David Fincher sigue teniendo un pulso firme a la hora de filmar grandes thrillers: así lo demuestra con El asesino (The Killer), una película de dos horas de duración basada en la novela gráfica del mismo título de Alexis Nolent.

Tras su paso por Venecia, donde se preestrenó a nivel mundial, tendrá un estreno limitado en cines selectos este viernes 27 de octubre y se lanzará en la plataforma Netflix el 10 de noviembre.

Uno de sus grandes atractivos es el de contar con Michael Fassbender en el rol principal, dado que carga con buena parte del peso de la película: toda la narración se articula desde su personaje con larguísimos monólogos interiores que ponen de manifiesto su idiosincrasia, su modus operandi y las dificultades a las que tiene que hacer frente.

No improvises nunca, ejecuta tu plan

El asesino nos presenta a un sicario con una misión pero, contra todo pronóstico y casi contradiciendo el ritmo frenético de los títulos de crédito iniciales, su trabajo dista mucho de impregnarlo de adrenalina.

Por el contrario, él mismo relata cómo es esencial tener mucha paciencia y no dejarse arrastrar por las interminables horas de espera que supone montar una vigilancia para liquidar un objetivo.

Como si oyéramos hablar al Lord Henry de "El retrato de Dorian Gray", podemos bucear por los pensamientos de un cínico hombre que parece estar de vuelta de todo, radiografiando la sociedad en la que se gana el sustento eliminando una parte que no se registrará en las grandes estadísticas poblacionales.

Nada se le escapa: como si de un reloj suizo se tratara, conoce los entresijos de su infame profesión: sabe lo que tiene que hacer para pasar desapercibido, cómo moverse entre la gente sin ser memorable, dado que no ser visto es imposible en el siglo XXI, y cómo ejecutar sus planes con una frialdad férrea. 

Sin embargo, en un momento crucial, comete un error que va a cambiar su percepción de la realidad. De regreso a su escondrijo descubrirá que ha sido víctima de un brutal ataque y todo su talento estará ahora al servicio de dar caza a sus asaltantes. Es mejor no cruzarse en su camino, nosotros ya lo sabíamos, y quienes han sido sus jefes están a punto de hacerlo.

No confíes en nadie

Que a Michael Fassbender le sienta el papel como anillo al dedo no hay más que echarle un ojo para darse cuenta: la entrega del intérprete es absoluta porque como anticipábamos al comienzo de esta crítica, él es la columna vertebral del relato. Además llevábamos sin verlo en la gran pantalla desde 2019, cuando dio vida a Magneto por última vez en X-Men: Fénix oscura. ¡Un hiato de cuatro años!

El asesino se articula en una serie de capítulos a lo largo de los cuales lo vemos interaccionar con distintos personajes con los que va a ir ajustando cuentas. Cada uno de ellos tiene una estructura, una finalidad y un regusto diferente pero, en cualquier caso, se perciben como pequeños reinicios que a su vez rebajan un pelín el tono en cada ocasión.

Especialmente reseñables son los encuentros con los personajes a los que dan vida Tilda Swinton y Sala Baker (aquí llamado "La bestia", lo que ya anticipa de algún modo que en este momento del metraje se desarrolle una de las secuencias de acción cuerpo a cuerpo más impresionante de la película). 

Pero en el fondo, quizás, lo más interesante de El asesino no es ni su forma ni los personajes que en ella habitan sino la manera en la que nos devuelve nuestra propia imagen y nos desvela nuestras vulnerabilidades como individuos y como conjunto. Deja ver claramente lo frágil que es el equilibrio en el que se sostiene una sociedad en plena decadencia, pero anestesiada en un sueño fácil.

Aviso a navegantes: los grandes atractivos del cine de Fincher están aquí condensados a la perfección como son su gusto por los detalles, una banda sonora repleta de nostalgia, secuencias coreografiadas con esmero, variedad de planos, temas universales y largas secuencias discursivas en las que los diálogos delimitan las intenciones de los personajes. Es una película que exige atención plena.