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Crítica de Belfast, una deliciosa película que sobresale de cara a los Oscar

Belfast

Crítica de Belfast, la nueva obra maestra de Kenneth Branagh que pisa fuerte de cara a la campaña a los Oscar gracias a una dirección, fotografía, historia y casting portentosos.

Solo un puñado de veces al año, cuando vas con grandísimas expectativas a ver una película, ésta te sorprende rebasándolas por completo. Es el caso de Belfast, una cinta que ya venía avalada por multitud de nominaciones y varios premios significativos: el reconocimiento del público en el Festival de Toronto y el Globo de Oro al mejor guión, entre otros.

Escrita y dirigida por Kenneth Branagh, supone uno de los trabajos más personales del cineasta, dado que en ella habla, de forma ficcionada, de su infancia y de lo que supusieron para él aquellos años de niñez en una ciudad que pasó de ser su hogar y su patio de juegos a convertirse en un lugar peligroso, forzando su marcha a Londres.

Aunque Belfast tiene un fuerte componente dramático, es una historia que está dotada de una enorme sensibilidad y que mantiene como pilar fundamental la alegría de vivir propia del niño a través de cuyos ojos está contada toda la historia.

Los trapicheos, los sermones religiosos, la ausencia paterna, las discusiones de pareja, el siempre amenazante mundo del juego y las consiguientes consecuencias con el Fisco como gran villano y la inestabilidad política derivada del conflicto entre católicos y protestantes se muestran a lo largo de todo el metraje, pero no opacan los momentos de felicidad sino que les dan un contexto.

Es maravilloso ver cómo a pesar de ser tan emocionante, es capaz de sacudir los sentimientos del espectador sin caer en la sensiblería y sin dejar de ser divertida. Además atiende en todo momento a la forma, con ideas cinematográficas tan audaces como recurrir al color solo en momentos puntuales.

Y es que la fotografía es una auténtica gozada aportándole una candidez al metraje que es de agradecer. Como decíamos, hay momentos en los que irrumpe el color: fundamentalmente aquellos en los que se despliega la imaginación frente al joven protagonista, Buddy, que queda encandilado por el cine y el teatro, las dos pasiones de Branagh.

Hay también homenajes sensacionales a grandes obras que, se entiende, lo marcaron a fuego, como es el caso del western Solo ante el peligro, cine familiar como Chitty Chitty Bang Bang, las películas de stop-motion de Ray Harryhausen o los cómics de Thor (recordemos que fue el responsable de Thor, el debut en solitario del superhéroe en el UCM).

Lo mejor de estos aspectos es que, por una parte, encajan a la perfección con el devenir de la historia y, por otra parte, consiguen mostrar la ingenuidad de los espectadores de la época y los usos y costumbres: se podía gritar, cantar y jalear en el cine pero no estaba permitido hablar en el teatro, por ejemplo.

El chipriota Haris Zambarloukos, habitual colaborador de Brannagh, no se ha conformado con crear una fotografía preciosa para la película sino que también sabe jugar con los dobles planos y con los reflejos para aportar información a la historia. Hay más de dos virguerías en el rodaje que no consigue cualquiera.

Sobre el reparto deBelfast da para hablar largo y tendido. A estas alturas intérpretes del bagaje y el talento de Ciarán Hinds y Judi Dech poco tienen que demostrar, pero es que en esta película dan el do de pecho componiendo dos interpretaciones magistrales que se merecen como poco una nominación al Oscar. Ambos están en sincronía.

Branagh además saca lo mejor del jovencísimo Jude Hill, con quienes los veteranos tiene una química brutal en pantalla, pero es que Caitriona Balfe y Jamie Dornan vienen a cerrar un cast afinado a las mil maravillas.

Y tenemos que seguir alabando las virtudes de Belfast porque la banda sonora de Van Morrison también es para quitarse el sombrero (supone su regreso, desde que en 1995 compusiera su última BSO).

Como veis, cuando hablábamos de que era una de las cintas favoritas para los Oscar, no lo decíamos de forma baladí: Belfast aúna visión artística con entretenimiento. Está hecha con ternura mostrando buenos recuerdos, dramas reconocibles, un humor bien medido y un sentido tributo al lugar y las gentes que nos marcan desde niños.

Es algo tan universal y tan fácil sentir en las propias carnes, que la emoción está servida. Belfast es una película honesta y humana que se convierte por derecho propio en una de las mejores películas del año... ¡Y solo estamos en enero, pero es que es una de esas historias en las que nos quedaríamos a vivir para siempre!

VALORACIÓN:

Kenneth Branagh se corona con una película de una enorme sensibilidad e ingenio en la que muestra una biografía ficcionada de su infancia en su ciudad natal: sirve a la vez de homenaje a la "patria chica", de denuncia a los disturbios que separaron a la comunidad en la que vivía y de homenaje a las experiencias cinematográficas que le marcaron.

LO MEJOR:

El impacto emocional que produce: las excelentes interpretaciones, los diálogos ingeniosos, cómo se retrata el amor por el cine y la ingenuidad...

LO PEOR:

Hay momentos que son de pura idealización, justo como las podría haber vivido un niño y las contaría.
Hobby

90

Excelente

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