Crítica de Crisis: thriller con Gary Oldman, Armie Hammer y Evangeline Lilly en Movistar+

Gary Oldman (El instante más oscuro), Evangeline Lilly (Ant-Man y la Avispa), Armie Hammer (Call me by your name), Luke Evans (La bella y la bestia). Todos ellos forman parte de un elenco lleno de caras conocidas que se dan cita en Crisis, la nueva película dirigida y escrita por Nicholas Jarecki y que ya está disponible en Movistar+.

El nuevo thriller estrenado en Movistar+ gira en torno a las drogas, el narcotráfico, la moralidad de las farmacéuticas y de sus propios dirigentes. Tres historias, tres líneas argumentales que confluirán en un relato que quiere poner el ojo en el abuso de los opioides y su escasa persecución gubernamental.

Jake Kelly (Armie Hammer) es un agente de la DEA que lleva un año trabajando infiltrado para detener a uno de los principales narcotraficantes del país. Claire Reimann (Evangeline Lilly) es la madre de un adolescente que por azares del destino acaba siendo la víctima de una trama de narcotráfico en la que jamás estuvo involucrado. El doctor Tyron Brower (Gary Oldman) es un profesor de universidad y científico que tendrá que elegir entre sus principios y su carrera cuando una gran farmacéutica liderada por el doctor Bill Simons (Luke Evans) lo pone contra la espada y la pared.

No hay nada en este argumento que no hayamos visto un millón de veces. Y tampoco hay nada en su interior que lo haga valer más allá de la simplista reflexión que ofrece.

Por supuesto, Crisis apretará — con cierta ligereza — sobre los resortes gubernamentales que permiten que los grandes poderes acaben al servicio del dinero. Sin salpicarse demasiado, pero con un objetivo  relativamente plausible. También lo hará sobre la moralidad y la ética de sus protagonistas... para terminar extrapolándolo al resto de la sociedad norteamericana.

Es una película de los Estados Unidos para los Estados Unidos. El creciente problema con los opioides de la población es una realidad que lleva destruyendo vidas durante décadas, pero las soluciones nunca llegan. Nicholas Jarecki lo afronta con seriedad y dos horas de metraje en los que apuntará en todas direcciones que convergen en una sola: la propia sociedad.

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Crisis quiere concienciar y denunciar. Denunciar la complicidad y recordar que en los últimos dos años han muerto más americanos por consumo de opioides que en la Guerra de Vietnam. Ahora; ¿consigue convertir ese mensaje en un relato creíble y disfrutable? 

La reflexión que no recordaremos

El gran defecto de esta película disponible en Movistar+ es que depende absolutamente del final para que sus historia cobren algo de interés. La realización es sencilla, la trama no ofrece mucha innovación y las interpretaciones están a la altura de lo esperado para unos personajes que no tienen muchas opciones con las que lucirse.

Gary Oldman y Evangeline Lilly, por llevar en sus espaldas el drama de la historia, son los dos intérpretes más destacados de un gran elenco de actores que no consigue exprimir el guion. A Gary Oldman da igual donde lo pongas; conseguirá transmitir todo el carácter de su personaje con un mero quejido.

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Su función casi documental, reafirmada con unos títulos de referencia en el cierre de la película, no es lo suficientemente atractiva por sí misma. No ocurre nada fuera de lo esperado y las sensaciones generales que transmite Crisis son las mismas que su banda sonora: las de un «temp track» mediocre que cumple su función.

Es curioso, sin embargo, que podamos achacar falta de desarrollo en los temas de la historia en una película con 120 minutos de duración. La escasa profundidad de sus personajes, demasiado encorsetadas al estar dividida en tres, es un lastre del que es incapaz de librarse por mucha carne que ponga en el asador con el peso de sus intérpretes.

No es una película aburrida, no querríamos llevarnos a equívocos. Es mera formalidad funcional. Crisis no se atreve a arriesgar; quiere transmitir un mensaje y asegurarse de que éste llegue. Y en caso de que no lo consiga, lo reiterará con texto impreso sobre la pantalla para que no haya lugar a dudas. Sea como fuere, tampoco esa reflexión es nada de lo que no seamos conscientes incluso fuera de sus fronteras.

Sí, hay un fin último lleno de buenas intenciones, pero en su conjunto estamos ante una producción que pasará por delante de nosotros como el amigo que nos presentan en una fiesta, y desaparecerá igual que cuando tratamos de recordar su nombre.