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Crítica de El arma del engaño o cómo se concibió el gran engaño bélico del siglo XX

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El arma del engaño

Crítica del drama bélico El arma del engaño (Operation Mincemeat) dirigido por John Madden y protagonizado por Colin Firth y Matthew Macfadyen, entre otros.

Ya desde su mismo comienzo, la película El arma del engaño (Operation Mincemeat) nos habla de que una guerra tiene dos caras: la visible y la invisible. En ambos casos hay muchas vidas en juego, de modo tal que no hay que subestimar ninguno de los dos flancos.

Huelga decir que al margen de la batallas a pie de campo se libra una contienda paralela en los despachos para hacerse con el del control de la información y que de ella dependen los movimientos de las tropas, las estrategias militares y cada nuevo paso que se da por conseguir la victoria.

Ambientada en 1943, la película nos lleva a conocer esos entresijos: los aliados están decididos a terminar con el control del nacionalsocialismo en la Europa ocupada y planean un asalto final a Sicilia... el problema es proteger a las tropas de una masacre durante una invasión de semejantes proporciones.

Hay sobre la mesa múltiples opciones, pero la que gana peso es la de la operación militar pergeñada por dos oficiales de inteligencia tan astutos como brillantes: Ewen Montagu y Charles Cholmondeley que idean un plan de desinformación que involucra a un cadáver que portará información falsa sobre los planes de los aliados y que, tras pasar por España, llegará hasta las más altas instancias nazis.

Malditos bastardos

Cuando una historia real es tan alucinante poco hay que aportar desde el guión para hacerla más interesante: sí que es necesario darle ritmo, constituir un reparto interesante y no olvidar que la ambientación es clave para que la historia funcione.

Éste último apartado se ha cuidado especialmente dado que hay una parte de la historia que transcurre dentro de nuestras fronteras y, por una vez, no hay nada que chirríe, sino que es del todo reconocible.

En líneas generales, El arma del engaño da la talla en todos esos aspectos aunque en su afán de reconstruir toda la historia con el mayor detalle posible, también alarga en exceso algunos pasajes como el fugaz enamoramiento de dos personajes que, de alguna manera, ayudó a que la historia inventada del cadáver fuera creíble, pero que también ralentiza el metraje en momentos clave.

Parece que Colin Firth sigue, a su edad, encarnando a la perfección cierto tipo de galán algo trasnochado que cumple su función, pero haría bien en ir desligándose ya de este tipo de papeles en los que está bastante encasillado.

Por lo demás, destaca Johnny Flynn, que hace doblete esta semana con el estreno simultáneo de El sastre de la mafia. Aquí se le saca más partido a su voz, dado que es el narrador encargado de meternos en la historia.

Y este hecho lo destacamos porque en buena medida ambas películas comparten un cierta manera de hacer cine que podríamos tildar de clásico. Es una producción de estudio elegante y bien producida que dosifica una intriga y le saca partido a un reparto coral muy "british". ¿Podría durar media hora menos y ser aún más digestiva? Seguramente, aunque perdería en detalles y matices.

El arma del engaño
Warner Bros.

Habla con elocuencia y por sí misma además la elección de las localizaciones: no esperéis recorrer Londres sino más bien moveros en espacios interiores que avivan la intriga y extreman el temor a que haya filtraciones, topos y delaciones prematuras del plan.

Como indicábamos al comienzo, forma parte de la confesión inicial la idea de que para vencer a veces es tan importante lo que se gesta dentro de un despacho como lo que ocurre a cielo abierto. Y proteger esos secretos es muy difícil cuando hay tantos intereses cruzados y además distintos actores sobre el tablero.

Quien quiera otro acercamiento a la misma historia en una cinta más breve y con algunas divergencias, puede acudir a FilmIn para rescatar la obra de 1956 El hombre que nunca existió

VALORACIÓN:

Una muestra más de que la realidad supera la ficción: la película no escatima en detalles para abordar uno de los mayores engaños bélicos del siglo XX que marcó un hito de la inteligencia inglesa en la lucha contra el nazismo.

LO MEJOR:

La parte rodada en España. Ahonda mucho más en los detalles que otra obra precedente centrada en el mismo tema: El hombre que nunca existió.

LO PEOR:

Es un poco larga y, aunque el romance sirve para comprender lo que hizo el engaño verosímil, tiende a prolongarse de más.
Hobby

70

Bueno

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