sí se aprecia que la realización es mucho más pobre y, sobre todo, que la iluminación arruina el poderío de algunos escenarios, que lucía de forma mucho más imponente.

La duración, más amplia, no ayuda a digerirlo tampoco, ya que supera holgadamente la hora. El episodio arranca mostrando una pesadilla recurrente de Míriel, la reina regente de Númenor, en la cual asiste a la llegada de una gran ola que arrasa con el dique que protege a la ciudad insular y arrasa con todo, incluso con el propio castillo. Parece ser el presagio de unfuturo trágico inminente.

Entre tanto las gentes en la calle se muestran cada vez más exaltadas en contra de Galadriel al considerarla una amenaza. Los humanos no quieren tener que rendir cuentas a los elfos, mientras que ella está cada vez más convenida de cuál es su misión. Tanto es así que pide audiencia con Míriel y ante su negativa osa espetarle que quiere hablar con su padre, el verdadero rey.

Enfurecida, la regente termina mandándola al calabozo donde se reencuentra con Halbrand, que le sugiere indagar en qué teme Míriel.

A la par que se desarrolla este conflicto de intereses en Númenor, la historia se sigue desarrollando en dos escenarios distintos: la mina de los enanos en la que Durin trata de mantener oculto un secreto y asistimos al encuentro de Arondir con Adar, por fin.

"Adar, que en élfico significa "padre"m es una figura completamente distinta a la de los orcos, de hecho, es un elfo con algún tipo de vinculación con Sauron que se rodea de estas criaturas que le rinden pleitesía. Deja ir a Arondir con un mensaje para los humanos: deben abandonar sus tierras y someterse a él para salvar su vida. 

A pesar de que podemos verle, no hay muchas explicaciones acerca de su identidad o sus planes, simplemente parece interesado en limpiar su nombre, por más que sus acciones no le acompañen, formulando las siguientes palabras: “La mentira se ha contado tantas veces, que incluso las piedras y los ríos la creen”.

Misterio por aquí y misterio por allá... porque el secreto que intenta escamotearle Durin a Elrond es el de la veta de un extraño mineral que ha encontrado. Termina confesándoselo a cambio de su silencio y no solo eso, sino que incluso le da un pedazo de mithril. Más valioso que el oro, no se oscurece, es liviano pero muy duro. 

Sin embargo, la mina se viene abajo y varios enanos se quedan atrapados. Con la ayuda de las plegarias a las rocas de la esposa de Durin, Disa, todos son salvados sanos y salvos y la amistad de Durin y Elrond queda sellada no solo por el valioso regalo sino por el consejo que el elfo le procura al enano de que no malgaste el tiempo que le queda con su padre y se reconcilie con él.

El rey enano le dice entonces a su hijo que siga su instinto, acompañe a Elrond y descubra el verdadero por qué de su visita.

De vuelta a Númeror, Míriel conduce a Galadriel hasta el palantir, la piedra vidente que le ha procurado la visión catastrófica de a caída de la ciudad. La elfa apela precisamente a la fe de la regente para unirse a su causa y la emplaza a no abrazar el miedo, pero ella considera que es algo demasiado endeble para que su pueblo la siga.

Finalmente, anuncia que la elfa Galadriel será exiliada y escoltada para asegurarse de que llega a su destino, pero justo en el momento en el que parte su embarcación comienzan a caer los pétalos blancos de los árboles, que son un símbolo de las lágrimas de los Valar.

Esto hace que Míriel reaccione y decida apoyar a Galadriel uniéndose en su gesta de proteger el sur. Se embarcarán todos los que se presenten voluntarios, entre los que se encuentra Isildur.

Esto es básicamente lo que hemos visto en este largo episodio, que nos ha dejado más dudas que certezas, incluso a pesar de mostrarnos de frente a los personajes más misteriosos.

Halbrad sigue siendo críptico, Adar extiende el reino de la oscuridad pero se mantiene en un segundo plano y la estrella caída (el maiar corrupto que está con los pelosos) se ve como un mal augurio, como si fuera el mismo Sauron.

La trama de este cuarto episodio, como podemos ver, ha sido más revelante para colocar a los personajes rumbo a su destino que por desvelar nuevos detalles, si bien son los objetos mágicos los que más interés han despertado: desde la empuñadura de la espada que porta Theo, hasta el palantir o el mithril.

¡Os esperamos en los cometarios! ¿Qué os ha parecido el episodio 1x04 de Los anillos de poder? ¿Será a partir de este momento cuando la serie termine de despegar?