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Crítica de La colina de las amapolas, la película de Ghibli que puedes ver en Netflix

La colina de las amapolas
¡Izad las velas! Os ofrecemos la crítica de La colina de las amapolas (Kokuriko-zaka kara), una película de Ghibli Studio lanzada en Japón el 19 de julio de 2011 y dirigida por Gorô Miyazaki. Ya disponible en Netflix.

Es evidente que a lo largo de los años Ghibli Studio ha pasado por muchas fases distintas. Tras el éxito de Arriety y el mundo de los diminutos, el estudio estaba en racha y Gorô Miyazaki tenía una segunda oportunidad, con su padre al timón desde el libreto que coescribiría con Keiko Niwa.

Ella ya se había hecho cargo, en su debut, del guión de Puedo escuchar el mar, de temática similar, y era la candidata idónea para el trabajo, basado en el manga "Desde el monte de las amapolas" de Chizuru Takahashi y Tetsurô Sayama. A esto se unía que ya había trabajado con él en Cuentos de terramar.

La colina de las amapolas es una película que irradia nostalgia pero que a su vez es muy luminosa, abogando por el futuro y por la posibilidad de mirar hacia adelante, no olvidando, pero sí con una mentalidad de reparación de la memoria, de reconstrucción y de compromiso con las nuevas generaciones.

En este sentido es muy emocionante, pero lo mejor es que nunca deja de lado el sentido del humor, sobre todo a la hora de mostrar el entusiasmo de los estudiantes y sus vocaciones profesionales además de su ilusión por vivir.

 

La historia de La colina de las amapolas nos desplaza a Yokohama en el año 1963, momento en el que la joven Umi Matsuzaki vive una especie de doble vida: es una estudiante más de instituto que, junto con su abuela, se encarga de administrar una pensión de estilo occidental, el Coquelicot Manor, en la antigua mansión familiar, situada en lo alto de una colina llena de amapolas.

Su madre, Ryoko, trabaja como catedrática en la Universidad de Nueva York, lo que provoca que Umi se haga cargo también de sus hermanos. Mientras compagina su vida en el liceo con la administración de la pensión asumiendo grandes responsabilidades y con jornadas extenuantes, conoce a Shiro Mizunuma, presidente del consejo de estudiantes, y a Shun Kazama, miembro del club de periodismo.

Los dos son lideran la plataforma estudiantil que pide evitar la demolición del Quartier Latin, un antiguo edificio que alberga las diferentes asociaciones estudiantiles del instituto. Entre Umi y Kazama surgirá una historia de amor que se verá enturbiada por antiguos secretos del pasado.

¿Cuáles son las virtudes de La colina de las amapolas? En su sencillez, radica su encanto. Puede que la historia no sea particularmente complicada, de hecho, es fácil que un espectador atento se adelante y más o menos se espere por dónde irán los tiros pero, por una parte, la historia de amor, sencilla, es preciosa y, por otra, tenemos toda la revuelta estudiantil que se posiciona contra el poder establecido para hacer prevalecer su memoria y eso, no tiene precio.

Toda esa parte de la película está narrada de una forma divertidísima, con un gran sentido del humor al mostrar las diferentes inquietudes personales y profesionales de los estudiantes, pero sobre todo su carácter apasionado y su firme voluntad de mejorar para no perder un edificio histórico. Así, ver corretear por los pasillos a integrantes del Club de química cuando sus experimentos estallan, a los dos representantes del Club de arqueología plantearse su supervivencia o al presidente del Club de filosofía buscar adeptos hasta debajo de las piedras, es un cachondeo de lo más hilarante.

No entendéis el significado de la democracia. Si se destruye lo antiguo, se destruirá el pasado. ¿Acaso no importa la gente que vivió y murió antes que nosotros? No hay mañana para la gente que anhela el futuro y olvida el pasado. La democracia no significa que tengáis que ignorar a las minorías.

Pero hay un mensaje que subyace bajo el enredo: son las jóvenes generaciones las que no quieren dejar el pasado atrás, las que necesitan bucear en él para aclarar sus orígenes y poder, entonces sí, mirar hacia el futuro.

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La Segunda Guerra Mundial y la Guerra con Corea supusieron un mazazo descomunal, pero Umi no deja nunca de izar las banderas en su hotel cuyo significado, por cierto, es "Que tengas un viaje placentero".

No es de extrañar que La colina de las amapolas fuera la película más taquillera en Japón en 2011 porque es preciosa y supone cierto nivel de reparación para las víctimas olvidadas del conflicto (recordemos que, oficialmente, fueron obligados a ir a la guerra y que la marina japonesa no participó más que abasteciendo a la estadounidense y repatriando militares japoneses).

Si nos atenemos a criterios estéticos, llama la atención el gusto con el que se crean los paisajes, las luces y las arquitecturas, muy pictóricas, casi acuarelas poco definidas pero encantadoras mientras que la definición de los personajes es óptima. Respecto a ellos, el diseño es muy rico, con grandes contrastes en lo que se refiere al contorno de los rostros, la forma de los ojos e incluso la forma de moverse. Y la banda sonora afrancesada, así como ese toque bohemio en la ambientación, le sienta fenomenal a la historia.

Pero también podemos esgrimir argumentos históricos para defender la validez del discurso de La colina de las amapolas que no es un simple culebrón y trasciende los engranajes del melodrama con una reflexión mucho más profunda acerca de lo imprescindible que es reconciliarse con el pasado para pasar página: el terremoto y maremoto de 2011 (que alcanzó el 9 en la escala de Richter y se cobró 16.000 vidas) hicieron peligrar la película, pero finalmente salió adelante con gran esfuerzo y jornadas nocturnas para evitar los cortes de luz: de ahí que su mensaje positivo fuera tan necesario y potente y que la película, de alguna manera, se convirtiera en un símbolo de la capacidad del pueblo japonés para reponerse ante la adversidad. Tomemos nota.

Otras películas de Studio Ghibli disponibles en Netflix

Con la llegada del cine de Studio Ghibli a Netflix ya no hay excusa para no disfrutar de la completa filmografía del estudio nipón. Para ir abriendo boca, aquí os dejamos algunos de nuestros análisis realizados de las películas incorporadas al catálogo de la plataforma de streaming, como nuestra crítica de La princesa Mononoke, la crítica de Nausicaä del Valle del Viento o bien nuestra crítica de El viaje de Chihiro. Bon apetit!

VALORACIÓN:

La superación del pasado es el tema principal de una película que conjuga de manera magistral el drama internándose en el Japón luminoso que trataba de dejar atrás las consecuencias de la guerra con Corea y el humor, retratando el vigoroso mundo estudiantil que reflejaba esos cambios y esa voluntad de mirar al futuro.

LO MEJOR:

Lo bien que conjuga el drama y el humor. La exquisita banda sonora y los fondos pictóricos de paisajes diluidos que contrastan con los personajes.

LO PEOR:

El impacto emocional de la historia es menor que en otras ocasiones porque el guión en predecible en la trama sentimental, aunque tiene más miga.
Hobby

85

Muy bueno

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