Crítica de Chucky 1x01 "Death by Misadventure", el reencuentro con el muñeco diabólico

El Festival de Cine de Sitges 2021 nos ha deparado grandes alegrías en el terreno del cine fantástico y de terror pero también alguna que otra sorpresa seriéfila gracias al estreno de series como Historias para no dormir, La sangre helada o la que ahora mismo nos ocupa: Chucky.

La serie, que tiene a Don Mancini a cargo del guión y en el papel de showrunner, fue presentada en el marco del festival por la arrolladora y divertidísima actriz Fiona Dourif, cuyo personaje se introducirá en la ficción a partir del episodio cuarto y que le dará un giro interesante.

Ella es además la hija de Brad Dourif, el encargado de prestarle su voz al muñeco diabólico desde sus inicios en el 88.

Además de deshacerse en halagos hacia Mancini, expresó su admiración por su capacidad creativa reinventando una y otra vez al personaje y negándose a repetir fórmulas por exitosas que hayan sido. Podemos constatar que así es dado que en el discurso de esta Chucky se introducen elementos bastante rompedores no tratados con anterioridad como la infancia de Charles Lee Ray.

"Cada nuevo episodio termina con un cliffhanger y continene un giro inesperado", dijo la actriz que no dudó en calificar la serie como el mejor producto de la saga hasta la fecha y como entretenimiento "delirantemente divertido".

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En Estados Unidos SyFy ya ha emitido los dos primeros episodios de la serie, mientras que en España tendremos que esperar a enero de 2022 para que vea la luz en el mismo canal. En cualquier caso, y de cara a ir abriendo boca antes de Halloween no podemos resistirnos a contaros unas primeras impresiones del arranque de Chucky.

Y es que el muñeco diabólico es un clásico del terror: debutó en 1988 con Child's Play, le siguieron dos secuelas directas en 1990 y 1991 y luego una ristra de películas en las que la calidad de la narración era variable: La novia de Chucky en 1998, El hijo de Chucky en 2004, La maldición de Chucky en 2013 y Cult of Chucky ya en 2021, la séptima y última entrega.

Vaya por delante que no estamos ante una continuación de ninguna de las películas precedentes como tal sino ante una reinvención de la saga actualizando las coordenadas temporales: se cuelan en la ficción la relación tóxica de los jóvenes con las redes sociales, el bullying, la LGTBIfobia o las desigualdades económicas propias de nuestra sociedad.

Pero lo nuevo convive con lo antiguo: sí, hay smartphones, podcasts y toda clase de adelantos que han cambiado el panorama, pero el muñeco se mueve gracias a la animatrónica y, aunque a veces se tire de CGI para algunos momentos puntuales, son los menos.

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Chucky comienza mostrándonos la vida de Jake Wheeler, un joven que sufre acoso en el instituto por ser aficionado a la creación de escabrosas esculturas con trozos de muñecas. Un buen día encuentra en un rastrillo un muñeco que llama su atención y que quiere utilizar en su próxima obra. 

Sin embargo, no tiene ni idea de hasta qué punto va a cambiarle la vida... Poco después de su aparición, comienzan a darse una serie de escalofriantes asesinatos que destapan los secretos más oscuros de sus familiares y vecinos. 

Aunque al principio Jake se siente tentado a deshacerse de él, las cosas se irán complicando y no le quedará más remedio que amoldarse a la nueva situación.

Paralelamente algunos aliados y enemigos de Chucky irán entrando en escena amenazando con desvelar los orígenes secretos del muñeco asesino y gestando la historia de un niño normal que terminó convirtiéndose en un monstruo sin escrúpulos. 

Aunque al principio la trama de los personajes adolescentes puede parecer muy topicona: chica popular abusona, primo celoso y loser de turno tratando de sobrevivir al instituto, la aparición socarrona de un Chucky juguetón subvierte todos los códigos para hacernos reír a mandíbula batiente.

Ya conocemos estos angelicales ojitos azules y el pelazo pelirrojo de Good Guy, pero también estamos sobre aviso de que ha roto unos cuantos platos...

Así que desde el momento en el que sabemos de la presencia del dichoso muñeco pecosete ¡sin pilas! arranca la diversión (con guiños a la peli original incluidos, claro). Aquí el protagonista es fan de los crímenes reales y ha indagado algo para conocer la historia de la posesión del juguete. Hasta hay cierta sorna hacia lo que cuesta un muñeco similar como colleja al fenómeno fan.

En suma, sin ser perfecta, Chucky tiene un montón de ingredientes para persuadir a la audiencia: una historia distinta, una indagación en los orígenes y una vuelta de tuerca al género adolescente con un rollo macabro muy divertido. ¿Quieres jugar?