Crítica de Dr. Brain, thriller surcoreano de ciencia-ficción ya disponible al completo en Apple TV+

Apple TV+ sigue engrosando su listado de series originales con títulos de lo más interesantes, de variopintas procedencias y en las que ha ido abordando historias muy distintas.

En el caso que nos ocupa y tras el ascenso imparable de las producciones surcoreanas que han supuesto éxitos recientes como Kingdom, El juego del calamar o Rumbo al infierno, que han triunfado en otras plataformas, estamos ante una miniserie de seis episodios que rondan la hora de duración y en los cuales se dan cita distintos géneros. Dr. Brain es a la vez una serie clásica y rompedora.

Para empezar, unas pinceladas sobre su procedencia: este thriller de ciencia-ficción bebe de la webtoon de Hongjacga que el escritor y director Kim Jee-woon se encarga de adaptar al formato de miniserie. Tengamos en cuenta que es el artífice de películas como 2 hermanas, El bueno, el malo y el raro, Encontré al diablo, El último desafíoo El imperio de las sombras. 

Es además su primer trabajo destinado a plataformas, así que, a pesar de tener una prolífica y variada carrera, Dr. Brain supone su debut en el formato de las series.

La historia arranca presentando a Sewon, un brillante neurólogo afectado por un trastorno del espectro autista y marcado por el accidente que acabó con la vida de su madre cuando aún era solo un niño.

Su capacidad de concentración y su esfuerzo personal, se encamina a conocer los entresijos de la psique humana y, más concretamente, se especializa en un área pionera que trata de recuperar los recuerdos de las personas fallecidas, sincronizando sus mentes con individuos vivos que sirven de receptáculo a sus experiencias, habilidades y características personales.

Tras una horrible tragedia personal, en la que pierde a su hijo Doyoon, su esposa intenta quitarse la vida quedando postrada en coma de forma permanente.

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Sin embargo, ciertos indicios le hacen pensar que hay algo que se le escapa: intentará así encontrar pistas que le ayuden a comprender lo sucedido, y para ello decide llevar a cabo experimentos en los que él mismo se convierte en el conejillo de indias.

A medida que conecta su cerebro con el de los fallecidos, también adquiere algunas de sus cualidades, y logra así experimentar sentimientos que nunca antes había tenido. En este proceso encuentra la ayuda de un enigmático detective privado e irá siguiendo un camino de miguitas de pan hasta descubrir los maquiavélicos planes de un doctor que ha decidido usar sus conocimientos para perpetuarse.

Un interesante mix de géneros que hacen de Dr. Brain una experiencia grata

Misterio, terror, drama, algún pequeño detalle de humor, ciencia-ficción, acción y thriller policiaco se dan cita en una serie tutti frutti que conjuga todos los los géneros de forma que el interés no decaiga a lo largo de los seis episodios que nos van llevando a recorrer un camino casi de perfección para el héroe de la historia.

Y es que, como decíamos, con cada nueva sincronización, nuestro protagonista va adquiriendo nuevas destrezas que van desde las habilidades motoras de un gato hasta la inteligencia emocional de la que carecía desde la infancia. Todo ello le lleva a recorrer un largo camino hasta llegar al desenlace de la historia, premeditadamente ambiguo.

No sabemos si habrá una segunda temporada o si se dará por zanjada, pero tal cual es, con la última escena, podemos fabular como poco tres posibles explicaciones y algunas de ellas podrían dar pie a una continuación porque supondrían que el villano en verdad ha conseguido su objetivo.

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Uno de los aspectos más interesantes, la factura técnica

Si Sewon va "mejorando" con cada nueva experiencia, no menos cierto es que el director Kim Jee-woon también ha ido adquiriendo una serie de habilidades únicas con cada nuevo trabajo y eso se aprecia en la factura final de Dr. Brain, que tiene una pulcra y elegante puesta en escena y desarrolla ingeniosas formas de desarrollar visualmente algunas ideas que son más fáciles de plasmar en animación.

De esta forma, accedemos al subconsciente de los individuos, pero también a sus recuerdos, a sus miedos (hay un par de piezas que dan bastante yuyu) e incluso a sus "fantasmas" como representaciones físicas que interactúan con este peculiar doctor.

Mención especial merece el trabajo de fotografía que le da un aspecto único a esta particular historia que sí, quizás no sea perfecta a nivel narrativo y desigual en lo relativo al ritmo, pero que consigue ser sorprendente hasta el mismísimo final.