Crítica de Clouds: la historia de Zach Sobiech llega a Disney Plus

En la plataforma del ratón siguen obligando a sus espectadores a tener una caja de pañuelos a mano ahora que todos sus esfuerzos están centrados en el streaming. Hoy tenemos el estreno deClouds, la nueva película de Disney Plus basada en la historia real de Zach Sobiech y su espíritu inquebrantable en la lucha contra el cáncer. La propia Laura Sobiech, madre del protagonista de esta historia, ha participado en la producción colaborando en el guion con detalles imprescindibles para que la etiqueta sea lo más sincera posible siendo la autora del libro en el que se basa: "Fly a Little Higher".

Zach Sobiech (Fin Argus, de Agentes de SHIELD) es un adolescente que, tras ser diagnosticado de cáncer terminal, procura vivir sus últimos días buscando la sonrisa de todos aquellos que lo rodean, convirtiéndose en inspiración para su círculo íntimo y, posteriormente, para el mundo entero. Porque Sobiech sueña con triunfar con su música, la que comparte con Sammy (Sabrina Carpenter, de Horns) y junto a quien forma el dúo A Firm Handshake; antes de que termine esta historia conseguirá llegar a los oídos y los corazones de millones de personas.

Como os podéis imaginar, Clouds es una de esas feel good movies de espíritu y drama lacrimógeno de forma. Durante sus dos horas de duración, acompañaremos a Zach en una reflexión sobre la vida, la muerte, los sueños y el éxito, pero también lo haremos desde la visión de su familia y sus seres queridos que ven como la luz que ilumina sus días se apaga lentamente. Es un retrato más sobre el drama existencial con los clichés genéricos habituales, pero con el aporte de madurez de una historia tan real que nos lo pondrá difícil para salir enteros. Su pareja protagonista, Argus y Carpenter, consiguen proyectar todo el carisma y la inspiración que necesitamos para querer conocer más sobre la historia detrás de la ficción.

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Siempre hablamos en este tipo de películas sobre el corazón. Sobre cuánto hay de artificio y cuánto del dramático reflejo de sentimientos que las eleven más allá de los relatos a los que dan vida. Clouds, sin contar con una ejecución verdaderamente poderosa, activa los resortes necesarios para que su historia tenga eco más allá de las imágenes, transmitiendo con sinceridad, intención y respeto emociones dolorosas que consiguen hacernos sentir como nuestras. Hoy nos toca llegar a los títulos de crédito con el corazón un poco más pequeñito.

Como no solo de intenciones puede vivir el cine, la película de Zach Sobiech también peca de ser un ejercicio de rutina dramática con pocos ases bajo la manga más allá de los evidentes. La interacción entre personajes se podría resumir en lanzamientos de mensajes de amor, a veces recíprocos y otras no tanto, entre gatillos narrativos dramáticos que nos llevan al acto final, procurando llenar las escenas de diálogos reflexivos que no alcanzan la profundidad necesaria como para que la película tenga mayor volumen. Se queda en un limbo entre realidad y dramatización excesiva que no termina de aportar lo suficiente, no consigue grabarse en nuestras retinas aunque si lo haga ligeramente en nuestro corazón.

El gran rasgo distintivo de la película lo encontramos en la música, que parece ser el vehículo de salvación para sus protagonistas, pero termina quedando en un segundo plano lapidado por las emociones y el drama. La música tiene un peso imprescindible en la historia real y todos sabemos la capacidad que puede tener una melodía para embriagar de sensaciones un corazón herido. Esa oportunidad queda absolutamente desaprovechada, destacando este apartado únicamente en el tramo final de la película en una transición ligera hacia el musical que consigue construir el instante más emotivo y poderoso de la trama; la última prueba que necesitábamos para esperar más de una historia que no terminar de llenar la pantalla.

Clouds es una película sincera, cálida y emotiva. Sus intenciones son puras, tal y como lo era el corazón de Zach Sobiech, y solo necesitaremos tener el nuestro latiendo en el pecho para sentir emoción y sensibilidad. No es la historia del año, tampoco escapa de los convencionalismos del género y no llega a exprimir las fortalezas que podían hacer de ella una película más original, pero la propuesta tiene espíritu suficiente como para suplir esas carencias y poder decir que está bien. Clouds está bien, las actuaciones son correctas y la dirección pone el ojo en el lugar necesario para que termine de rompernos el corazón. La música podía ser su salvación ante el olvido de una historia con mecánicas que ya conocemos, pero su melodía no termina de llegar a sonar.